Somewhere Only We Know
334 días resumidos en 1024 fotos. Quizás 1100 e incluso más, de esas que se nos quedan en el Dropbox. Tratamos de atrapar los momentos con una cámara, de capturar ese instante que no queremos olvidar. De buscar algo más permanente que nuestra memoria, muchas veces mentirosa y traicionera. Porque pasa el tiempo y al final sólo te quedas con los buenos momentos, ocultas los miedos y el daño porque no merece la pena martirizar a la otra persona, si ésta te da más momentos buenos que malos. Que no, que la perfección no existe, y hay que dejar caer la lluvia antes de poder ver la luz de nuevo.
Cuando me miras, cuando me recorres con tus dedos, cuando respiras en mi nuca y suspiras en mi oído. Cuando resoplas, cuando gritas... Cuando sonríes, cuando tus labios susurran esas ocho letras, me pierdes. Todas esas cosas se quedan grabadas y vuelven a mí cuando te pienso si no estás aquí o mientras duermes... Por muy lejos que me tenga que ir, por muchos autobuses que coja o muchas vueltas que de, siempre vas a seguir ahí, en ese rinconcito de mi mente que me anima a seguir adelante, con lo que me toca.
Un año, qué digo, un curso, se pasa volando si estoy contigo, aunque no sea físicamente. Que testigos físicos son las fotos, pero testigos morales somos tú y yo, todo lo que hemos sentido y el mundo que nos hemos construido, y eso nadie lo puede ver, ni sentir, ni tocar. Ni saber, siquiera sospechar. Cariño, la vida no es físico, la vida es moral, sentimientos, amor, tú. Mi vida ahora eres tú, y si sólo contigo puedo ser yo misma, dime... Quién iba a ser yo sin ti?
