No podíamos parar de reír, toda la torre de cartas se había caído. Entre carcajadas el me miraba dulcemente, me envolvía en un mundo irreal. Puedo asegurar que en ese momento todo el mundo sobraba, apenas recuerdo el nombre de alguien que allí se encontrase. Ambos nos sumergimos en un sueño, él me enseñaba cómo poner una carta sobre otra y que aquellos triángulos mantuvieran cierto equilibrio. Yo lo intentaba una y otra vez, era incapaz de terminarlo, él se reía:
- Jajajaja que torpe eres..
Yo me sonrojaba, y él me acariciaba el moflete. Yo cerraba los ojos, y acercaba mis hombros a mi cara, con la bufanda parecía más gordita pero se que a él le encantaba. Lo sé porque cada vez que eso ocurría él era incapaz de apagar su sonrisa, era inmensa. La ingente cantidad de sentimientos y pensamientos que a los dos nos recorría cada parte del cuerpo eran indescriptibles.
Al mismo tiempo que todo esto ocurría el chico que tanto me hizo sufrir pasaba a la historia, y este principe que apareció por casualidad lo sustituía. Ya podía sentirlo aquí, en mi pecho y en mi boca.
¡Mira que sonrisa más bonita al nombrarlo!
