TusTextos

Cielo, En El Cielo de mi Cielo

¿Estamos viendo la TV?
No, no la estamos viendo. Está encendida, frente a mí, contigo a mi lado. Está encendida, frente a ti, conmigo a tu lado. Pero la estamos ignorando por completo.
Nuestros seres físicos están ahí. ¿Pero dónde estamos nosotros? ¿Dónde está nuestra esencia? Yo pensando en ti, tú pensando en mi, allí es donde nos encontramos.
Me vuelvo hacia ti, me encuentro con que tus ojos ya están posados en los míos. Me lo pides, me lo estás pidiendo, con esa mirada que lo dice todo.
Yo te correspondo, lentamente coloco una mano sobre la tuya. Ya comienzas a sentir lo que se viene. Muy despacio, mi mano va subiendo en la extensión de tu brazo, hasta llegar al hombro.
Del hombro la paso a tu cerviz, para sacudir un poco tu cabello. El color de tu rostro va avivándose, conforme sientes que rozo tu oreja con gentileza, hasta que mis dedos han llegado a deslizarse bajo el borde de tus labios.
Aguardamos la posición durante unos segundos. Pero la lujuria, placer, deseo, lascivia, libido, como le quieras llamar, ha terminado por poseerte, logrando así que tus emociones se desborden.
- ¡Al grano!
Me dices, al tiempo que te abalanzas sobre mí. No me besas, me comes a besos. Como sólo tú sabes hacerlo, me abres la camisa, frotas tus manos fuertemente contra mi pecho, arañándome con moderado salvajismo.
Te percatas de mis torpes intentos por abrir tu blusa, entonces nuevamente, con la habilidad que solo Dios sabrá de donde la has sacado, te despojas de ella; ni siquiera he tenido tiempo de saber donde ha quedado.
Te gusta el desenfreno, te gusta lo salvaje, mas no la incomodidad, razón que te hace llevarme, incluso corriendo cual niño ve a su madre en la distancia, hacia la cama de la cual recién hemos salido, dejando atrás los restallantes bucles de acero del sillón.
¡Es que no nos ha bastado lo de hace unos minutos!
La luz de la luna atraviesa con opacidad el cristal de la ventana, siendo esta nuestra única aliada para poder encontrarnos, entre las sombras que nos envuelven dentro de nuestra habitación.
Caigo, caes, caemos, somos, sentimos, amamos, sobre la cama nos vivimos el uno al otro. Afuera podrá llover, podrá nevar, podrá volverse negro lo blanco, podrá volverse blanco lo negro, podrá ocurrir lo mas sinuoso y torcido que jamás podría imaginar; pero dentro, yo de ti, tú de mi, ni nos daríamos cuenta. Y si llegásemos a darnos cuenta, menos que nada nos importaría.
Gemidos, sollozos, gritos en voz baja, destilan nuestros cuerpos, junto con este amor que dentro de nosotros ya no cabe más.
¡Hacemos implosión!
Nos estremecemos, temblamos, nos convulsionamos, mientras dejamos que una feroz jauría de los más intensos espasmos de placer nos mordisqueen por dentro. Esta vez sí, totalmente satisfechos, nos desplomamos sobre las ahora húmedas sábanas, húmedas del éxtasis que se ha impregnado en ellas en forma de sudor.
Ha sido corto, ha sido rápido... Pero salvaje, fuerte y alocado, como a ti te gusta. Terminamos por rendirnos ante el poder de Morfeo, llenos de cansancio y extasiados a más no poder.
Despierto yo con la llegada del sol, espero hallarte a mi lado, pero no estás. Te busco hacia el otro lado, te encuentro de pie, sosteniendo una bandeja con el desayuno, llevando puesto únicamente un delicado mandil rosa adornado con encajes.
Dejas la bandeja sobre mis piernas y sales de la habitación, con un caminar tan cargado de coquetería, dejándome ver la voluptuosidad de tu cuerpo. Al dar yo el primer bocado, te asomas por la puerta oportunamente, con una sonrisa tan radiante como el mismo amanecer, para decirme:
- ¿Quieres repetir?
- ¡Cielo, acabo de comenzar! -Te respondo.
Te acercas a mí hasta poner tu cabeza justo al lado de la mía. Con tus incisivos tomas prisionero el lóbulo de mi oreja, y sin dejarlo ir me susurras dulcemente:
- No me refiero al desayuno...
Inmediatamente la bandeja queda a un lado, mientras nos transformamos en esas criaturas que anoche tanto se han gozado. Esas criaturas que siempre están hambrientas de eso... Si, de eso que tanto nos gusta... Pues estábamos de acuerdo en que "el sexo más salvaje era, a la vez, el más dulce."
Estaba conciente de que no tendría tiempo de tomar el desayuno. Pero te seré sincero, eres una excelente cocinera, me gusta todo lo que preparas. Sin embargo, lo que más me gusta, es la forma en que preparas día a día ese "postre" tan dulce, del que solo tú tienes la receta.
Chrisgarcia21 de junio de 2010

4 Comentarios

  • Serge

    Chris:
    Amigo me encanto tu relato, es muy apasionado, yo también quiero un desayuno así jejejejejejeje.

    Un gusto leerte.

    Sergio.

    21/06/10 08:06

  • Chrisgarcia

    SERGE:
    Gracias por comentarme.
    Creo que no ha quedado muy claro del todo jeje
    El desayuno es lo que menos importa jajaja

    21/06/10 08:06

  • Serge

    Chris:
    Ya lo sé amigo yo me refiero al otro desayuno jejejeje.

    21/06/10 08:06

  • Chrisgarcia

    Está claro que no ha quedado claro jajaja
    El otro desayuno no es un desayuno en sí, es un "postre" Y ese "postre" engloba más de lo que crees, mucho más de lo que pueda hacerse sobre una cama jeje

    21/06/10 08:06

Más de Chrisgarcia

Chat