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Madrid.

Aquella mañana ella se levantó con ganas de desayunar el mundo y comer universos. Tenía ese típico día en el que ni la camiseta más fea impedía que se viera guapa. La mañana había transcurrido rápido y a pesar de que el día se presentaba soleado aún no tenía ningún plan interesante con el que echarse unas buenas risas acompañada de sus amigas. Como de costumbre estaba sola en casa. "Papá estará trabajando a pesar de ser Julio" pensó. Se fue al baño y se dio una eterna ducha reflexionando sobre el rumbo de su vida. La verdad es que estaba atravesando una mala época y tenía muchos problemas encima, siempre que paraba a pensarlo todo un poco se le formaba aquel nudo en la garganta que avisa que pronto vas a derramar una lagrimilla si no logras contenerte. Esto no estaba bien. Ella se había levantado con el mundo bajo sus pies y ahora era el mundo quien parecía aplastarla. Eligió lo primero que encontro tirado entre el gran desorden de su habitación, llaves, el móvil y sus cascos, había tenido un buena idea. Cogió el metro y bajó en concha espina, música en reproducción aleatoria y los cascos puestos. Aquella era la mejor idea que había tomado en mucho tiempo, iba a desconectar del mundo por unas horas. Andaba con la mirada perdida, sin fijarse en nada ni nadie, como si estuviera sola en el mundo, escuchando cada una de esas canciones. Decidió dar una vuelta por el barrio de Prosperidad. Recorría aquellas calles cortas como si las conociera de toda la vida, esquivaba cada bache como si ya supiera de antemano que estaba ahí, incluso era capaz de predecir cuando se abría o cerraba un semáforo para los peatones, después de todo había pasado las mejores tardes de su vida por allí y ya se lo conocía como la palma de su mano. Andaba cada vez un poco más lento, quería disfrutar de aquellos edificios bajos y desgastados con el tiempo. Pero ya era hora de volver a acelerar. El tiempo no espera y las agujas del reloj parecían girar más rápido de lo normal cada vez que decidía adentrarse por aquel pequeño barrio, era hora de ir a uno de sus rincones favoritos de Madrid. Próxima parada: el parque de Berlín. Es un precioso parque lleno de niños correteando por las tardes, adolescentes pasando el tiempo, madres paseando a sus perros e hijos...era un parque pequeño, pero lleno de alegría. Según lo recorría podía notar la arena bajo sus pies, la libertad que se respiraba en el ambiente y el buen rollo que había entre toda esa gente. Primero cuesta abajo, luego a la derecha, rodea la fuente y cuesta arriba otra vez, según caminaba todo un sin fin de emociones recorrían.su cuerpo, había vivido tantos momentos por aquel rincón de madrid... Decidió sentarse donde siempre, aunque está vez iba sola. Poco a poco el sol desaparecía por el horizonte iluminando aquel parque de mil tonos rojizos que se reflejaban en el agua de la fuente, esos colores de verano, esa brizna de aire que volvía a soplar una noche más entre los árboles de aquel parque... ya era hora de volver a casa. ¡Qué bonito es Madrid y cada uno de sus rincones!, a veces me alegro de que seamos pocos los que nos paremos a observar como pasa el tiempo en uno de los rincones de la capital, después de todo, Madrid está hecha para los que buscan aventuras por su ciudad.
Enano30 de julio de 2012

2 Comentarios

  • Creatividad

    Pero que buen "tour" nos has dado, y que bien lo has relatado. Felicidaes por originar algo simple y que te lleno de felicidad. Muy bien hecho. Saludos

    30/07/12 05:07

  • Enano

    muchas gracias, me alegro de que te haya gustado :)

    30/07/12 02:07

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