Una vez anduve buscando amores al fondo de un vaso y encontrando desamores al principio de la botella. Una vez di con mis huesos en aquella cantina con grandes tertulianos que me acogieron con los brazos abiertos. Y me enamoré. Yo siempre viví intensamente todos los instantes que me regalaron sus labios, sus caricias, sus brazos agarrando con fuerza el fruto de su vientre, el que regamos con el amor que un día primero nos tuvimos. Y ahora miro ese retoño lleno de vida y agradezco haber vivido lejos de botellas y en posa vasos que recogían todos los desamores vertidos. Y ¿qué pasó con aquellos tertulianos que me recibían tan bien al entrar en aquella cantina? Se quedaron atrás por mi culpa, sólo por la mía. Ya sé que me fui pero siempre estuve. Y vuelvo a vosotros con el alma en los pies. Con nuevos bríos. Con ganas de estrellar el vaso con la botella, en la pared, junto a mis penas. Dejadme entrar. Que se vaya quien quiera. Yo me quedo.

Seguir AutorRecomendar Texto Agregar a Favoritos