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Me Niego

Una noche dulce, de burbujas, de champagne… Un chico bien parecido le rondaba desde unos momentos atrás. ¿Habían hablado antes? No. ¿Se habían visto antes? No. Pero con las miradas furtivas de ese momento, se decían mucho.
Sus amigas se marcharon, cada una con su respectivo galán. Se quedaba ella sola en la barra; fue entonces cuando el chico vio su oportunidad y se sentó a su lado.

- Hola —dijo él.
- Hola guapo —le respondió ella.
- ¿Iniciativa?
- ¿Qué?
- Nada, nada —no quiso dar más explicación, quedaría como un idiota, temía arruinarlo sin cumplir su objetivo— Nos hemos estado viendo toda la noche…
- No hace falta que me lo digas, ambos sabemos de qué va todo esto. ¿O no, cariño?
- Creo que sí —rió simpáticamente— ¿Por qué no te has ido con tu chico como tus amigas?
- ¿Entonces no me has visto toda la noche? ¿He venido con algún chico? No, no, no. Vengo sola —dijo ella mientras mecía torpemente de un lado a otro la copa de la efervescente bebida.
- Seguro, linda. Oye, ¿no crees que ya se te haya pasado el trago? ¿Solo un poco?

Ella soltó una corta pero escandalosa carcajada. Obviamente no era una pregunta que esperase que le hicieran en una situación así. El chico no quitaba la sonrisa de sus labios, parecía estar tranquilo, aunque por dentro se contenía un poco de vergüenza.

- Cariño, yo sé controlarme.
- ¿A sí? Dime entonces… ¿A dónde se ha ido tu bebida? —ella llevó la copa muy cerca de su rostro y, entornando los ojos, pudo notar que estaba vacía; la había derramado en el piso sin darse cuenta. Con algo de enfado azotó su mano en la barra.

- ¿Quieres ponerme a prueba, eh? ¡Bien! Pediremos un trago cada uno, luego otro, y luego otro, y otro, y otro... Ya verás como eres tú el que caerá inconsciente.
- Por mí está bien. ¡Vengan esos tragos!
- ¡Pero oye! No te creas que si por casualidad del destino llegaras a ganar tú, podrás llevarme a donde sea a que follemos ¿eh? Digo, me gustas, pero no lo harás. Solo si yo te doy permiso ¿OK?
- Tú también me gustas, por eso ese será el precio que tendrás que pagar. Pero si estás tan segura de saber controlarte, no veo el por qué deberías preocuparte por ello.
- Bien, nos gustamos. Pero como vayas y me violes dejarás de gustarme. ¿Comprendes eso, cielo?
- Claro. Pero ya en serio, ¿por qué preocuparte si estás segura de ganar?
- ¡Vale! Basta ya de hablar gilipolleces. ¡A beber se ha dicho!

Llegaban los tragos, copas vacías se iban. Ambos bebían de igual manera, al tiempo que se daban a conocer el uno con el otro, como si hubiese sido una cita planeada. Conforme pasaba el tiempo, la conversación se volvía más hilarante e incoherente.
Los tragos cesaron. Naturalmente fue la chica la que cedió ante el alcohol, pues ya había bebido bastante antes de comenzar la competencia. El chico le cargó en sus brazos y salieron del bar ya muy de madrugada.
Chrisgarcia29 de diciembre de 2010

3 Comentarios

  • Chrisgarcia

    Lo siento por no comentar mucho a los que normalmente leo y comento, pero es que la situación del internet para mí se ha puesto difícil jeje
    Y bueno, la otra historia, la de la princesa Benett, no me sale :( Es una vuelta muy difícil la que intento escribir en la siguiente parte, por eso me desanimo un poco para escribirla; me cuesta trabajo tomando en cuenta mis habilidades de escritor; pero terminará seguro. Aprovecho para saludar a todos acá y decirles feliz navidad (algo tarde) y feliz año nuevo :)

    29/12/10 12:12

  • Norah

    Cris, en verdad excelente, beso.

    29/12/10 12:12

  • Chrisgarcia

    Norah:
    Yo no creo que sea excelente, pero bueno jaja
    Gracias por leer y comentar :)

    31/12/10 06:12

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