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Jiménez

Jiménez es vago. Muy vago. Lo que más le gusta a Jiménez es ver pasar la vida por delante de sus ojos y, cuando llega la noche, oir entonces hermosos conciertos a los lunáticos grillos de su pensamiento.

Jiménez es tan vago como el tiempo de ocio se lo permite, pero Jiménez es vendedor de libros a comisión y todas las mañanas, con los tambores del amanecer es sus ojos, el inhumano despertar le toca la diana de la rutina. Y entonces el hermoso concierto de los lunáticos grillos se torna pesadilla. Una pesadilla que deambula por las calles cuando el sol, la lluvia o el viento, convierten cada día en una galera repleta de soledades. Las soledades de Jiménez las transporta en su portafolios. Es como si cada uno de los catálogos fuesen un rival de su felicidad.

Cuando Jiménez se levanta (sonámbulo de transformaciones), nunca se reconoce a sí mismo. Halla en el espejo del lavabo una cara transmutada y su escaso cabello le proporciona el discurrir de cada fecha. Por eso apaga la luz para lavarse. Es entonces cuando todos los artilugios del lavabo se encolerizan contra él. Para Jiménez el jabón es la cadena que le sujeta a la decepción; la maquinilla de afeitar es el eslabón que le une a su desesperanza; el cepillo de dientes es la máquina que destruye sus ideas; la colonia es el vapor de sus ilusiones (esfumado idilio con las flores); el peine... !ay el peine!... el peine es la guadaña de las ancestrales raíces de su sueños..
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Todos los artilugios del lavabo se encolerizan contra él porque Jiménez sólo ama sus perfiles y lo que le inspira hermosos conciertos son los lunáticos grillos de la noche. Al peine le gustaría ser el arpegio de sus baladas; a la colonia la letra de una bella canción; al cepillo de dientes un recital de sinfonías; a la maquinilla de afeitar un desfile de poemas y al jabón un suave preludio de violines... Sin embargo son los lunáticos grillos de sus pensamiento los únicos amores de Jiménez. Los lunáticos grillos de su pensamiento y la vecina de la que anda tan enamorado que todos los días, al alborear la mañana, es la primera clienta potencial que visita.

Jiménez intenta siempre mostrarle sus catálogos pero ella nunca le deja traspasar el umbral de la puerta, alegando siempre la misma frase entre sonrisas: "Ahora no... quizás cuando vuelva mi esposo".

Ella sabe que Jiménez la ama y juega a dspertarle celos. Por eso Jiménez está mustio y cabizbajo. Cuando se dirige a los transeúntes nunca les mira a los ojos, sino a la boca y, salvo aquella muchachita a la que vendió la Historia del Arte Precolombino, no ha conseguido ninguna otra victoria.

Hace ya un mes (ayer exactamente) que Jiménez encontró este su primer trabajo y hace ya un mes (ayer exactamente) que Jiménez toca el timbre de la casa de su vecina con la ilusión de penetrar en la vivienda. Ella siempre le recibe con una sonrisa en los labios y es por eso por lo que Jiménez sienmpre mira a la boca de sus hipotéticas víctimas.

Jiménez quiere traspasar los labios de su vecina pero ella sólo sonríe y le niega sus pretensiones. Es un juego en donde siempre sale perdedor y ella victoriosa. Por eso, hace una semana, cuando aquella muchachita le compró le Historia del Arte Precolombino, Jiménez pensó que la vecina también sería su presa; pero hace ya una seamana de aquello y Jiménez sigue perdiendo todas las batallas y lavándose, día tras día, con la luz apagada.

Anoche, sin embargo, sucedió el milagro.

- ¿Puedo pasar un momento?... Y Jiménez desplegó su catálogo.
- Adelante.
- ¿Es que está su esposo?.
- No. Pero puedes pasar tranquilamente.

A Jiménez le pareció que las puertas de la gloria se le abrían de par en par; sin embargo, los pies no le respondían a la llamada. Quedó mirando la sonrisa de ella mientras la puerta se deslizaba suavemente, impulsada por el brazo izquierdo de la mujer.

Él se atrevió a seguirla hasta el salón.

- !Siéntate... hombre... siéntate!.
- No... por favor... usted primero.

Ella se sentó en el amplio sofá. Él intentó hacerlo frente a ella.

- No. Aquí mismo. ¿No me quieres enseñar el catálogo? Pues aquí... junto a mí.

Jiménez se sentó al lado de ella.

