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Paradojas de la Vida Humana (reflexiones)

Entiendo muchas cosas que pasan y otras muchas cosas que no pasan. Pero no las entiendo como algo que aprendí a formular en algún momento de la concurrencia de esas cosas en mi ánimo. Es más, reconozco que en principio no las entiendo casi nada... porque entender las circunstancias de las cosas que nos ocurren o que ocurren a nuestro alrededor no es un aprendizaje de escuela o de universidad ni tan siquiera un aprendizaje del intelecto... porque nos pillan casi siempre de sorpresa. Y entonces es cuando tenemos que aprender sobre el mismo terreno de batalla. ¿Quién, siendo humano, no ha aprendido a aceptar las equivocaciones como escuela del aprendizaje diario? ¡Cuántas veces, quisiera haber podido detener los minutos de la vida y haberme puesto a pensar... cuántas veces! No lo digo por mí sino por muchos hombres y mujeres que he conocido y que sigo conociendo.


La vida es un torbellino que a veces nos pilla impensados. Y tenemos que actuar porque estamos vivos. Y ahí es cuando algunas veces acertamos y otras veces nos equivocamos. Entonces es cuando me pongo a pensar y comprendo ciertas cosas que no comprendía, y entiendo a ciertos seres que no entendía, y asumo ciertas responsabilidades que no asumía... y, en definitiva, maduro aspectos que antes no habían madurado del todo.

Lo importante, después de todo, es tener una vida por delante para superar momentos y para crecer... y es por eso por lo que me encanta tener amigos y amigas en este planeta... porque no sólo está el hecho de concurrir a los amigos concretos del día a día, sino que es gratificante y hermoso saber que hay otros seres humanos más allá de la pantalla, en otra pantalla, en otra distancia llamada comunicación, en la misma onda, que te entiende y te comprende, para hacerte sinónimo de pertenencia a la Humanidad.

Pero la vida de los seres humanos está, muchas veces, llenas de paradojas y muchos hombres y mujeres comenten serios y graves errores por no tener la suficiente calma y tranquilidad antes de tomar una decisión que les va a marcar durante toda su vida y que les van a convertir en pesonas llenas de amarguras.

Decía Ralph Waldo Emerson, en el siglo XIX, que en la Naturaleza, cada minuto es nuevo; el pasado es siempre absorbido y olvidado; sólo es sagrado el futuro. Pienso yo que todas las cosas tienden a ascender continuamente (incluido el pasado que, en contra de lo que señaló Emerson, creo que nunca lo olvidamos del todo y es una seña de identidad muy unida a nuestro presente) y que por eso los humanos quieren, desde hace algún tiempo, llegar incluso a poblar otros planetas.

La superación es una de las leyes de la vida humana y en esta dimensión ascendente hay algunas personas, de mentalidad frívola y algo superficial, que basan todo el progreso en la suerte y en las circunstancias. Puede ser que a veces exista suerte y ciertas circunstancias favorables pero las personas que tienen la mente más fuerte saben que el progreso se basa, esencialmente, en las causas y en las consecuencias.

Hablar demasiado del destino (aunque creo que podemos plantear ciertas interrogantes sobre el destino) es permanecer en un nivel algo inferior y peligroso, porque provocamos, con ello, los males que se temen. También existe una frase que dice que algunos nacen con estrella. No es muy cierto. La estrella existe y puede, en algún momento determinado, dar su buena ventura a alguien... pero sólo es una especie de metáfora sin consistencia a la hora de definir a un ser humano. La condición de todo ser humano es dar solución a las preguntas que se hace a lo largo de su vida. Quien, de una manera u otra, llega a sentirse realizado o a sentirse bien con lo que es, no lo ha logrado por tener suerte o estrella, lo ha conseguido porque ha ido planteándose preguntas que supo contestar.


En este sentido, Emerson construyó una filosofía que influyó, a su vez, en otros escritores norteamericanos como William James y Henry Ford, y su planteamiento sobre basar las fuerzas propias en el entendimiento de las causas y los efectos influyó, también poderosamente, en hombres como Maeterlinck, Bergson, Romains y Duhamel; en todos los optimistas que creen en la capacidad del corazón humano y en todos los espíritus generosos que juzgan que el hombre es digno de la posesión del mundo. Como dijo Henry David Thoreau: "Primero debemos ser personas, y sólo después súbditos".

Tengo en mis manos el libro "Atrévete a vivir" (de Jaime Fernández Garrido), que suelo consultar bastante a menudo porque sus páginas están llenas de sabiduría. Textualmente, una de sus pagínas dice lo siguiente: "La película "Naufrago" fue protagonizada casi exclusivamente por Tom Hanks. En ella se narra la historia de un hombre que trabaja en una empresa de mensaajería, y que toda su vida se basa en correr para alcanzar sus objetivos, tanto que casi no tiene tiempo para sus amigos, ni para su novia. Debido a un accidente de aviación cae en una isla, y milagrosamente salva su vida. pero tiene que pasar meses enteros sin hacer nada, descubriendo que le puede llevar varios días hacer un anzuelo para pescar y comer, o un par de meses lograr preparar una red. De repente, descubre que no existe el tiempo y que cada día es completamente diferente, que el mundo "real" es su propia vida y que lo único que puede hacer es disfrutar de esa vida"

Sigo con la citada página: "Alguien contó una vez que un hombre caminaba por la playa en una noche cerrada. Hablaba consigo mismo pensando: Si tuviera un coche nuevo, sería feliz.Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Quizás si mi pareja me quisiera más, sería feliz. Mientras hablaba, encontró una bolsa llena de piedras y comenzó a tirarlas una a una al mar como si con cada piedra lanzase uno de sus deseo: Sería feliz sí..."

