Sobrevolando está, en el cielo celeste de esta mañana estival, con esa brisa suya que ahuyenta aves tan matinales como el Sol, y no es una de ellas, aunque no se diferencia si forma parte de cielo o pluma. Puedo decir sin certeza alguna, que es una estrella, o una nube; pero dado que mis ojos solo vislumbran un mínimo de su cuerpo, no puedo afirmarlo pues.
Eran años melancólicos aquellos que vivimos, todos juntos como inhumanas bestias. Y diría apenas que no sentíamos nada, nada aparte del palpitar disonante del alma, de nuestra conjunta alma.
Mírame bien, reflejo de lunes, de martes, de domingo mírame bien si no me sientes en presencia, o si no ves mi cuerpo allí lejos, quise veces, muchas, expresarte mi temor.
Te preguntarás cual era, tú, a quien yo desconozco, desconociéndome tú también a mí, era el de perder la única fantasía, o sueño vivo que permanecía; una única y permanente compañía que parecía eternizada, Tú.
Decías que llevaba un bonito vestido rojo escarlata, o que mis ojos brillaban ya de noche, que mis brazos empalidecían con la luna misma, pero no te creía, porque me semejabas distante tan lejos de mi vista.
Y ahora que ya no te tengo, ahora que ya no te siento
sé que nunca estuviste, y que yo solo quería encontrarte.
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La música puesta para este texto, es la misma que la del anterior.Lo siento por quienes pueda aburrirle, pero mi inspiración se ha realizado a base de ella.
Perdón también por hablar de amores imposibles, o simplemente imaginarios, pero creo que no conozco los otros, o tal vez estén tan cerca que ni los sienta.
¡Gracias por leer!
