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Requiem







El día que se acabó el mundo las gentes del otro hemisferio del planeta sintieron una profunda paz , pequeños grupos se agolpaban en las costas para contemplar el ocaso , algunos abrazados otros cogidos de las mano , mas tarde prepararon la cena , arroparon a sus hijos , vieron la televisión , extendieron la ropa para la siguiente jornada , Internet fue entonces un hervidero de despedidas , nostálgicas y amorosas , sin saberlo firmaban sus epitafios en blogs y foros , una onda de fraternidad se extendió por medio mundo mientras el otro medio yacía para siempre , en el sueño eterno de las almas perdidas ,después se amortajaron para dormir y no despertar jamás .

No crecen flores en el Serrano, el asentamiento marginal de la gran ciudad sin nombre que se recuerde, un camino de verdes y amarillentos Jaramagos, la mala hierba mas bella que existe, muestra en su lineal longitud claros y calvas gruesas donde las jeringuillas como mudas de pequeñas serpientes asoman el morro, en las playas de barro los niños corren desnudos y vuelan veleros de papel de plata en el detritus multicolor del gasoil aleado con agua sucia.

Aquella mañana el camino de Jaramagos que lleva al Serrano floreció, el milagro no fue apreciado por sus habitantes, indígenas preocupados en sobrevivir en la selva Darvinista y salvaje entre muertos vivientes, casas de lata y coches de lujo.

A media mañana cuando el sol , de una manera inusitada en aquella tarde de noviembre, creaba reflejos difusos en las caras de los “aguadores” , escondidos en las esquinas para dar el aviso ante una presencia policial ya inexistente , Martín bostezo , extendió los brazos como un nuevo Mesías y las pústulas cayeron , formando un pequeño montón de carne muerta en el suelo , se contempló asi mismo de la cabeza a los pies y notó que no necesitaba nada , su cuerpo enfermo estaba sano, iluminado y Santo, camino por el sendero de Jaramagos y ahora , tulipanes rojo sangre , azucenas magentas y margaritas que se inclinaban a su paso como buda renacido.

La comunidad entera de Serrano se encontraba en las calles sin adoquinar y sin mediar palabra, todos en aquel momento supieron que eran los herederos del planeta, la terminal y única colonia humana del mundo.


- Estamos solos – dijo Martín, y todos asintieron.

Por las calles de arena Martín reclutaba gente, al momento una caterva de personas le seguía y juntos todos marcharon lejos de este lugar Santificado, caminaron a la sierra y construyeron casas de madera y bebieron agua limpia y pura de los manantiales, los antiguos narcos convertidos en profesores enseñaban a los niños la historia de la bola azul llamada Tierra, las prostitutas atendían a los ancianos y los drogadictos curados de sus adicciones cuidaban los pequeños huertos.

Es sabido que cualquier especie, a partir de un numero mínimo de individuos está condenada a la extinción , la pequeña comuna de antiguos habitantes marginales , en un caso practico de este echo , sabedores de su final , Vivian sus últimos días en plenitud , cazando , cultivando , aprovechando al máximo el milagro propio del que eran testigos y parte. Rezaban y pedían perdón por el tiempo pasado, acaso, pensaban, el Dios, el que sea, dejó esta mínima expresión de lo que es un humano como ultima oportunidad de redención, expiación de las culpas antes del ultimo hálito del hombre mono.

- Vive como si mañana fueras a morir – fabulaba Martín al grupo niños reunidos bajo la sombra del gran árbol , una nueva generación , la segunda ya , condenada a una muerte anunciada como la suya propia , con medicamentos escasos y mas de cincuenta años , Martín no duraría mucho mas.

Pasado el tiempo algunos crearon nuevas comunas , otros murieron allí mismo , rindiendo culto al sepulcro elevado de Martín , sostenido entre palos de eucaliptus , mirando al cielo con un tulipán rojo sangre en el pecho de aquel esqueleto de marfil , blanqueados sus huesos al sol , en señal de abandono total de las esperanzas de aquel que una vez llamaron hombre .
Carontex05 de abril de 2009

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