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Los Antiguos

Crece la historia, camina con el tiempo y las generaciones. Son tantos recuerdos vituperados, verbigracia, el verdadero móvil Nacionalsocialista, los quince poemas a la libertad del Ruso Trovovsky o el mismísimo Necronomicón. Todo alude a pensar que nos resulta mas fácil barrer la basura bajo la alfombra, o esconder las huellas que guían al abismo del conocimiento infinito.
Bien, el relato que a continuación comentaré no declina su suerte arcana y corresponde a la historia no escrita de la historia de la humanidad. Cuando tuve acceso a ella bajo el albur inesperado de un sueño, no logré corroborar su ubicación excata, dado que ningún mapa hace referencia a ella. Por otra parte, intuyo que sugiere una zona cercana a Wadi Hammamat, en el desierto oriental egipcio.
Un pueblo alejado de todas las grandes civilizaciones que antecedieron a Ramsés IV, sumidos en una aldea antigua que no figura en aquel viejo mapa de Amennakhte, víctimas y creadores de su propia destrucción.
Según fui testigo en mi sueño, me vastó conocer las murallas de aquella civilización para entender que nadie podía entrar ni salir de allí. La estructura formaba una gran circunferencia, sin ninguna puerta visible. Algunas escaleras se proyectaban hacia lo alto, invitando a intentar escapar volando o a resignar la vida saltando al lejano piso de piedras. La arena disfrazaba mis intentos de dibujarla. Era sin dudas una especie de cárcel antigua. Aquella civilización extraña contaba con unas trece salas diferentes entre sí, pero de similar tamaño arquitectónico. Cada sala poseía un singular símbolo, uno de ellos me recordó al Imox Maya. Caminé la circunferencia mas nunca llegaba al punto de orígen. Decidí explorar fugazmente aquella sala con aquel reconocido símbolo. Dentro de la antecámara pude ver inmensos volúmenes de libros que me resultaban conocidos. Me acerqué hasta el grueso lomo de un libro que parecía ser La Ilíada, intenté sin éxito quitarlo de su lugar, pues su enorme tamaño pudo más que mis fantasmagóricas manos. conseguí observar algunos títulos que sostenían mi presagio, El sutra del Diamante, El papiro de Derveni, un moderno opúsculo de La Biblia de Ulfilas y una excelente y celosa referencia del Kitab al-jabr wa'l-muqabala. Me resultaba incomprensible hallar estos libros en una ubicación en tiempo y espacio completamente alejados de aquellos considerados originales. Caminé en torno a la sala semioscura en la que me hallaba, las paredes lisas no evidenciaban ningún proceso de constucción por piedras, más bien, eran enormes rocas planas en posición vertical las que sostenían un techo que dudo hubiera estado separado de aquellas gigantes rocas. me perdí unos minutos en la total oscuridad, al decidir regresar ya no había nada detrás mío. Cuando alcancé la salida, o mejor aún cuando la salida me alcanzó corrí para situarme en el centro de aquella circunferencia amurallada. El sol secaba los labios. Insólitos símbolos dibujados en la candente arena atrajeron mi atención. Nadie respiraba a mi alrededor mas sentía la presencia extraña de la fiebre social. Y en el techo de la sala que se podía observar en dirección al este, un anciano señalando con su largo bastón, con voz inquisidora dijo:-Et divaj e´m tinoj, hansé vi`n hammamat sihul a`tsj jire´m. Perplejo quedé mirando al sol. El anciano había desaparecido mientras cerraba mis ojos en la acción involuntaria del pestañeo. Un segundo más tarde estaba parado en las altas rocas, alejado, alrededor de aquellas murallas que contenían el secreto del tiempo. El ruido incesante del trabajo comunitario dejábase oír en la distancia. Provenían de un solo lugar y de muchos a la vez. No recuerdo bien mi regresar al estado ordinario, claramente extasiado todavía podía oir aquel extraño ruido. ¿Quienes eran aquellas almas? ¿Cómo habían conseguido aquellos libros, cuales no fueron escritos sino despúes de cientos de años?. Tomé rápidamente el agua de la canilla del baño, mojé mi cara e intenté relajarme. Si todo estaba escrito antes de ser escrito, si todo culmina volviendo a existir, y lo que aquí haga ahora volverá a pasar en miles de años, aquella circunferencia, posiblemente sea, donde venimos y hacia donde vamos, el punto que contiene todos los puntos.

G. F. Degraaff
Degraaff22 de febrero de 2010

5 Comentarios

  • Elnovelistadeoro

    Te apoyo en tu texto, ir hacia el destino es el mejor lugar para buscar un final. Saludos Degraaff

    03/03/10 07:03

  • Degraaff

    ir hacia el destino dispuesto a recorrerlo en todo su largo... abierto, sin mirar atrás... gracias Novelista por tu paso y tu comentario... un gran abrazo...

    03/03/10 12:03

  • Gabrielfalconi

    gabriel genio
    me dijo verano que estabas por aqui
    abrazo

    03/03/10 03:03

  • Gabrielfalconi

    gabriel genio
    me dijo verano que estabas por aqui
    abrazo

    03/03/10 03:03

  • Degraaff

    jajaja... Oh! yo no sabía que Verano está por aquí... bueno parece que nos vamos encontrando de nuevo... abrazo amigo Gabriel!!

    03/03/10 03:03

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