Después continúa: "Así lo hizo durante varios minutos en la noche, hasta que quedaba una sola piedra en la bolsa y decidió guardarla. Al llegar a casa se acostó. Su mujer al recoger la ropa encontró la piedra y se dio cuenta de que era un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar sin detenerse a verlos y apreciarlos?"

Jaime sigue escribiendo: "Mucha gente vive arrojando los pequeños tesoros que tienen en sus vidas sin darle valor a todo lo que hay a su alrededor. Arrojan fuera de sí diamantes de incalculable valor esperano que la vida sea más "justa" con ellos. Tiran lo que les harían disfrutar mientras desean cosas y situaciones que no les convienen. Así hasta que llega un momento en que comienzan a aprender lo que es realmente importante. Normalmente cuando ya les queda muy poco tiempo para vivir"

Y los tres siguientes párrafos los recojo en el siguiente: "Mira lo que está cerca de ti y detente a observar todo lo que tienes. Puede ser que te des cuenta de que eres mucho más afortunado de lo que crees. Observa casa "piedra" que está en tus manos, porque quizás sea un diamante valiosos que estás despreciando casi sin darte cuenta. Cada uno de los días que Dios nos regala un diamante valioso e irremplazable depende de ti aprovecharlo o lanzarlo al mar, para que nunca más puedas recuperarlo. La vida es un regalo. ¡Disfrútala como un regalo!

Muy lejos de las paradojas absurdas de muchos absurdos que viven a nuestro alrededor, yo me planteo la vida como un Gran Sueño real. Lo voy a explicar de manera concreta. A medida que crecemos en edad vamos siendo sospechosos de todo y la verdad es que nadie entiende de qué somos sospechosos. Extraña paradoja pero real como la vida misma. Y entonces escribimos para aprender que la vida es una ocupación y cuando ella se dedica a no querer... de nada nos vale la experiencia para cambiar su antojo. Ponerse a escribir es por tanto algo que no nos sirve de mucho. Lo importante no es ponerse a escribir premeditadamente buscando un interés, sino simplemente escribir cuando entra el deseo de hacerlo. No para explicar esos momentos en que la vida se vuelve caprichosamente inconforme con nuestros anhelos sino escribir para sentirnos vivos.

Seguimos unas líneas de comportamiento dentro de un tiempo determinado y al contrario que ocurre con la piel, que cada vez se llena de más arrugas, el deseo de escribir viviendo nos hace rejuvenecer porque, en contra de lo que en principio se pueda pensar, el tiempo más existente es el pasado tomado siempre como una apertura irremediable hacia nosotros mismos y nuestro posterior proceder. Es importante pensar que el presente no existe y que el futuro no tiene límites pero es irreal. Entonces sólo nos queda por entender que el pasado es real y absoluto y además eterno porque ya no se podrá acabar nunca.

A medida que vamos avanzando en el tiempo vamos siempre haciéndonos más sencillos. Sobre todo a partir de ese momento en que deseamos ya no complicarnos la existencia con sobrecargas y comenzamos a soltar lastre para economizar las energías y ser más concretos. Nos vamos desnudando de ropajes superfluos y nuestra preocupación se va basando, cada vez más, en ser explícitos y concretos sin abandonar la fantasía del vivir. Las percepciones se nos hacen más idénticas y nos vamos pareciendo cada vez más a nosotros mismos.

¿En qué espacio de tiempo nos hacemos nosotros mismos?. El presente no existe porque el tiempo no cesa de estar en movimiento y hace imposible la tarea de detener al presente para poder vivirlo con delectación. No hay tiempo posible para el presente. Por otro lado, el futuro es irreal pero sabemos que es infinito y sólo se construye con la acumulación de las vivencias del pasado que nos hacen proyectarlas hacia un adelante todavía no real. Es por lo tanto el pasado, en definitiva, el único tiempo real y eterno.

