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Oscuro Remordimiento Filial

Eran las cinco de la mañana cuando escuche sus pasos fuera de mi cuarto, se dirigía a la cocina a hacer el desayuno de mis hermanos, se escuchó cansada, como todos los lunes; lograba escuchar el sonido de la licuadora y la estufa, me quede en mi cuarto, acostado, sudando abundantemente.

Espere a que diesen las siete, pero apenas eran las seis y mis hermanos apenas despertaban para desayunar, un pequeño engendro de 14 años y una tierna niña rubia de siete años bajaban las escaleras y se dirigían al comedor, yo seguía escuchando.

Cuando mis hermanos habían terminado de desayunar eran ya las 6:15 a.m. y yo ya empezaba a sentirme nervioso, llego el autobús por ellos y mi madre se despidió de ellos de la misma manera que lo hace siempre, con un beso en la frente deseándoles que tuvieran un buen día en el colegio, a veces extrañaba que hiciera lo mismo conmigo.

Dieron las 7 de la mañana, era mi turno para desayunar, me levante de la cama en ropa interior y me dirigí a la cocina, mi madre se encontraba ahí en la estufa, se encontraba vestida con una pijama transparente que permitía admirar su culo; cuando me vio llegar se fue hacia su habitación y me dijo lo mismo de todos los días:

‘’-Tienes ya 18 años, puedes hacerlo tú solo’’

Se dio la vuelta y se alejó, yo dirigí la mirada en dirección a ella, apreciando como su enorme culo subía las escaleras y como cada glúteo se volvía más tenso con cada escalón, inmediatamente sentí como mi miembro se endurecía, así que volví la mirada hacía la estufa donde no había señal de alimento alguno, busque en el refrigerador para ver si había algo que pudiese comer, pero no había nada.

Subí las escaleras a informarle a mi madre que no tenía que comer, así que llegue a su habitación y abrí la puerta, ella se había quitado ya la pijama de encima, así que ahora podía apreciar con mejor detenimiento su culo en ropa interior, era hermoso, grande, perfecto.

Cada que miraba el culo de mi madre yo sabía que algo estaba mal, no es que sea malo mirar un culo, si no que algunas personas consideran como algo enfermo el hecho de que al hijo le excite la madre, pero con la mía era imposible no excitarse.

Mi madre era delgada – afortunadamente tres embarazos no le deformaron nunca el cuerpo- , su piel era suave, tenía un culo que sobresalía bastante y más aparte, tenía unas tetas del tamaño de unos melones, bastante firmes y redondas.

Cuando por fin logré acercarme a mi madre le toque el hombro y le dije:

-Madre, no hay nada que comer-Dije nervioso. Se dio la vuelta, dándome la oportunidad de ahora mirar sus enormes tetas y contesto:

-Ve a la tienda y compra algo, tienes dinero de todas formas. – Respondió y asentí.

Me dirigía ya a la puerta que me liberaría de todas mis fantasías sexuales con mi madre cuando de pronto el hambre se convirtió en un hambre de amor, de sexo más que nada, sexo con mi madre, quería comer, sí , pero quería comerme su culo.

Volví hacia ella, con el pene duro, se me remarcaba en mis pegados boxers, estaba ya muy cerca de ella cuando la tome por ambos brazos y la avente a la cama; ella se me quedo viendo aterrada

-¿Qué haces?-preguntó

-Solo busco un poco de amor.-Respondí y descubrí mi miembro.

Aún recuerdo la cara de mi madre cuando observo mi inmensa verga, era una expresión de asombro, excitación, miedo y rechazo al mismo tiempo, su expresión de rechazo fue lo que más me excito.

Ella intento huir y se dirigió corriendo hacia la puerta, yo la alcance y le di un puñetazo en la cara, ella cayó al suelo, la miré, en ropa interior, en el suelo, la nariz le sangraba y eso me volvió a excitar.

