Querías que estuviéramos siempre juntos, querías que nunca nos separáramos, querías que te quisiera, querías que fuéramos felices para siempre, querías que nunca se acabara nuestro amor, querías que todos se enterasen de que nos amábamos como nadie, querías que nunca llorara, querías verme siempre sonriendo, querías protegerme de todo, querías ser el primero, querías ser el único, querías que nunca hubiese nadie más, querías tener una bonita vida junto a mí.
Pero, ¿sabes qué? Que todo eso que querías, tú mismo lo rompiste. Rompiste todas tus promesas, te arrepentiste, pero fue demasiado tarde, tú mismo jodiste todo lo que habías formado junto a mí. Tú fuiste el que jodió todo y se arrepintió a la mañana siguiente, llamándome y pidiéndome perdón. Pero era demasiado tarde. Querías volver a construir lo que tú mismo destruiste. Y no. Las cosas no funcionan así. No. Si hubieses querido, nada de ésto hubiera pasado. Pero no quisiste. Te arrepentiste, sí. Pero tarde.
Las cosas se piensan antes de hacerlas, no después.