Tal vez lo más auténtico es lo que podemos contar como pasado propio. En efecto, nuestra realidad más visible y reconocible es ese continuo pasado que se va acumulando de presentes inexistentes y de futuros irreales. Entonces la pregunta es ¿qué pasará cuándo el ser humano haya desaparecido?. Sólo existirá su pasado porque su pasado es eterno y real. De todas formas la pregunta adolece de una equivocada propuesta. Como el futuro es infinito también el ser humano es infinito. O sea, como me explica mi cuñado Pepe Falconí, con el cual estoy de acuerdo… el ser humano llegará a conquistar la eternidad. Y como esto nos produce cierto temor en el alma entonces ideamos el concepto de Dios para eternizarnos de una manera creíble. Entendiendo, en este sentido, a Dios como la profunda interpretación del tiempo vital y eterno. Sin paradoja alguna cuando creo que tenemos en nuestras manos los diamantes necesarios y suficientes para no ser tal como somos sino tal como soñamos ser pero con los ojos despiertos. Sin paradoja alguna pero con el sueño de la certidumbre real porque no tiramos los diamantes al mar.

Asegurar que estamos en posesión de la Verdad (así en absoluto y con mayúscula) es una tentación que nos pone en la situación de interpretarnos como personas sin enigmas. Pero todos somos, en este mundo, personajes enigmáticos. De ahí lo paradójico del tema. Somos hombres y mujeres que llegamos a la vida suscitándonos curiosidades para hacernos capaces de entendernos. El problema es ¿qué debemos de entender como Verdad absoluta y con mayúscula?. Entonces, ante esta pregunta, creamos una espìral, un círculo que nunca se cierra, donde no podemos controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor ni todo lo que ocurre en nuestro interior. Por eso la Verdad absoluta nunca la podemos definir como un hallazgo definitivo salvo que creamos firmemente en la existencia de Dios como Verdad absoluta.


Una cosa es tener claro un tema y una actitud hacia ese tema para actuar con arreglo a nuestros principios sólidos y otra bien distinta formular un tema y una actitud totalmente absoluta. Sólo las personas inmovilistas, las que nunca crecen, permanecen estáticas; mas el que busca la Verdad está en continuo desarrollo y se conduce a través del diálogo con todo lo que le rodea y con todo lo que va siendo él mismo. Si nos conducimos a través de ese diálogo evolutivo no podemos ser fundamentalistas de la Verdad. Ser fundamentalistas de la Verdad es, por lo tanto, una locura comparativa carente de verdadero significativo clarificador.

La actitud que tenemos para compararnos con lo que ocurre a nuestro alrededor y lo que ocurre dentro de nosotros mismos hace que seamos cualquier cosa menos seres estáticos. Sólo los que no tienen respeto a lo que es la vida se creen poseedores de la Verdad absoluta. No es que la Verdad absoluta no exista. Es que se compone de infinitas verdades relativas y por eso sólo podemos acercarnos a ella. Sólo un hipotético Dios posee la Verdad absoluta, pero la guarda en sus propios misterios.

Claro que vivimos verdades. Claro que sabemos distinguir entre una verdad y una mentira, pero no tenemos nunca que comulgar con un pensamiento único porque el pensamiento es variable, evolutivo y ascendente por lo que tiene de intuitivo. No hay un pensamiento único en la historia de los seres humanos. Incluso dentro de un pensamiento análogo e igual hay infinitas variantes. Por eso, si se nos despierta la curiosidad por conocer la Verdad, tenemos que abrir la mente a nuestro propio mundo y al mundo de los ajenos, incluso aunque tengamos éxito con nuestras reflexiones.

La curiosidad por conocer la Verdad no es mala sino todo lo contrario, pero sólo si se enfoca hacia un lado positivo. Entonces hay que tener en cuenta que, en el lado positivo de los humanos, hay un espacio muy grande para lo fantástico, para lo que nos estimula a seguir soñando, para lo que hace que este mundo de las verdades relativas sean espejos abiertos a la curiosidad innata por alcanzar las aproximaciones evolutivas hacia la Verdad. Una evolución que nos hace, poco a poco, ir progresando sabiendo que nunca podremos conquistar la Verdad absoluta porque es una paradoja en sí misma salvo en el mismo Dios.

Un excesivo afán por ser tal como pensamos que somos nos hace desvirtuar la Verdad. Hay que mirar a nuestros múltiples espejos (y no todos están colocados de frente) para saber cuáles son las verdades relativas que nos aproximan a la Verdad absoluta. Hay muchos intransigentes que no reflexionan sobre este asunto. Pero los intransigentes mentales están siempre inmersos en el error continuo. Hay que tener tiempo y dar tiempo al tiempo para ser hombres y mujeres con vida; con ese aspecto humano y completo que es la necesidad de expresión, de comunicación con otros seres humanos, para de manera abierta ir descubriendo verdades relativas como aproximaciones a la paradójica Verdad absoluta que deja de ser paradójica cuando descubrimos que nos hemos transformado tanto por dentro de nuestra psiquis como por elexterior de nuestra piel humana porque hemos descubierto que la Verdad absoluta es Dios y la transformación absoluta de Dios es Jesucristo. A partir de eso dejamos de ser paradójicos y podemos trandformarnos en todos los sentidos psiquicos y las manifestaciones físicas gracias a la labor del Espíritu Santo que es toda esa cantidad de diamantes que no debemos desperdiciarlos arrojándolos al mar sino aprovecharlos para Vivir con la V mayúscula de la Verdad que deja, entonces de ser paradójica y se hace realidad.
Diesel06 de febrero de 2014

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