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¡toma Caña, Ocaña! (diario)

Era visto y no visto. Ocaña, esbirro de Merino, y Merino, que se las daba de artillero, caían tarde tras tarde de forma irremediable. ¡Vamos a seguir así! decía el tal Ocaña ante la sonrisa que yo no me podía aguantar porque resultaba que, en cuatro cinco jugadas seguidas, dábamos la vuelta al marcador y el tal Ocaña, junto con el tal Merino, y junto con el tal Ricardito y varios más, se iban a sus casas con las orejas gachas. Me acuerdo de las carcajadas que soltábamos los tres pequeños cuando recordábamos lo de ¡Vamos a seguir así! El caso es que nuestras victorias sobre el terreno de juego, allá por donde ahora se encuentra el Barrio de Moratalaz, eran tan impresionantes que pronto pasaron a formar parte de las leyendas de Alcalde Sáinz de Baranda y sus alrededores. Felices recuerdos Ocaña, Merino, Ricardito, Tirapedos y demás chuletas de barriada que ni media rosca os comíais ni con esto del fútbol ni con las chavalas. Por cierto, El Guti todavía estará recordando... y vaya que si estará recordando... en medio de la frutería de su padre. ¡Toma caña, Ocaña! Y ahora vas y lo "tuiteas" que la verdad es la verdad y la verdad es como el algodón; o sea, que nada de contar mentiras que ya no estamos en el campamento.

Por cierto, banda de la Baranda, si queréis noticias mías os comento que sigo en pie, con las mismas fuerzas de aquel entonces, y barriendo enemigos en los campos de batalla. Así que si tenéis algo que reclamar os dirigís a Garzón, que a lo mejor ya no está llorando... ¿verdad que sí, Garzón? Y puestos a llorar, por favor, chuleta de los chuletas, deja de llorar camino del Altamira porque Bonifacio te ha inflado a hostias. Yo, la verdad, sigo tan tranquilo como cuando subía por la escaleras del portal número 56 (Alcalde Sáinz de Baranda) y me partía de risa viendo a los cinco, seis o siete (porque hasta tan mariquitas resultabais ser que teníais que estar en grupitos) diciendo que erais matones pero ni os atrevíais a intentar ponerme la mano encima porque sabíais que yo era capaz de tiraros por las escaleras abajo a los cinco, a los seis y hasta a los siete juntos.

¡Qué felices recuerdos tengo de aquella memorable infancia en donde el "mocarra" de Cortés ni tan siquiera se atrevió a intentarlo y donde Matas (el del Safa) casi voló por la ventana del aula! Y dicha la verdad pues nada. Que la vida sigue y yo sigo. Reclamaciones al maestro armero que hasta Don Florencio sentía lástima de todos vosotros. Yo al único que apreciaba y al único que estaba dispuesto a defender contra vuestras chulerías era al humilde Cachafeiro. Si hubieseis tenido en su sitio lo que los hombres de verdad tenemos en su sitio no hubieseis sido tan cobardes y crueles como para meteros en grupos de 10 ó 12 contra aquel pobre niño al que acosabais como cobardes y que pedía auxilio a cualquier persona mayor que encontraba por las calles. ¡Vergüenza me daba a mí ser como vosotros y por eso sólo me dabais asco! Lo saben Cesáreo y Gabriel. Y lo digo por aquella vez en que en El Retiro casi le abro la cabeza de un "meñazo" al chulito de los patines porque no quería soltar a Gabriel. Y esto es sólo unos pocos de los recuerdos que tengo de aquella infancia en que viví más contento y más feliz que unas castañuelas mientras vosotros os moríais de envidia.

Y termino cantando: "¡Hoy he vuelto a pasar por aquellas felices calles en donde el tiempo se abre y yo vuelvo a recordar! ¡Por las felices calles que van al cole, que van al cole! ¡Por las felices calles donde la risa me corresponde!" A pasar felices vacaciones "mendas" de barriada y si me recordais ya sabéis lo poco que valíais de uno en uno y mucho menos todavía todos juntitos como mariquitas. Y sigo cantando para terminar: "¡Mariquilla bonita, mariquilla chiquita!" y lo de "¡Qué tiempo tan feliz que nunca olvidaré!". Y fin de secuencia que esto es más que una película de risa porque sirve para reflexionar. Todavía estará Aguinaga esperando a que mi madre arregle la rotura de su chaqueta y quizás haya aprendido que quien va por lana sale trasquilado. ¡Parece mentira que Gimi a solas os diese más que una estera a siete juntos! ¡Imaginaos lo que hubiese sido si los cuatro nos hubiésemos puesto a repartir a diestro y siniestro! Menos mal que Dios es Grande y tuvo compasión de todos vosotros.

