TusTextos

La CreaciÓn... ¡segÚn mi Abuela!

Esta noche, la Luna semeja ser una uña desprendida del brillante dedo de alguna presumida estrella... Desde mi atalaya nocturna ––un ático en el centro de la ruidosa ciudad––, observo como esa uña va creciendo hasta convertirse en un amarillento y enorme globo fosforescente, cuya influencia sobre nuestro azul planeta se ha descrito ya desde la más remota antigüedad. Pero… ¿nos hemos parado alguna vez a pensar en la verdadera razón de que nuestro satélite se nos muestre en sus distintas fases? ¿Conocemos el secreto de tan extraña y periódica metamorfosis?
Hay secretos ––transmitidos de generación en generación––, que solamente son conocidos por aquellos que, aún siendo mayores, conservan la envidiable capacidad de asombro de la niñez... ¡Mi abuela era uno de esos extraordinarios seres! Sabia, sin apenas haber leído, me reveló la más hermosa e increíble cosmogonía, cuando mis ojos de niño aún se abrían asombrados escuchándola:
––Fue el primer día de la creación ––me dijo con rostro muy serio––, cuando un Dios cansado de la oscuridad, decidió crear la luz. Puesto a crear y con algunas dudas sobre las formas definitivas que daría a los cuerpos celestes, los fue dibujando en la inmensa pizarra del firmamento. Todos fueron dibujados con un único y enérgico trazo, pero cuando llegó la hora de plasmar la Luna, seguramente ya muy cansado de un día de intenso trabajo, hizo varios y torpes esbozos que fue desechando, uno tras otro...
Mi curiosidad insaciable, hacía mil y una preguntas con el consabido «¿por qué?» de los niños... Ella, pacientemente y con una sonrisa que nunca podré olvidar, me desveló un universo misterioso para mí:
––Debido al cansancio, el Dios creador ––siguió mi abuela con dulce voz, mientras me mecía en su regazo––, se olvidó de borrar los distintos bocetos que de la Luna había hecho y así, al quedar estos en la pizarra del firmamento, surgieron las distintas fases que hoy podemos contemplar.
Hoy ––muchos años después de su marcha––, sé que mi abuela se había inventado aquella peculiar cosmogonía para mí. De todas maneras, pienso ahora, no deja de ser una explicación tan válida, hermosa y poética como cualquier otra, para hacer comprender a un niño algo que, de otra manera, le resultaría incomprensible… ¡No cabe duda que mi abuela, campesina de escasas lecturas, pero poseedora de una innata inteligencia, sabía acallar la curiosidad desbocada de su nieto!
Muchos años después de haberse marchado mi abuela, para algún lugar desde donde no sé si las fases de la Luna serán visibles, observo nuestro satélite en el cielo y pienso: «¿Serás tú la única que fue creada con torpes bocetos, por un Dios cansado?»
La creación, esa historia cuyo principio y fin quizá nunca nos sean desvelados del todo, no deja de ser una tremenda paradoja: por un lado la precisión de la mecánica celeste; por otro, el hombre que, dicho sea de paso… ¡nada de perfecto tiene!
Estoy convencido de que mi abuela, conocedora del verdadero secreto de la creación, nunca me lo quiso desvelar del todo… ¡Sabía que algún día, pasados los años, también yo lo descubriría…!



© 2009 – Fernando J. M. Domínguez González

Canteiro15 de diciembre de 2009

2 Comentarios

  • Serge

    Canteiro:
    "La creación, esa historia cuyo principio y fin quizá nunca nos sean develados del todo, no deja de ser una tremenda paradoja: por un lado la precisión de la mecánica celeste; por otro, el hombre que, dicho sea de paso… ¡nada de perfecto tiene!"
    Me gusto la historia de tu abuela, es muy cierto las personas mayores son sabias.
    Un gusto leerte.

    Sergio.

    15/12/09 06:12

  • Leonora

    Es hermoso ver cuando tenemos encuenta a los más sabios de la familia "los abuelos".
    lindo homenaje a tu maravillosa abuela.
    Un saludo

    16/12/09 01:12

Más de Canteiro

Chat