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Me Niego Ii

Al despertar por la mañana, ella se encontró en su cama, en su departamento. Se sentía un poco mareada y tenía un leve dolor de cabeza, pero eso no le impidió ponerse de pie y dirigirse hacia el salón. Al llegar, se encontró con el chico de la noche anterior, sentado en la alfombra con numerosas figuras de papel a su alrededor, figuras que ella no reconocía. El las había fabricado utilizando las páginas de un periódico de días pasados.

- Buenos días… —saludó ella un poco avergonzada.
- Buenos días —convino el chico— ¿Has dormido bien?
- Espera… —hizo una pausa, algo confundida— ¿Qué ha pasado anoche?
- ¿Con la competencia? —otra vez rió simpáticamente, como lo había hecho hace unas horas, como ella no podría olvidarlo, no podría olvidar esa risa— Has perdido.
- Entonces… —obviamente debía preguntar— tú y yo… lo…
- Te he traído a tu departamento para que tengas más confianza. Por cierto, he mirado en tu ID para saber la dirección, lo siento.

En efecto, ella sentía confianza, mas la duda aún le embargaba. Observó el salón en toda su extensión. A donde fuera que veía, se encontraba con una de esas figuras de papel periódico, entonces preguntó.

- Esas figuras… ¿Qué son?
- Grullas —respondió él— aprendí a hacerlas cuando era niño.
- ¡Pero hay muchas! ¿Llevas haciendo eso desde que hemos llegado?
- Sino no habría tantas.
- Entonces tú y yo…
- Te he visto un momento mientras dormías. Te veías adorable.

Ella no sabía qué responder. Toda la situación le resultaba totalmente extraña; eso sin mencionar que los efectos de la velada aún ejercían sobre su capacidad de razonar claramente. Ella había salido del departamento el día anterior, con la intención de conocer a un chico guapo con el cual tener una aventura; lo que al parecer no había conseguido. En su lugar había encontrado algo diferente.

- Por cierto… —dijo el chico— El alcohol nunca me ha afectado como a los demás, no sé porqué. Si compites contra mí, nunca tendrás oportunidad.

Era inexplicable lo que ella sentía en ese momento, era algo que nunca había sentido antes…

- No sé si decir que eres idiota… o que eres encantador…
- Puede que sea idiota, pero al haberte sacado de ese bar, es posible que te haya evitado un encuentro con un idiota mayor.

Hubo silencio por un momento, un momento de reflexión, hasta que él se levantó de la alfombra, pues tenía que irse. Pero no sin antes explicarle un detalle más a la chica.

- ¿Sabes? Se dice que… si logras doblar cien grullas de papel… un deseo te será concedido. ¿O eran mil? ¡Necesitaré nueve noches más! —ella sonrió. Entonces, el chico cogió una de las grullas y se la entregó a ella en sus manos, le besó en la mejilla y se despidió— Ha sido todo un placer.

Abrió la puerta y se marchó. Ella le vio alejarse desde la ventana. Aún no sabía cómo reaccionar ante todo lo ocurrido. Al examinar con detenimiento la figura de papel, notó que a un costado estaba escrito el número de un móvil.
Llamaría… ¿Llamaría? Podría ser una decisión trascendental en su vida. Podría ser una pérdida de tiempo. Podría significarlo todo; podría no significar nada. Podría darle a su vida, lo que no sabe si necesita…
Chrisgarcia03 de enero de 2011

3 Comentarios

  • Chrisgarcia

    Los que habéis leído la primera parte, no terminaba ahí. Pero aquí sí. Este es el final de esta cortísima historia. Juzga tú si la chica llamará o no jeje
    Gracias por leerme :)

    03/01/11 07:01

  • Norah

    - Grullas —respondió él— aprendí a hacerlas cuando era niño., pues me sigue pareciendo excelente.

    04/01/11 03:01

  • Chrisgarcia

    Norah:
    Bueno, si así te parece a ti jaja
    Gracias.

    11/01/11 12:01

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