A quienes corresponda:

Era visto y no visto. Ocaña, esbirro de Merino, y Merino, que se las daba de artillero, caían tarde tras tarde de forma irremediable. ¡Vamos a seguir así! decía el tal Ocaña ante la sonrisa que yo no me podía aguantar porque resultaba que, en cuatro cinco jugadas seguidas, dábamos la vuelta al marcador y el tal Ocaña, junto con el tal Merino, y junto con el tal Ricardito y varios más, se iban a sus casas con las orejas gachas. Me acuerdo de las carcajadas que soltábamos los tres pequeños cuando recordábamos lo de ¡Vamos a seguir así! El caso es que nuestras victorias sobre el terreno de juego, allá por donde ahora se encuentra el Barrio de Moratalaz, eran tan impresionantes que pronto pasaron a formar parte de las leyendas de Alcalde Sáinz de Baranda y sus alrededores. Felices recuerdos Ocaña, Merino, Ricardito, Tirapedos y demás chuletas de barriada que ni media rosca os comíais ni con esto del fútbol ni con las chavalas. Por cierto, El Guti todavía estará recordando... y vaya que si estará recordando... en medio de la frutería de su padre. ¡Toma caña, Ocaña! Y ahora vas y lo "tuiteas" que la verdad es la verdad y la verdad es como el algodón; o sea, que nada de contar mentiras que ya no estamos en el campamento.

Por cierto, banda de la Baranda, si queréis noticias mías os comento que sigo en pie, con las mismas fuerzas de aquel entonces, y barriendo enemigos en los campos de batalla. Así que si tenéis algo que reclamar os dirigís a Garzón, que a lo mejor ya no está llorando... ¿verdad que sí, Garzón? Y puestos a llorar, por favor, chuleta de los chuletas, deja de llorar camino del Altamira porque Bonifacio te ha inflado a hostias. Yo, la verdad, sigo tan tranquilo como cuando subía por la escaleras del portal número 56 (Alcalde Sáinz de Baranda) y me partía de risa viendo a los cinco, seis o siete (porque hasta tan mariquitas resultábais ser que teníais que estar en grupitos) diciendo que érais matones pero ni os atrevíais a intentar ponerme la mano encima porque sabíais que yo era capaz de tiraros por las escaleras abajo a los cinco, a los seis y hasta a los siete juntos.

¡Qué felices recuerdos tengo de aquella memorable infancia en donde el "mocarra" de Cortés ni tan siquiera se atrevió a intentarlo y donde Matas (el del Safa) casi voló por la ventana del aula! Y dicha la verdad pues nada. Que la vida sigue y yo sigo. Reclamaciones al maestro armero que hasta Don Florencio sentía lástima de todos vosotros. Yo al único que apreciaba y al único que estaba dispuesto a defender contra vuestras chulerías era al humilde Cachafeiro. Si hubieseis tenido en su sitio lo que los hombres de verdad tenemos en su sitio no hubieseis sido tan cobardes y crueles como para meteros en grupos de 10 ó 12 contra aquel pobre niño al que acosabais como cobardes y que pedía auxilio a cualquier persona mayor que encontraba por las calles. ¡Vergüenza me daba a mí ser como vosotros y por eso sólo me dabais asco! Lo saben Cesáreo y Gabriel. Y lo digo por aquella vez en que en El Retiro casi le abro la cabeza de un "meñazo" al chulito de los patines porque no quería soltar a Gabriel. Y esto es sólo unos pocos de los recuerdos que tengo de aquella infancia en que viví más contento y más feliz que unas castañuelas mientras vosotros os moríais de envidia.

Y termino cantando: "¡Hoy he vuelto a pasar por aquellas felices calles en donde el tiempo se abre y yo vuelvo a recordar! ¡Por las felices calles que van al cole, que van al cole! ¡Por las felices calles donde la risa me corresponde!" A pasar felices vacaciones "mendas" de barriada y si me recordais ya sabéis lo poco que valíais de uno en uno y mucho menos todavía todos juntitos como mariquitas. Y sigo cantando para terminar: "¡Mariquilla bonita, mariquilla chiquita!" y lo de "¡Qué tiempo tan feliz que nunca olvidaré!". Y fin de secuencia que esto es más que una película de risa porque sirve para reflexionar. Todavía estará Aguinaga esperando a que mi madre arregle la rotura de su chaqueta y quizás haya aprendido que quien va por lana sale trasquilado. ¡Parece mentira que Gimi a solas os diese más que una estera a siete juntos! ¡Imaginaos lo que hubiese sido si los cuatro nos hubiésemos puesto a repartir a diestro y siniestro! Menos mal que Dios es Grande y tuvo compasión de todos vosotros.


