I

Refugio de roedores
desde hace tiempo sin uso,
olvidado,
infecto, lleno de hedores
proyecto pobre, inconcluso,
acabado.

Gran batida en retirada.
Se oye la demoledora,
el azote
sobre la plaza acechada,
de las entrañas aflora
¿Quién? ¿Mingote?

II

Máquinas excavadoras
cargan los grandes camiones
no sin prisa
y extinguiendo las esporas
de esos antiguos balcones
sopla brisa.

Desmesurados pedruscos
perplejos por su declive,
su zozobra
sin posibles apatuscos
con que ayudar al que vive
en esa obra

III

Y después de la tempestad
no amaneció la calma
sino el ruedo
con matadores sin piedad
con el estoque en la palma
sin un credo,

dispuestos sobre el albero
a derramar en la arena,
todo aliento
en contra de su dinero
ejecutando sin pena
el acento.





IV

Ya cuando se fue la nube
y se diluyó el ruido
estaban ahí
la ausencia, el alma que sube,
los susurros al oído
un ahlelí

frágil y perecedero
aunque sólo en apariencia,
colorista,
a merced de aquel arriero,
mas labrando complacencia
de un artista.

V

No es floresta de poesía
lo que quedó en la plazuela
tan solo aire,
humo en tiempo de sequía
que aspira a no ser secuela
con donaire.

No se vislumbra catedral
ni hay sitio para mercado,
no se ve playa
ni lo habitará un cardenal,
sólo de gente un puñado
de gran laya.

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