TusTextos

El Regreso

No sabía muy bien a que atenerme. Sabía hacia donde me dirigía pero no tenía ni idea de como reaccionaría Tom cuando me viera. Había pasado demasiado tiempo, y él había convivido con la idea de mi desaparición bastante mal. Pero yo estaba satisfecha, tenía todo controlado por fin, mi vida ya era lo que esperaba.

Caminé pesadamente hasta llegar a la puerta de la casa de Tom, No tenía ni idea de si seguía viviendo allí. Llamé al timbre, pero no sonó. Parecía que no funcionaba. Asique golpeé la puerta tres veces con los nudillos. Oí pasos dentro de la casa, y la puerta sonó chirriante al abrirse.
Allí en el umbral de la puerta estaba Tom, con sus ojos verdes mirándome como si se hubiera vuelto loco. Parecía que esperaba despertarse, y cuando vi que no tenía pensado hablar, comencé yo misma.
-Hola Tom. He vuelto.- dije dudando.
-Sí, eso ya lo veo.- respondió Tom mientras cerraba muy fuerte los puños.- ¿Que haces aquí?- Continúo.
-Pues... han pasado 4 años, y por fin he descubierto lo que puedo esperar de mi misma. He descubierto como seguir adelante sin tropezar...ya sabes.
-Lo dices como si yo supiera por qué te fuiste.

Un silencio incomodo nos rodeó. Es cierto que nunca avisé de mi marcha. No le dije a nadie por qué me iba. Solo dejé una note, muy corta diciendo que estaba bien. Aquel día no pensé en nada más. Mis ojos estaban inundados y mi estomago revuelto. Tom, era mi mejor amigo, sabía que estaba pasándolo mal. Sabía que tenía muchas dudas respecto a mi vida, a mi orientación sexual...estaba perdida. Llevaba años llamando Papá a alguien que en realidad no lo era. Y es entonces cuando Tom decidió decirme que me quería. Justo en ese momento me confesó su amor.

Estuvimos hablando largo rato. Tom estaba enfadado. Pero aún así intenté hacerle comprender que me fui porque estaba desbordada. No lo entendió pero aún así conservaba la misma mirada con la que me miraba antes. Su vida era igual, seguía trabajando en la tienda de repuestos y seguía desayunando esos cereales tan extraños que desayunaba siempre. Sin embargo yo ahora era diferente, había pasado 4 años de aquí para allá. Había incluso recurrido a las drogas en varios momentos de debilidad. Era otra Lena completamente diferente a la que Tom conocía.

Repetí mis palabras una y otra vez – Siento, haberme marchado.- Tom no parecía escucharlas, solo me miraba y de vez en cuando palidecía.
Decidí contarle de una vez el motivo de mi visita, decidí contarle la verdad. Los 4 años que pasé fuera, solo pensé en él. Día tras día me arrepentía de no haberle amado como él me amó a mí. Tanto pensé en él que acabé dándome cuenta de que en realidad yo también me había enamorado. Lloré todas las noches durante meses, pensando en como volver. Imaginaba que Tom ya me habría olvidado. Estaba segura de que habría seguido adelante. Pero su reacción cuando le conté todo, me demostró que estaba muy equivocada.

-¿Porque no viniste?- dijo Tom entre lágrimas.
-Creí que estarías muy cabreado, lo siento Tom. De verdad.
-¡Pues claro que estaba cabreado!, te habías ido. Me dejaste solo
-Lo siento.- Contesté llorando.

Minutos más tarde Tom me besó. Conseguí lo que buscaba, una sensación de paz me rodeó. Tendría la verdadera vida que quería tener, y aborrecía cualquier otra. Pero tras ese beso y cuando Tom me miró a los ojos de forma triste y melancólica. Me desperté

Estaba en mi apartamento de Nueva York, no había vuelto a mi pueblo natal. No estaba con Tom. Me había vuelto a dormir con la botella de coñac en la mano. La boca me sabía fatal y mi cuerpo estaba dolorido.

Me levanté de la cama animada, pensando en Tom. El sueño me había mostrado los pasos a seguir, y eso era justo lo que iba ha hacer. Iba a dejar todo lo que tenía en Nueva York. Ya lo había hecho una vez y sabía que podía hacerlo de nuevo.

Mientras yo estaba sumergida en mi ensoñación el teléfono empezó a sonar. No conocía el número que mostraba el identificador de llamadas. Descolgué. Coger el teléfono supuso llevarme el mayor mazazo que me llevaré jamás. Supuso largas noches de dolor, y el regreso a mi pueblo. Pero un regreso que no quería. Acababan de darme la noticia que me hundió durante mucho tiempo. Tom había muerto. Justo la noche anterior, había muerto en un accidente de tráfico.

Nunca le vería de nuevo, nunca sabría todo lo que yo quería decirle. Nunca nos fundiríamos en ese tierno beso. Comprendí el porqué del sueño. Se trataba de una despedida, solo era eso.
Carioca23 de junio de 2010

2 Comentarios

  • Retales

    Un final premonitorio y muy triste. Me ha gustado tu forma de relatar.
    Un abrazo

    23/06/10 09:06

  • Neither

    Es increible como consigue emocionar este texto (:

    29/06/10 10:06

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