A quienes corresponda:

Era visto y no visto. Ocaña, esbirro de Merino, y Merino, que se las daba de artillero, caían tarde tras tarde de forma irremediable. ¡Vamos a seguir así! decía el tal Ocaña ante la sonrisa que yo no me podía aguantar porque resultaba que, en cuatro cinco jugadas seguidas, dábamos la vuelta al marcador y el tal Ocaña, junto con el tal Merino, y junto con el tal Ricardito y varios más, se iban a sus casas con las orejas gachas. Me acuerdo de las carcajadas que soltábamos los tres pequeños cuando recordábamos lo de ¡Vamos a seguir así! El caso es que nuestras victorias sobre el terreno de juego, allá por donde ahora se encuentra el Barrio de Moratalaz, eran tan impresionantes que pronto pasaron a formar parte de las leyendas de Alcalde Sáinz de Baranda y sus alrededores. Felices recuerdos Ocaña, Merino, Ricardito, Tirapedos y demás chuletas de barriada que ni media rosca os comíais ni con esto del fútbol ni con las chavalas. Por cierto, El Guti todavía estará recordando... y vaya que si estará recordando... en medio de la frutería de su padre. ¡Toma caña, Ocaña! Y ahora vas y lo "tuiteas" que la verdad es la verdad y la verdad es como el algodón; o sea, que nada de contar mentiras que ya no estamos en el campamento.

Por cierto, banda de la Baranda, si queréis noticias mías os comento que sigo en pie, con las mismas fuerzas de aquel entonces, y barriendo enemigos en los campos de batalla. Así que si tenéis algo que reclamar os dirigís a Garzón, que a lo mejor ya no está llorando... ¿verdad que sí, Garzón? Y puestos a llorar, por favor, chuleta de los chuletas, deja de llorar camino del Altamira porque Bonifacio te ha inflado a hostias. Yo, la verdad, sigo tan tranquilo como cuando subía por las escaleras del portal número 56 (Alcalde Sáinz de Baranda) y me partía de risa viendo a los cinco, seis o siete (porque hasta tan mariquitas resultabais ser que teníais que estar en grupitos) diciendo que erais matones pero ni os atrevíais a intentar ponerme la mano encima porque sabíais que yo era capaz de tiraros por las escaleras abajo a los cinco, a los seis y hasta a los siete juntos.

¡Qué felices recuerdos tengo de aquella memorable infancia en donde el "mocarra" de Cortés ni tan siquiera se atrevió a intentarlo y donde Matas (el del Safa) casi voló por la ventana del aula! Y dicha la verdad pues nada. Que la vida sigue y yo sigo. Reclamaciones al maestro armero que hasta Don Florencio sentía lástima de todos vosotros. Yo al único que apreciaba y al único que estaba dispuesto a defender contra vuestras chulerías era al humilde Cachafeiro. Si hubieseis tenido en su sitio lo que los hombres de verdad tenemos en su sitio no hubieseis sido tan cobardes y crueles como para meteros en grupos de 10 ó 12 contra aquel pobre niño al que acosabais como cobardes y que pedía auxilio a cualquier persona mayor que encontraba por las calles. ¡Vergüenza me daba a mí ser como vosotros y por eso sólo me dabais asco! Lo saben Cesáreo y Gabriel. Y lo digo por aquella vez en que en El Retiro casi le abro la cabeza de un "meñazo" al chulito de los patines porque no quería soltar a Gabriel. Y esto es sólo unos pocos de los recuerdos que tengo de aquella infancia en que viví más contento y más feliz que unas castañuelas mientras vosotros os moríais de envidia.

Y termino cantando: "¡Hoy he vuelto a pasar por aquellas felices calles en donde el tiempo se abre y yo vuelvo a recordar! ¡Por las felices calles que van al cole, que van al cole! ¡Por las felices calles donde la risa me corresponde!" A pasar felices vacaciones "mendas" de barriada y si me recordáis ya sabéis lo poco que valíais de uno en uno y mucho menos todavía todos juntitos como mariquitas. Y sigo cantando para terminar: "¡Mariquilla bonita, mariquilla chiquita!" y lo de "¡Qué tiempo tan feliz que nunca olvidaré!". Y fin de secuencia que esto es más que una película de risa porque sirve para reflexionar. Todavía estará Aguinaga esperando a que mi madre arregle la rotura de su chaqueta y quizás haya aprendido que quien va por lana sale trasquilado. ¡Parece mentira que Gimi a solas os diese más que una estera a siete juntos! ¡Imaginaos lo que hubiese sido si los cuatro nos hubiésemos puesto a repartir a diestro y siniestro! Menos mal que Dios es Grande y tuvo compasión de todos vosotros.








Diesel04 de agosto de 2015

4 Comentarios

  • Mejorana

    Te acabo de encontrar y ha sido un gustazo volver a leerte, Diesel.
    Veo con satisfacción que te has soltado la melena y hala, a escribir sincero y de corazón. Rememorar infancias y fantasear a pierna suelta con una técnica impecable.
    Muy bien Diesel.
    Te dejo un abrazo de todo corazón.

    04/08/15 08:08

  • Diesel

    Gracias.

    05/08/15 02:08

  • Diesel

    Nunca he dejado de recordarte a pesar de nuestras "distancias"...

    05/08/15 02:08

  • Diesel

    Perdón por las repeticiones del texto pero quizás era hasta conveniente por lo de "Para que no me olvides ni tan siquiera un momento" que es también una canción preciosa para hacer recordar a quienes me recuerden sentado y en silencio dentro del aula.

    05/08/15 02:08

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