Aprendí a Perderte.
A veces me sentía sola, horas y horas mirando nuestras fotos y llorando por no poder besarte. Sentía una espina por dentro, sentía que no quería vivir.
Todo sucedió rápido, me dijiste que era demasiado infantil para tí. Me dolió y me dolió mucho pero hice como si no me importara para no quedar como una niñata que va llorando por los rincones.
Te miré, cerré los ojos, dejé la mente en blanco, me dí media vuelta y me fui por donde había venido. Entonces sí, la primera lágrima calló por mi mejilla, y no tardaron en venir la segunda y la tercera y las millones más que derramé esos días.
Leí los mensajes que me enviabas muchas veces, tantas, que acabé memorizándolos.
Tus regalos..aún los guardo.
Un día de esos muchos que no podía dormir pensando en tus abrazos, me dije a mí misma:
No sé que hago aquí preocupándome por un idiota, que ya ni siquiera piensa en mí. Que ni siquiera me mira por la calle, que se comportó como un auténtico gilipollas conmigo.
Entonces, esa noche descubrí que por muchas veces que me caiga, aprenderé a levantarme porque nadie y menos él puede conmigo. No me voy a amargar la vida por un tío y menos por esa clase de tío.
Aprendí a levantarme, a pasar de tí y sobre todo aprendí a perderte.
