Somos jóvenes. Tenemos una concepción distinta de la realidad. Quizás porque no queremos verla, quizás porque no vivimos en ella. Nos alimentamos de excusas o mentiras para justificar las cosas de la manera que más nos favorezca. Nos aferramos a ello, a que somos jóvenes, a que se nos permite la gracia de equivocarnos. Así vamos haciendo camino, debajo del aforismo “carpe diem” nos equivocamos una y otra vez sin ningún problema. Tenemos derechos pero no asumimos obligaciones, tomamos las decisiones mínimas para que no se nos complique mucho el asunto. Vamos tirando… Somos incapaces de tomar ninguna decisión, quizás porque lo queremos todo! Que no se nos quite nada! Queremos tener abiertas todas las posibilidades y eso es imposible en el mundo real, pero no vivimos en él. Vivimos en un mundo donde lo que haga hoy no tendrá ninguna consecuencia en el mañana. Donde no se nos puede reprochar nada, porque somos jóvenes.

Pero sabes qué? No lo seremos eternamente.

Poco a poco tendremos que ir asumiendo responsabilidades, nuestras decisiones sí serán reprochables, poco a poco nos iremos instalando en este mundo real del cual siempre hemos querido huir. Abriremos los ojos y veremos las cosas tal y como son. Y eso es la vida y así está escrita.

Y sobre el que lea esto y piense que él no va a ser así, que solo se vive una vez y que como Peter Pan él siempre va a ser joven, le digo que adelante! Pero que cuando se quiera dar cuenta será el hombre etílico de cuarenta y largos años que, a día de hoy, te encuentras de fiesta poco sereno y te preguntas: Qué pinta este pureta aquí?

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