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Desde El Yo (reflexiones)

Dicen que en el rincón más enigmático del interior de las personas se encuentra el yo sustantivo; pero nadie sabe si las actitudes que se expresan hacia afuera son siempre claras y concisas, aunque podemos entender que nuestras dudas y vacilaciones a la hora de saber quiénes somos en realidad a veces nos inundan con interpretaciones contradictorias. El yo de todas las personas nos corresponden con la singularidad de nuestra superficie social. ¿Podemos creer que esa es nuestra verdad o es algo inexplicable que convierte a cada ser humano en una incógnita? Hay momentos tan extraños que muchas veces somos algo diferente a lo que fuimos el día anterior. Podría ser que las acciones discordantes son las que, al final, nos homologan como obediencia a las diferentes batutas que dirigen nuestros cerebros.

¿Nos cerramos o nos abrimos? ¿Damos la cara o muchas veces preferimos dar la espalda a los problemas de nuestra personalidad? ¿Somos dos seres diferentes dentro de nosotros mismos? Existen contradicciones que son inevitables y convierten a las personas de una manera por dentro mientras se actúa de forma distinta por fuera. Aquí parece encontrarse la oposición radical que a veces nos desgarra la existencia pugnando entre el sí y el no. ¿Las cosas tienen que ser necesariamente así?

Nacemos y, de repente, antes de que nos demos cuenta ya hemos crecido lo suficiente como para plantearnos dudas existenciales. En este sentido, el existencialismo fue la corriente filosófica más fuerte del Siglo XX aunque sus raíces y primeras formulaciones son del Siglo XIX. Esto se produjo porque tras la II Guerra Mundial se nos introdujo en cada acto creativo influyendo de manera directa e inmediata en manifestaciones tales como la literatura, el arte, la bohemia conductiva, el modo de vivir... y por otra parte se nos presenta tan heterogéno que en lugar de hablar de exitencialismo debemos referirnos a los existencialismos en plural. Pensemos que esas corrientes filosóficas alborotaron todas las conciencias concretas e individualistas de los hombres y mujeres de la avanzadilla intelectual para rechazar el paradigma de lo abstracto y el también paradigmo de lo universal. Un ejemplo de ello fue Kierkergaard quien, arrancando de su crítica a Hegel, afirma que el error de este y todos sus seguidores es que aniquilaban el individualismo y lo convertía en mero momento transicional de la evolución mas no la evolución misma.

Así que podemos preguntarnos, siendo transparentes y sinceros con nosotros mismos, desde el yo da cada persona, si poseemos autenticidad o vivimos anulados por la nada, por el temor a lo desconocido, por la libertad que se nos escapa cuando queremos asirla en toda su extensión o por las decisiones que nos vienen a inculcar el futuro según las hayamos elegido. Lo que sí podemos decir, ante tanta duda e incertidumbre, es que la existencia no es nunca un concepto (manejado por pensadores pragmáticos y fundamentalistas) y no forma una universalidad en sí misma aunque sí es un microuniverso porque con ella elucidamos desde nosotros mismos y dentro de la la época histórica que nos ha tocado vivir (única e irrepetible) que nos sirve como experimentación social para quienes intentan controlar el rumbo de las generaciones humanas.

Lo que necesitamos encontrar es ese punto de equilibrio para decidir a través de nuestro yo cuando queremos sar el salto ascendente de nuestros pensamientos y convertirlos en trascendentales. ¿Es ese el perfil verdadero de toda nuestra existencia? Entramos en el tema de la libertad situada en el lado opuesto de la libertad. Explico este juego de palabras. La libertad se obtiene precisamente cuando nos damos cuenta y descubrimos desde el yo a través de la "no libertad" que nos hace tomar conciencia social. No tenemos más remedio que saber extrapolar que lo que existe, en realidad, no es la libertad sino la posibilidad de elegir nuestros compromisos con ella en un mundo democratizado y preparado para ello. Lo proponía Jean Paul Sartre como una agonía y una náusea de decadencia; pero fue Gabriel Marcel quien nos habló de una libertad bien elaborada si nos iniciamos desde el socratismo cristiano. En definitiva, nos queda el valor de las interpretaciones para encontrar la esperanza para nuestro futuro generacional.
Diesel07 de abril de 2018

1 Recomendaciones

2 Comentarios

  • Clopezn

    En el último párrafo creo que descubres la clave. El "yo sustantivo" y su libertad individual han de desplegar el "yo social" para alcanzar la libertad como individuo dentro de la amalgama social en la que nos toca vivir.
    Interesante reflexión.
    Un saludo

    11/04/18 12:04

  • Diesel

    Saludos Clopezn. El"yo sustantivo"dentro de las responsabilidades del "yo social". Ese es el asunto primordial de las personalidades humanas.

    11/04/18 09:04

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