Te escurriste como arena entre los dedos dejando un desierto estéril donde morir. Camino por tus huellas buscándonos pero te veo como aquel espejismo inalcanzable.
Me abandono a la sed de no tenerte y por las noches siempre cerradas el viento trae tu nombre congelando mi cuerpo inútil y cansado.
La piel agrietada no encuentra alivio al dolor de tu ausencia y el alma se esconde dentro del más alejado recuerdo contigo.
Y despierto olvidando cada día un poco aunque no parezca.
Importante es la memoria, que nos permite recordar lo que tal vez pudo ser un día alegría y hoy se convierte en una angustia emulada en el calor de lo sofocante.