"Pensaba que te había olvidaó, pero pusieron la canción". Al final Bad Bunny va a estar hecho todo un poeta del siglo XXI. ¿Te imaginas a Lorca, Machado o Espronceda escuchándole? Me moriría por ver sus caras. La rosa que buscaba otra cosa de Federico, el caminante que hace camino al andar de Antonio o el velero bergantín de José debe ser que no motivan a los millenials. ¿Qué le vamos a hacer? Ahora no se lee como antes, sin embargo hay letras de canciones que te provocan cosquillas en el corazón, te hacen sonreír sin querer. Vas tan tranquilo por la calle y el puto spotify te las reproduce en aleatorio. Jodida tecnología espía que nos conoce más que nosotros mismos. A veces pienso que lo hace aposta.
La musiquita de esas melodías se te clava dentro y usa su mayor poder: el teletransporte. Dejas el presente y te desplazas a otro momento, sensación o estado. El hipocampo, parte del cerebro que guarda los recuerdos a largo plazo, inunda toda tu mente y dejas de ser tú. Qué razón tiene Loreto Sesma cuando dice "imbécil es lo que eres si cedes tu canción favorita pensando en esa persona, porque luego cuando la escuches toda partitura, palabra, sílaba y sonido será un recuerdo llamando a tu puerta". Hoy en día regalar unas letras con melodía es mucho más peligroso que el antiguo agasajar de unas rimas asonantes de arte mayor o una prosa desenfadada en un papel. Al final eso se guarda en el fondo de un cajón, junto a tu corazón. Joder, hoy la música suena hasta en la sala de espera del dentista.
Llegados a este punto tienes dos opciones. Uno, huir de la música y buscar el silencio y, discúlpame pero me niego a renunciar al cuarto arte. Dos, bailar. Disfrutar del momento y desplazarte a dónde te lleve. Al fin y al cabo es un viaje y cómo en todos la vuelta siempre nos da un poquito de nostalgia. Cierro con él, con Bad Bunny digo, a ti te veo en las canciones: "que se jodan, soy sincero, hey".

Seguir AutorRecomendar Texto Agregar a Favoritos