- Mire... aquí tengo esto que le puede interesar. Es la "Historia del Arte Precolombino".
- Pues sí... me interesa bastante. Hace tiempo que ando buscando la oportunidad de tener algo así. Pero, por favor, explícame un poco la obra y deja de llamarme de usted. ¿Soy acaso vieja?.

A él se le subieron los colores mientras la visión le atenazaba la voz cuando la mujer se le acercó aún más. Pero Jiménez reaccionó y comenzó su lección de siempre.

- Los indios fueron maestros en el arte de la cerámica tanto en las formas...
- ¿A tí también te gustan las formas?.
- ... como en la ornamentación de los cuerpos.
- ¿Desnudos?.

Jiménez se controló.

- La cerámica india nos es conocida a través de algunos objetos...

Ella le enseñó, disimuladamente, los pechos.

¿Cómo éstos?.

Jiménez, con la vista turbada y el acento tembloroso, continuó.

- Siempre a la decoración precolombina se le conoce por la escasez de líneas curvas...

Ella se puso de pie.

¿Y yo también te parezco escasa de curvas?.

Jiménez quedó hundido en el sofá. El catálogo escapó de sus manos y su cara, falta de color, la hacía parecer un cadáver. Las piernas le temblaban.

Ella se le acercó.

- ¿Qué te ocurre?.
- !El corazón!. !El corazón!.
- Ven conmigo - le dijo la mujer- Verás cómo se te pasa.

Ella se lo llevó a la alcoba y lo tendió en la cama. repentinamente comenzó a desnudarle. Jiménez parecía un animal en el matadero, a punto de ser degollado. Cada prenda que perdía era un milenio de esperanzas. Cada parte desnuda de su cuerpo era un siglo de ilusiones. Cada movimiento de ella, una década de sueños.

Quiso articular palabras pero buscó en su interior y sólo halló un vacío que lo asolaba. Y mientras la boca de la mujer rebotaba en sus sentidos, parecía que la existencia se agotaba en inmaginaciones. Buscó una excusa para ocultar su presencia allí y... sin embargo... los besos de ella le hacían abrir los ojos a un nuevo día. A ese día señalado en que reconquistaba, bajo su piel lúcida, un sueño verdadero de ilusiones. Ya no eran los libros los que le atormentaban sino que quiso amarrar aquella especie de locura y en su desesperado amanecer sentía que los falsos idilios con las flores dejaban entrever realidades eternas... que no se esfumaban a través de la ventana... que no se hundían en un oscuro pensamiento.

Cuando ella se desnudó, aquel oscuro pensamiento quedó convertido en un sueño de carne y hueso. Por interés y placer la recibió sin saber qué era el amor, pero en aquel duelo de semillas germinales pudo más la pasión que la cobardía. Sintió cómo el corazón se abría para recibir nuevas instrucciones. El polen de una luz en sus células.

No supo, hasta entonces, que ella cabalgaba como crecida flor en su interior, perfumando la estancia y llenando el vacío.

- Te quiero hasta la Nada más absoluta - exclamó Jiménez - Te quiero más allá de la existencia de las formas precolombinas.
- No te preocupes. Quiero que sepas que hay más estrellas que horas.
- Sigue elevando las monótonas canciones de mi edad y empújame hasta el hálito plateado de tu aureola.
- Olvida qe fuiste lamento. Olvida que fuiste la vagancia de la Nada. No me quieras hasta esa nada absoluta que te asola. Ámame y no quieras poseer la sombra de mi impacto. Deseo que alcances todo mi cuerpo para vivirlo.
- Siempre.... siempre..., siempre...


Ella continuó con sus movimientos.

- Si mis pensamientos tuvieran alas, entraría a formar parte de tu aroma. He soñado tantas veces con poseerte que podría ser el pájaro que canta tus amaneceres y podría cobijarme en todos los rincones de tu cuerpo.
-sSgue... cobíjate en mis amaneceres de hembra. Piensa que mi cuerpo es tu vida.
- Quiero cuidar para siempre tu imagen... esa imagen que todo los vecinos quieren atrapar porque eres de verdad.
- Yo soy la estrella de todas tus noches y no te abandono durante el día porque me fundo con el Sol.-
- Por eso me gustaría ser tu trovador y dejar de repetir tantos caminos de olvidos que son imposibles.

Luego se hizo el silencio y sólo se oía la respiración de aquellos dos cuerpos amándose.

Jiménez acariciaba la cara de aquella hermosa hembra cuando, repentinamente, apareció el otro.

