Contame un Cuento
Contame un cuento Já, que patético.
Recuerdo esa madrugada
ah, no, espera ¿O acaso eso fue producto de mi perdida y rencorosa imaginación? No, lo recuerdo bien, ese olor a escabio y tus manos aferrándose fuertemente a mi cintura, empujándome hacia ti. Recuerdo el silencio y quietud de esa oscura habitación. También el tacto de tu acolchonada lengua en mi cuello. ¿Realmente estabas dormido? Pero tus labios, tus labios nunca llegaron.
Miro tus ojos cerrados, y tu respiración acelerada. Palabras que van atropelladas entre si, ¡Habla mas fuerte! Me es tan difícil entenderte.
No, no conseguí escucharte.
Tomame fuerte ¡Hazme tuya! Quizás no comprendas, pero se siente tan extraño aquí dentro, sin tus manos agrietadas que sujeten mis senos, sin ellas deslizándose sobre mi.
Soy otro perro ciego, agonizando en besos de cabaret. Cerremos la puerta del ultra fondo. Cuanta poesía hay en vos.
Ahora te mueves deprisa, con la mirada perdida y los ojos tristes, huyes de nuevo... A fuera llueve un poco, pero dentro llueve mas y los truenos aturden mi sacudida cabeza.
Me estoy quedando sin puchos y sin excusas para volverte a ver. El cenicero explota, y mi garganta se resiente por estas ganas rengas de decirte mil y una verdades.
El humo me envuelve, me abraza
y este desabrido sabor de soledad que aparece una vez que ya no estas. ¡Vendita sea la forma en la que te haces valer!
Sonrío por vos ¡Si supieras cuantas verdades oculta tu endemoniada cabeza!
Pero nunca serás mi (Articulo posesivo, maldito ego) chico de ojos tristes. Y termino como siempre tendida en alguna cama sin dueño, con los pulmones intoxicados, la mirada nublada, aliento a vino, y gimiendo enredada en las piernas de la muerte.
