El Museo
Una ciudad en ruinas. Al final de la calle principal un edificio semi derruido con un cartel manchado y fuera de escuadra que dice: Museo del papel. La puerta entreabierta da a un largo pasillo donde desembocan varios salones totalmente vacíos y en su final el auditorio, único lugar de reunión de los pocos que por esa época habitaban la ciudad. Todo el lugar estaba cubierto por una fina capa de polvo. El profesor Dambrossi, con una hoja de papel en la mano, se dirigía a la docena de personas que lo escuchaban en silencio.
En la última grada, Flor, Quito y Lau mirando atentamente la escena esperaban ansiosos el final de las palabras del profesor.
-Siempre igual, un pesado- comento Flor
-Sí respondieron los otros a coro y agregaron Es un baboso con las mujeres y maltrata a la propia. Los tres rieron con ganas.
- Siempre habla de más, no lo aguanto. Miren como le salta saliva cuando pronuncia las eses, que asco dijo Quito malhumorado por el hambre.
El profesor hizo una pausa, dejo el papel sobre el atril y dijo Es imposible evitar que explote, que Dios nos ayude. Inmediatamente el auditorio quedo vacío. Los tres amigos, inmóviles, no se atrevían a bajar. Luego de un rato, descendieron cautelosamente.
Manejando muy bien sus tres pares de patas, con la audacia de siempre, el primero en subir al atril fue Quito. Velozmente lo siguieron los otros dos. Sus tres pequeños cuerpecitos negros rodearon a la enorme y apetitosa hoja de papel usada momentos antes por el profesor.
Comenzaron a comerla por la frase: Bomba neutrónica explotará hoy y como leer no sabían no les llamo la atención.
