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Los Secretos de Alicia Capítulo 1

Era un lunes lluvioso del més de febrero, yo miraba por la ventana empañada del autobús, algunas gotas se deslizaban por el vidrio y me impedían ver con claridad el espectáculo de malabares que un par de niños realizaban entre los segundos que les daba el cambio de semáforo. La ciudad estaba particularmente fría, hacía unas semanas una nube negra se había posado sobre ella y casi como un ritual sagrado cerca de las tres de la tarde la lluvia iniciaba y no cesaba hasta la madrugada. El trayecto habitual desde mi trabajo hasta la universidad duraba aproximadamente una hora. Tiempo que aprovechaba para ponerme al día con mi lectura de “Doctor Jekill y Mister Hide”, estaba tan absorto en la historia que cada vez se me hacía más corto el viaje. El autobús me dejaba relativamente cerca de la universidad y como nunca usaba paraguas, solía caminar lo más rápido posible para no llegar hecho un desastre. Ese día la lluvia se hizo torrencial y mis intentos por llegar seco quedaron frustrados solo en un par de calles, finalmente llegué al lugar y me escabullí al baño, me quite la camisa , la escurrí y la guarde en el maletín. Solo me quedaba un saco de botones que tenía un cuello muy pronunciado. La verdad no era mi estilo ir por la vida con el pecho descubierto pero dado el caso era lo único que tenía para usar.



Ese día fui el primero en llegar, me ubiqué en la parte de atrás con el maletín al frente tratando de pasar desapercibido. Luego de unos minutos el salón se fue llenando hasta quedar prácticamente completo. La clase de Sico-sociología era una verdadera lata, el profesor se pasaba horas filosofando sobre comportamiento humano sin la más mínima intención de que sus alumnos entendieran el mensaje. A los cuarenta minutos de charla ya estaba exhausto y salí de clase para ir a la cafetería por algo de comer. Mi receso duró más de lo esperado y cuando regresé el profesor había dejado una actividad para realizar en clase. “Este es el trabajo, sáquele una copia, tiene veinte minutos para entregarlo- Me dijo visiblemente irritado. –“Pero es demasiado, para tan poco tiempo” contesté algo desconcertado. “es en parejas, la señorita Rousset llegó tarde y también esta sola”. Eché un vistazo hacia los puestos de atrás y ahí estaba ella. Esa era la primera vez que veía a Alicia: Su cabello era negro y caía en ondas sobre sus hombros. Iba de converse, camiseta blanca, falda de jean y debajo unos leggins con líneas horizontales en blanco y negro. Caminé hasta donde estaba sentada y cuando estuve lo suficientemente cerca ella levanto la vista y se quedó mirándome fijamente. Sus ojos eran claros de un color no muy común: entre gris y azul.-“Hola, el profesor me dijo que estás haciendo el trabajo sola y yo me preguntaba si lo podríamos hacer juntos”. Le dije tímidamente. Alicia me miro y con una leve sonrisa dijo: “La verdad prefiero trabajar sola, tal vez luego” y clavo la vista de nuevo en el papel. Yo me alejé con una mezcla de sensaciones, por un lado estaba enojado por su actitud de mierda pero por el otro la señorita Rousett era la mujer más linda que había visto en mucho tiempo y tenía ahora toda mi atención.



Al salir de la clase la lluvia había cesado, me senté afuera a fumar un cigarrillo mientras llegaba el autobús. Unos dedos daban golpecitos en mi hombro y al girar Alicia estaba al frente mío. “¿Estás enojado?” me preguntó en un tono condescendiente que me pareció irritante. ”No tendría por qué” le dije esbozando una media sonrisa. “algunos no manejan bien el rechazo” contestó. “Lo superaré, no te preocupes” y seguí dando bocanadas al cigarrillo. “Me gusta tu estilo” dijo casi en un susurro mientras recorría el cuello de mi buzo con su índice. Yo sonreí al comentario irónico, ella me devolvió la sonrisa y se alejó sin despedirse.



Los días siguientes empecé a conocer a Alicia. Me gustaba su sentido del humor ácido, era graciosa sin esforzarse aunque su estado de ánimo era inestable. A menudo se perdía en sus pensamientos y parecía no tener la fuerza para lidiar con el resto del mundo. A pesar de su naturaleza bipolar yo estaba realmente interesado en ella, me había acostumbrado a sus ojos expresivos, su risa espontánea y a su costumbre de llamarme cariño de forma sarcástica.



