Silenne, cuánto tiempo. Miles de velas se habrán encendido desde que te vi. ¿Cómo estás, cómo te encuentras? Nosotros estamos bien. Enen lleva un tiempo fuera de la isla, pero se las apaña para contactar conmigo y recordarme que está bien. Ya es un hombre hecho y derecho. Supongo que ya lo sabrás, pero ha tenido una infancia maravillosa.
El día más feliz y horrible de mi vida, cuando le miré a los ojos por primera vez, supe que alguien fuera de lo normal había llegado a esta pequeña isla. Desde que tuvo uso de razón se vio fascinado por el humo. El humo de mi pipa, el de la hoguera, y el serpenteante del incienso.
Ensimismado, pasaba las horas descifrando nubes, y contemplando el vapor que emergía de las cazuelas y las tazas de té, que asfixiante recubría el cristal de sus gafas sin dejarle ver, y provocando en él siempre esa risa cautivadora que tanto me recuerda a ti. ¿O le dejaba ver mejor? Quien sabe. En una ocasión me dijo que el humo nos permite ver lo que normalmente pasamos por alto, los espacios en blanco, lo invisible. Que a veces sin poder mirar, vemos mejor.
Tenía la ropa constantemente negra o húmeda. Fumus o piel.
Observaba su olor, palpaba sus movimientos, saboreaba su sonido imperceptible e inspiraba con atención sus sensuales formas. Mirándolo fijamente lo dibujaba en la mesa, en la arena, en su brazo, en los cristales empañados.
Lo quería, lo temía, lo recorría.
PD: Este texto es el comienzo de un trabajo que estoy haciendo para la facultad. Os agradecería mucho opiniones o críticas constructivas, sin miedo, ¿que os parece? Muchas gracias :D