Me acerque a ella con irá, le arranque el brasier de un jalón y pude ver sus tetas, sus enormes y delicadas tetas que en el centro tenían un pezón de un color café, pero era un café claro, eran muy hermosos. Acerqué mi lengua hacía uno de sus pezones, sosteniendo sus brazos con mis manos y dejándole inmóviles las piernas con mis muslos.

Ella gritaba y se movía demasiado, yo en cambio disfrutaba el acto, disfrutaba que ella se opusiera a mis encantos, en cierto modo todo eso seguía excitándome cada vez más.

Estaba listo para empezar a lamerle el clítoris, cuando mi madre se soltó y se echó a correr a una esquina del cuarto, tenía la cara ensangrentada del golpe en la nariz, y su expresión había cambiado a una expresión de miedo, mucho miedo.

En el fondo sabía que mi madre no dejaría que le lamiese el clítoris, así que tome una escoba que se encontraba ahí y empecé a golpearle con el palo de la escoba en sus espinillas hasta que cayese al suelo de nuevo. Una vez en el suelo, seguí golpeando sus espinillas hasta que escuche el tronar de sus huesos, no pude creerlo pero al final fue verdad, había fracturado a mi madre por mi simple capricho de querer comerle el clítoris.

Al igual que con el brasier, de un jalón logre quitar sus calzones dejando al descubierto su jugosa vagina peluda, me encantaban las vaginas y más cuando estaban repletas de vello púbico.

Acerque mi lengua y empecé a lamer su clítoris mientras ella chillaba y se quejaba del dolor, incluso lloraba, pero sus lágrimas solamente me excitaban más.

Después de haberle dejado el clítoris lleno de saliva, mi pene se había puesto caliente, estaba hirviendo, así que supuse que era hora de penetrar su culo, pero yo no soy un conformista, soy un tipo complejo, y por complejo que soy me gusta complicarme la vida, es por eso que opté por penetrarla en el ano.

Su ano era virgen, nunca había sido penetrado por el miembro de mi padre, eso me daba el honor a mí de ser el primero en romperle el ano. Empecé volteándola para tener su vista trasera, ella no pudo oponerse, no podía mover las piernas, incluso cuando la voltee, ella dio un inmenso grito de dolor, llegue a pensar que la fracture aún más.

Una vez podía apreciar su culo, separé sus nalgas de forma que pudiese apreciar el ano, me excitaba la idea de hacer que perdiese el control de su esfínter y cagará en mi miembro, o mejor aún, que cagará para yo poder comer su mierda.

Introduje mi miembro en su ano, ella dio un grito enorme, hasta ese punto me pregunte como es que ningún vecino había tocado la puerta para preguntar si pasaba algo, penetre una y otra vez en su ano, ella no estaba lubricada, así que después de la décima vez que le metí mi verga, su culo comenzó a sangrar.

Sangre, esa cosa me excita tanto, seguí penetrando hasta que mi madre soltó una flatulencia y con esa empujo mi pene hacía fuera, sacando también pequeños trozos de caliente mierda llenos de sangre.

Acerque mi boca a esos pedazos de mierda y comencé a comer, pero aún tenía hambre. Miré a mi madre, destruida, llorando, aunque todo el tiempo estuvo diciendo miles de palabras que por obvias razones iban dirigías hacia mí, nunca escuche nada, parece ser que mi deseo por empinarla me hizo perder el control de mis sentidos.

Son ya las 3 de la tarde, mis hermanos no tardan en llegar, he preparado la comida, mi padre no llegará hasta tarde, comienzo a preguntarme que explicación le daré a mis hermanos después de que se den cuenta que mamá no está.

Podría inventar que ha ido de compras, y me ha dejado a cargo de hacer la comida, hoy mis queridos hermanos comerán un rico estofado de tetas y un pedazo de culo empanizado con ensalada, todo un manjar. Después de la comida quizá pueda asesinar a mi hermano para hacerle la cena a mi padre, y violar a mi hermana del mismo modo.
Carlosarellano129609 de abril de 2014

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