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El Teléfono… Ring, Ring, Ring, Ring

EL TELÉFONO… RING, RING, RING, RING

Son las 3 de la mañana y Débora está muy mal, alguien le ha dicho que hay solución para sus problemas que solo tiene que llamar a un número y la respuesta vendría. ¡Oh esto da vueltas en la cabeza de Débora!, ¿cómo, solo con una llamada? ella lleva 30 años con sus conflictos y le parece imposible, pero al fin toma el teléfono y marca, del otro lado la respuesta es, sí que desea,
Débora se queda en un silencio sepulcral
De nuevo la voz pregunta ¿quién es?
Débora entre sollozos responde soy yo
La voz le dice hola Débora, esperaba tu llamada, ¿qué te pasa, puedes contármelo?
Débora ante el asombro de que aquella voz supiera quién era ella y que estaba esperando su llamada se quedo atónita. De quien era esa voz le era familiar pero lejana, porque la conocía, quien le había hablado de ella, eran mil preguntas que Débora se hacía.
De nuevo aquella dulce voz la interrumpió, ¿Débora sigues allí? ¿Puedes oírme?
Débora rápidamente dijo si aquí estoy
La voz le dijo cuéntame que te pasa te noto preocupada y confundida, quiero escucharte y ayudarte.
Ante estas palabras Débora no dejaba de llorar, hasta que después de un tiempo cogió fuerzas y se dio cuenta que necesitaba la ayuda ofrecida y que si había tomado la decisión de llamar es porque no había otro camino.
Débora empezó así su historia a contar, no sabía de quien era esa voz pero le daba confianza, hace mucho tiempo dijo ella; que llevo sin saber que es paz, todos los días son problemas, tengo una familia desintegrada, mi esposo me maltrata y engaña, mis hijos son rebeldes, con mis padres la distancia ha roto toda relación, con mis hermanos no hay comunicación cada uno tiene su vida. Me he refugiado en cosas que pasan y cuya felicidad es falsa, alcohol, drogas, sexo ilícito, religiones, filosofías y todo lo que humanamente conozco pero que al final son un abismo que me traga sin piedad. Me han aconsejado que busque respuestas en lo oculto (espiritismo, hechicería, el tarot, la astrología) y tampoco he hallado nada en esto que me de la paz que busca mi alma, cada día es terrible mi mente esta nublada, pienso que solo la muerte me dará descanso, pero miro a mis hijos y creo que todo puede cambiar pero de nuevo el lodo de este abismo me ahoga. Después de un largo suspiro, Débora pregunta ¿A caso hay alguna salida? Y de nuevo empieza a llorar sin consuelo.
Después de un tiempo que para Débora fue eterno, se dio cuenta que del otro lado del teléfono no se oía nada, con el corazón mas roto aun; colgó el auricular y se dijo para sí, es ridículo no hay salida y de nuevo comenzó a llorar y a desear morir, pero había escuchado a una mujer hace tiempo decir que ni siquiera la muerte traía paz, que nada terminaba con la muerte, que en ella empezaba la eternidad.
Oh! pobre Débora en la soledad de su alma y de aquella habitación donde esta, solo se preguntaba ¿por qué? Y su pecho latía con tanta fuerza que si no hubiera estado sola seguro que se habrían escuchado los latidos que salían de su corazón. Cuando aun no entendía que había pasado con aquella voz, sintió que alguien la abrazaba, la rodeaba de una presencia dulce, ya no tenía ganas de llorar, que estaba pasando todo tenia color, el dolor y la tristeza se esfumaban, oh! que dulcísima presencia que calor y que amor sentía, que era o quién era, porque se sentía viva y feliz, porque sentía que sus problemas (demonios) se habían ido, que estaba aconteciendo, era imposible lo había probado todo y nada había funcionado, era esto real o era ya el desequilibrio total de su mente. Oh! no importaba lo que fuera pero que no terminara nunca ese era el reflejo de su rostro resplandeciente, rostro que antes solo reflejaba la vida destruida de una mujer, sin pensarlo su reacción fue llamar de nuevo al número que hacía poco había discado. Hola dijo ella cuando escucho que descolgaron el auricular, soy Débora no se qué ha pasado pero me siento feliz, libre, solo quiero reír y dar vueltas como una peonza de la felicidad que me embriaga. Hablaba y hablaba, su felicidad era tan intensa que ni ella se había imaginado nunca tanta paz y alegría en su interior.
En medio de toda su felicidad, pudo oír la dulce voz que le decía, ya lo has aprendido solo clama a mí y yo te responderé (Jeremías 33:3), yo soy el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). Recuerda que te amo y cuido de ti, al otro lado del teléfono tu amigo JESUCRISTO.
Amigo, amiga, solo hay que llamar a Dios, el está cercano; es tiempo que le llames, no olvides su número telefónico, Jeremías 33:3



Chuliwaskis09 de febrero de 2011

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