Una tarde de sábado iba camino a su casa. Era la primera vez que nos veíamos fuera de la universidad. Pasé antes por un centro comercial y compré un pequeño ramo de rosas, a pesar de ser un cliché me pareció una buena idea. Alicia vivía en un edificio a las afueras de la ciudad, llegué un poco antes de las seis de la tarde. Mientras el ascensor se dirigía al noveno piso, mi respiración se cortaba un poco. Aunque nuestra relación hasta ahora no era romántica la conexión era especial, hace mucho tiempo que alguien no tenía el efecto que Alicia había logrado en mí. Llamé a su puerta y unos segundos después apareció frente a mí con el cabello recogido, sus ojos se veían más claros por el maquillaje, tenía una camiseta gris con un estampado de la Gioconda de Da Vinci, unos jeans ajustados y sus característicos converse de colores. ”Llegas tarde” Fue lo primero que dijo y miró las rosas sorprendida. “No es tan fácil llegar hasta acá, esto es lo más lejos que he viajado para visitar a alguien” contesté con un falso gesto de indignación. “Entonces soy especial” apuntó Alicia con el aire narcisista que la caracterizaba. “no tanto” le dije mientras sonreía. Alicia me mostró su apartamento, vivía junto con un gato persa al que llamaba “Fígaro”. Alicia era una apasionada por la fotografía y su cuarto estaba lleno de ellas, todas en blanco y negro. Había un niño que aparecía en muchas de ellas y le pregunté la razón. “Es mi hermano menor vive con mi papá en Nueva York” y sentí su incomodidad al hablar de la familia así que no seguí preguntando. “ven, hagámonos una foto” me dijo mientras tomaba su polaroid instantánea. “ Es necesario?” Conteste sin mucho entusiasmo. “insisto” respondió Alicia levantando una ceja, gesto que aparte de hermosa, la hacía lucir extremadamente sexy. Puso su rostro junto al mío y un segundo después el flash le daba vida a nuestro retrato. “¿quieres ver una película?” me dijo cuando nos dirigíamos hacia la sala. Yo asentí y seguí caminando a su lado. “Ponte cómodo, vuelvo en un momento” dijo mientras dirigía a la cocina. Me senté en el sofá y quedé sorprendido por la belleza del apartamento, la verdad es que su nivel social estaba muy por encima del mío y aquel lugar era prueba de ello. A los pocos minutos Alicia llegó con una bandeja llena de palomitas de maíz y vasos grandes con lo que parecía ser cerveza.” Quieres ver mi película favorita” preguntó y luego se acomodó junto a mí. “Solo si no tiene que ver con vampiros afeminados “contesté sonriendo. Sus ojos claros se clavaron en mí recriminando el comentario. “es Amelié de Jean-Pierre Jeunet” dijo con su característico gesto irónico que a mí me encantaba. La película era la historia de una joven que inventaba estrategias de todo tipo para hacer feliz a las personas que la rodeaban y durante el proceso había dejado de lado su propia felicidad. Mientras Alicia estaba absorta en la pantalla yo pensaba en que este era su lado tierno, el que pocas personas conocían, A pesar de su empeño en mostrarse dura e impenetrable era solo una niña soñadora con miedos e ilusiones como tantas otras. Durante unos minutos yo seguí divagando en mis pensamientos hasta que Alicia de repente susurró a mi oído. “Quieres un porro”. Yo sonreí sorprendido, inmediatamente ella caminó hacia su cuarto. A los pocos minutos regresó con dos paqueticos multicolores que a simple vista parecían dulces pero en su interior tenían un “Blunt”, una especie de empaque de tabaco que tiene un sabor especial. Armó dos cigarrillos de cannabis con una destreza asombrosa. Yo hacía mucho tiempo que no fumaba y con la primera bocanada de humo sentí como si todo se hubiera ralentizado, las endorfinas empezaron a actuar y casi no sentía el peso de mi cuerpo. Alicia se acercó al reproductor de audio que tenía en frente y conectó su celular. De inmediato la habitación la invadió un piano melancólico que le brindaba a los sentidos una vorágine de sensaciones. “te gusta” susurró Alicia con su rostro hacia arriba apoyada en el borde del sillón. “mucho” fue lo único que pude articular. “Hay algo más que te guste” Alicia preguntaba por las drogas y yo pensaba en su sonrisa. Sus ojos de nuevo estaban sobre mí con una expresión traviesa que me invitaba a besarla; la tomé con mis manos de la cintura hasta que nuestros rostros quedaron lo suficientemente cerca, ella mordió mi labio inferior y luego todo fue una montaña rusa de emociones que desembocaron en una de esas noches que recuerdas por el resto de tu vida.