- !No! - exsclamó ella.

Pero en los ojos del otro sólo había violencia mientras avanzaba.

- !No! - volvió a exclamar ella.

Ya era tarde. La pistola esteba frente al corazón de Jiménez.

- !No... al corazón no!. !No le dispares al corazón!.

!Bang, bang, bang, bang, bang!. Fueron cinco disparos certeros.

El primero le liberó de la decepción. El segundo le liberó de su desesperanza. El tercero le liberó de sus ideas. El cuarto le liberó de sus ilusiones. El quinto le liberó de sus sueños.

Hoy es un día muy caluroso. Jiménez se ha desplomado sobre la acera después de haber corrido toda la mañana intentando vender algo. pPro volvió a perder las batallas. Y esta vez había perdido la guerra.

Los transeúntes quisieron reanimarle... pero Jiménez ya no existía. El paro cardíaco fue irreversible y mortal.

Nunca más volverá a apagar la luz para lavarse. Había salido al sol, y lo demás sólo fue un sueño que le destruyó el corazón.
Diesel12 de enero de 2009

9 Comentarios

  • Dama

    Pero Diesel??????
    Como se te ocurre dejar a Tanata que escriba tu cuento....jajajajaja??????

    Aparte de que me ha gustado mucho el relato ( pobre Jimenez ) ..me he reido imaginandote con Tanata a tu lado escribiendo a dos manos.

    Un besote muy cari?oso mi buen amigo.

    12/01/09 10:01

  • Unsilencioquenocalla

    Estimado Diesel:
    El nivel de tus met?foras me transport? a escenarios v?vidos y reales, pero ese nivel alcanzado no se condice con la desidia que has mostrado en la escritura del texto. Personalmente, como uno de tus m?s entusiastas lectores, lamento lo dificultoso de la lectura por las omisiones y yerros en la digitaci?n de los caracteres.
    Eso respecto de la forma, en relaci?n al fondo, excelente relato, que hubiera preferido terminara despu?s de la explicaci?n de lo que se llev? cada uno de esos cinco disparos.
    Relato genial y vigoroso.

    13/01/09 04:01

  • Dama

    A Unsilencioquecalla.

    Estimado amigo, lo que le ha sucedido a Diesel es que tiene a su lado a un duende que hace de las suyas con el teclado, es por eso que la forma en que est? escrito te ha dificultado la lectura.
    Yo en cambio no he tenido problema alguno, conozco a TANATA que as? se llama el duende y s? lo que es capaz de hacer.
    Se le perdona todo a nuestro grann escritor y amigo Diesl.

    Un beso a los dos

    13/01/09 08:01

  • Leonora

    As? se habla Dama,los que leemos a Diesel sabemos que es genial con el ?tintero y la pluma?,Diesel me encanto tu texto, me ha hecho sonrreir a pesar de la nieve que esta cayendo en este instante,no es por que no me guste ,si no dificil que es regresar a casa cuando en madrid nieva.pobre de mi.!!!.jajaja.un abrazo como siempre felicidades.

    13/01/09 10:01

  • Diesel

    Abrazos para odos. Un siencio: ocurri? queTanata se meti? por medio porque la computadora donde estaba trabaqando (de mi amigo marroqu? Ilias El Goumi) estaba completamente averiada. me cost? enormes,pero enormes esfuerzos, poder escribir el relato y la hora se me ven?a encima. Ahora me dedico a reeditrlo y corregir los erroes. Gracias a tdos los que hab?is comentado. Un abrazo y besotes.

    13/01/09 06:01

  • Danae

    S?, un coraz?n tambi?n puede reventar por sobrecarga de sue?os. Gran final para un relato redondo en todos los sentidos. Nada que objetar, todo que alabar. As? que resumo: una maravilla. Me lo llevo a mis favoritos.

    13/01/09 08:01

  • Diesel

    Much?simas gracias, D?nae. Te lo dedico con todo mi coraz?n, amiga. Y te leo. Voy a ver si tengo tiempo de comentarte yo.

    13/01/09 09:01

  • Danae

    Gracias, Diesel, muy honrada!!! Siempre bienvenidos para mi tus magn?ficos textos. Y bienvenida tu visita a mi p?gina, sea a la hora que sea. Un besote

    14/01/09 10:01

  • Diesel

    lei yu ?ltimo texsto D?nae. Me maravill? tanto que lo pas? a favoritos. Un beso sincero.

    14/01/09 10:01

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