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Genesis


En el principio sólo había nada. Quizás algún ser sutil y etéreo flotando inmóvil entre la nada y la nada. Quizás algunos espíritus inmateriales, atemporales, de pura espiritualidad.

Resulta ingenuo pretender entender porqué algún ser inmaterial pudo haberse querido suponer superior a los demás. Es ingenuo pretender adivinar si la razón y la maldad pudieron haber preexistido. Pero algunos seres deben haber puesto cada uno de lo suyo para contrarrestar la (¿eventual? ¿hipotética?) embestida y obtener aliados donde no los había, porque amén de estos seres espirituales lo otro único que había era nada. Es ingenuo pretender comprender, porque el concepto de nada no puede ser ni siquiera imaginado por quienes vivimos en una realidad en la que la nada no existe. El ser es y el no ser no es ni puede ser concebido. O quizás este relato esté errado y sea sólo fantasía.

De la explosión surgió la materia, que presupone la existencia del tiempo y del espacio, y esa materia se articuló en los diversos astros que danzan armónicamente en el espacio a través del tiempo y de los tiempos, porque danzan en honor a sus creadores.

Pero los astros desiertos no fueron de gran ayuda porque tan sólo alababan con su danzar, entonces fueron creados los gigantes y los titanes y las criaturas monstruosas y los dioses del Olimpo y de Vanir y de Agard, y sucesivamente destruidos unos tras otros porque resultaban soberbios y no eran ni siquiera capaces de alabar. Algunos lograron sobrevivir en los sueños y en los mitos.

Entonces fueron creados los hembros. Dicen que fue el rayo (¿de Zeus?) el que al fecundó a las aguas para que del barro emergieran los hembros y su destino hubiese sido el mismo que el de los seres anteriores (no por soberbios sino por imbéciles) si Prometeo no hubiese encendido sus almas y su razón con el fuego que hurtó a los dioses. Ahora, con alma y razón podían alabar y danzar pero además también eran capaces de razonar, de diferenciar el bien del mal y de actuar en consecuencia. Pero eran mortales y el tiempo corroía su cuerpo material.

¿Cómo engañar a la Naturaleza y preservar a estos aliados valiosos? Los espíritus escogieron a un hembro y lo llamaron El Ungido. Lo dotaron de un miembro, por ello dejó de ser hembro para convertirse en hombre. Y dado que el resto de los hembros carecía de miembro fueron llamados hembras. Al igual que Zeus El Ungido pudo entonces engendrar multitud de hijos e hijas en multitud de hembras y logró así engañar a la muerte sobreviviendo en sus hijos y en los hijos de sus hijos aún cuando llegado el momento su alma abandonase su cuerpo a la corrupción a que está condenada la materia.

Y entonces los Hijos del Ungido tomaron mujeres y tuvieron sus propios hijos y con ellos tomaron caminos diversos dispersándose sobre la faz de la Tierra y haciéndola propia.
Ceferino23 de mayo de 2016

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