Hace unos meses atrás,
ha propuesto una fiscal,
basar su dictamen final,
en privar mi libertad.

Se me acusa de ladrón,
en medio de dicho litigio,
de haber consumado un idilio,
y robado su corazón.

Una lucha encarnizada,
libré en mi propia defensa,
para rebatir la ofensa,
que alegaba la letrada.

Mi fiscal quedó indignada,
con las pruebas que aporté,
cuando en litis demostré,
que había estado equivocada.

Que quien se había aprovechado,
había sido ella misma,
al usar todo su carisma,
y con eso haberme flechado.

Ahora estoy enamorado,
preso en sus brazos y sus besos,
preso de noches de sexo,
que hacen divino el pecado.

Ahora salta una cuestión,
difícil de asimilar:
Soy reo en una prisión...
que no quiero abandonar.

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