En estos momentos en los que estoy sola, analizo una conversación que tuve hace relativamente poco, y me doy cuenta de que todo en esta vida no es eterno. La vida es demasiado corta como para dejarla escapar, hay que seguir adelante por todas esas personas que ya no están y que no volverán, por las que están y por las en un futuro aparecerán en nuestras vidas. Hay momentos en esta vida que nunca olvidaremos como la perdía de un familiar, la desesperación que sentimos al ver a un ser querido irse y no poder hacer nada, el momento en el que te lo dicen, la reacción de tu familia, pero lo que más cuesta es hacerse la fuerte porque en esos momentos no puedes dejarte caer, debes mantenerte firme porque si tu te derrumbas todo caerá contigo. Todo ese dolor y sufrimiento que guardamos durante días, meses e incluso años, necesita salir a la luz. Si lo guardas será peor pero claro ¿A quién contárselo ? Eso es una decisión muy difícil porque no se lo puedes contar a ningún familiar que haya sufrido esa perdida pues le hundirías contigo. Son en estos momentos en los que hace falta un amigo o simplemente alguien que te ofrezca un hombro sobre el que llorar y soltar desahogarte, no hace fatal que diga algo, solo que te escuche y te seque las lagrimas cuando lloras, que te de ese abrazo que tanto necesitas y te intente sacar esa sonrisa aunque sea casi imposible.
Resulta irónico que yo, que soy una de esas persona que se guardan todo, sin importar el tiempo, este diciendo a la gente que se desahogue y que se lo cuente a alguien. Pero es así, porque se lo que es hacerte la fuerte cuando necesitas llorar, gritar, y echarle la culpa a alguien.
Es bueno contar las cosas, porque uno siente un gran alivio, solo con contarlas podrá uno saber que no eran tan terribles como creía. Y hasta podrá escuchar los consejos de los demás que intentan cuidarte.
