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05.elÚltimotango

El primer sábado que en Cabello´s se hizo una caja de cincuenta mil pesetas, Jacin perdió la cabeza.

Claudia, la adolescente que aprendía el noble oficio de lavar, cortar y secar, se marchó con los pies doloridos a las cuatro de la tarde. Jacinto Robles comprobó que la puerta de la entrada estaba bien cerrada y fue entonces, guiado por el instinto de un animal en celo, cuando cogió con fuerza a Adela. El estilista amanerado le hizo el amor a su mujer en el suelo durante más de dos horas. Se aplicó en la faena tomando como ejemplo todo lo que había aprendido en El último tango en París, que desde hacía unas semanas ya se podía ver en España. Le arrancó la ropa, lamió cada pliege de su piel e incluso dejó que su lengua explorase territorios hasta ese momento prohibidos. Por un instante echó de menos no tener a mano mantequilla, idea que deshechó rápidamente por miedo a convertirse en lo que se esforzaba por aparentar.
Aquella tarde Jacinto Robles no tomó precauciones y por mucho que se pusiese ropa holgada, al cabo de cuatro meses a Adela García ya se le notaba el embarazo.

Las clientas comenzaron a murmurar. En 1978 no estaba bien visto que una mujer se quedase preñada de un padre desconocido.
Jacin se dió de bruces con, el que creyó que era, el problema más grande de su vida y adoptó la postura más cómoda.

Una noche, cuando se encontró en casa con Adela -ya que ella se desplazaba en autobús para que nadie sospechase de la relación- le contó el plan para salir de aquel atolladero. A partir de ese momento, su mujer no volvería a trabajar a la peluquería. La vida de la pareja se limitaría al interior del chalet que acababan de comprar en las afueras de San Esteban. Adela, indefensa y llena de miedos, trató de entenderlo.
Tenían que sacrificarse para asegurarle un futuro digno al hijo que esperaban.

Esta historia me lo contó el propio Jacin, dolido y borracho, dos días antes de su muerte.

Continuará...
Edgarneville28 de junio de 2009

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