Me levanté pasadas la diez de la mañana del domingo, ese día tenía un almuerzo familiar para celebrar el cumpleaños de mi abuela. La verdad no estaba muy emocionado con el compromiso pero faltar habría sido un desplante que mi abuela no merecía. Mi mente no dejaba de recordar la noche anterior con Alicia. Tenía muchas ganas de verla, así que se me ocurrió invitarla al almuerzo familiar. ”No estoy muy segura, no soy el tipo de chica que llevas a conocer a tus padres” contestó Alicia. “solo quiero que me acompañes, nada de compromisos, ni presentaciones incómodas”. “Está bien, ¿debo ir elegante?”. Preguntó insegura. Alicia tenía un estilo hipster y seguramente odiaba abandonar sus converse. “Ven, como tú quieras, de cualquier manera para mí te verías hermosa”. “nos vemos en un rato” fue lo único que dijo y luego colgó.



Faltaban diez minutos para las tres ya toda mi familia estaba ubicada en la gran mesa que teníamos reservada en el restaurante, entretanto yo no paraba de mirar a la puerta buscando a la señorita Rousset quien había prometido acompañarme y hacer menos aburrido este plan familiar. A las tres y cinco en mi teléfono había un mensaje de Alicia “Estoy afuera, ven por mí”. No pude evitar sonreír, me encantaba verla de nuevo. Salí al instante del lugar y allí estaba ella; Tenía un vestido rojo de lunares blancos ajustado con un cinturón negro, sus ojos en el día se veían azules y sus labios rojo escarlata. Era la primera vez que la veía usando tacones, estaba despampanante: una suerte de Katy Perry y Amy Winehouse en sus mejores épocas. Al encontrarme frente a ella no pude evitar la tentación de besarla, su labial dejo marca pero era un precio mínimo a cambio del placer de sus besos. Alicia tenía varios tatuajes: “Carpe Diem” en la muñeca derecha y tres aves que parecían volar hacia arriba en la izquierda. Unas flores de cerezo que bajaban desde la parte posterior de su cuello hasta la mitad de su espalda y la fecha de nacimiento de sus padres escrita en caligrafía francesa en sus omoplatos. Mi mamá tenía cierto prejuicio con los tatuajes y por eso estaba un poco nervioso por su reacción al conocer a Alicia. Llegué a la mesa junto con ella y ocurrió ese momento incómodo en que parece que todos dejan de hablar y posan sus ojos en la invitada. “Familia, ella es Alicia: Una amiga” Todos la saludaron efusivamente desde sus lugares y ella se sonrojó un poco. Mis primos no apartaban sus ojos de ella, típica reacción de adolescentes. Mis padres le ofrecieron una silla junto a ellos y así completamos el cuadro de la familia perfecta. La tarde transcurrió como lo planeaba, las mismas conversaciones de cada año, todos tratando de vender una imagen de vida feliz que distaba mucho de su realidad. Alicia estaba muy callada y parecía de nuevo perdida entre sus pensamientos. ” Me puedes enseñar donde queda el baño” me dijo al oído. “Suena tentador le contesté, señalándole una puerta en el segundo nivel” Ella sonrió sabiendo que era solo una broma. Varios minutos pasaron y Alicia no regresaba, decidí enviarle un mensaje: “¿Te sientes bien? ¿Porque no has regresado?”. Un minuto después contestó: “Esto no es una buena idea, es demasiado para mí!”. “¿Qué no es una buena idea?, ¿dime dónde estás? respondí de inmediato. “Estoy afuera”. Contestó. Salí de nuevo al parqueadero. Estaba en el mismo lugar donde la había recogido hacía un par de horas. “¿Qué pasa? “.Le dije desconcertado. “me pasan muchas cosas, mi vida es complicada, yo soy complicada…no sé si quiero que formes parte de ella, no sé si podría soportar herir a otra persona. “¿Por qué dices eso?”. La interrumpí. Alicia miraba hacia arriba intentando contener sus lágrimas: “tú no me conoces, no sabes nada de mí, no soy la mejor opción para una relación, tengo mil mierdas en la cabeza que tengo que resolver y ahora nadie puede ayudarme. Te digo esto ahora antes de que pierdas el tiempo conmigo como lo han hecho otros en el pasado, de verdad gracias, estos días que hemos pasado juntos han sido los mejores en mucho tiempo, es solo que…bueno ya no importa”. Y Alicia se alejó de mí sin siquiera mirar atrás.



Continuará…
Carloslis11 de febrero de 2016

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