Cuatro Paredes.
Preguntas, respuestas no acertadas, gritos y enfados.
Todos los días lo mismo.
¡Eh, tú! Ven aqui, ponte en mi lugar y dime como te sentirías si la vida, cada vez que le sonríes, te abofetea. Dime tú como te sientes, si tu corazón y tu cabeza están en una continua disputa. Un pulso infinito.
Ven y atrévete a juzgarme cuando no se lo que digo, porque mi mente dibaga por mundos mejores. Cuando me olvido de lo que tengo que hacer, de lo que tengo que llevar o comprar, por no perderme yo.
Y es que a veces lo único que el alma ansia es huir, volver a correr en otra dirección, hacer lo que realmente quieres y no lo que debes. Pero hay muchos ojos mirando, muchos dedos señalando, muchos ceños fruncidos.
Y es ahí, cuando te das cuenta de que no puedes salir de las cuatro paredes en las que te encuentras, aun que cada día salgas por la puerta.