Cántico Del Futuro
Había una vez
una tierra desierta,
cubierto de ceniza el suelo,
de muerte el aire y de gris el cielo.
Algunos lo llamaron Apocalipsis,
otros, simplemente, fin del mundo.
Pero los que sabemos la verdad,
lo llamamos venganza.
Se creían inteligentes,
la raza líder, sin duda.
Pero ahora no quedan más
que los restos
de su conciencia.
Destrucción,
árboles muertos y quemados.
El agua no es transparente,
aquello que se moja, se disuelve
y el viento ya no sopla sin levantar
cenizas, huesos desintegrados
que la lluvia compactó
para devolver al suelo, que herido
se retorcía entre los brazos
de aquellos que ahora
no son nada,
y que, en el fondo,
nunca lo fueron,
pues su única salvación
era salvarse entre ellos
y cuyo único problema,
tristemente, eran ellos.
Ellos, que no son nada.
Ellos, que nunca lo fueron.
No puedes vivir si
lo que te destruye es tu raza.
Pues para seguir viviendo,
igualmente habéis de extinguiros.
Un laberinto para el que
no hay salida.
Es solo una caja cerrada
con puertas de mentira,
para el que la única salida
es perecer en su interior.
Pudieron pretender
que sabían que hacían mal,
que sabían lo que rompían
y que no se podría reparar.
Pero lo cierto es que no lo sabían,
o por el contrario les daba igual,
ya que ahora su mundo son simplemente
cenizas, lágrimas desgastadas
que el sol evaporó
para unirlas con la lluvia ácida,
que disuelve los recuerdos
de aquellos que ahora
no son nada,
y que sin embargo, un día,
lo fueron todo,
pues su don era la vida
y el poder de aprender
y su error fue aprender
a destruir a la vida.
Ellos, que nada crearon.
Ellos, que lo destruyeron.
Y ahora el mundo ya no existe,
ahora es solo una gran tumba
que sepulta el presente
y grita los errores del ayer,
desterrando los sueños del mañana.
Y el culpable es tan solo,
una sociedad enferma
que en vez de sanar,
se aprovecha del herido
y arranca los sueños de raíz
sin darse cuenta de que así
destruye su propio ser.
Un gigante que en realidad,
hace mucho que está muerto.
Y es por eso que las cenizas,
son solo sueños rotos
y las voces silenciadas
de aquellos que ahora
pertenecen al pasado
y que, sin embargo,
nunca fueron nada.
