Noche de Verano
Era una noche de verano, fresca comparándola con las noches de calor subsahariano que habían azotado mi ciudad los días anteriores. Estaba cansada,
pero mi voluntad de terminar una serie en la que estaba realmente interesada me mantuvo en vela. Una tenue luz alumbraba mi habitación, y con los auriculares
puestos me quedé absorta en lo que me encontraba viendo. La 1, las 2, las 3... así estuve viendo capítulos y capítulos hasta que dieron las 5, hora a la que
decidí que ya había sido suficiente y quise irme a dormir. Puede que me toméis por loca, pero ultimamente había estado sintiendo que había alguien en la
habitación conmigo, que por las noches me velaba, sin imaginarme lo que esa noche estaría por suceder. Me dormí escuchando mi ventilador y sintiendo la respiracion
de mi perro junto a mi, ¿cuánto duraría esa extraña calma...? Tick, tock, tick, tock hacía el reloj, y, de repente, un escalofrío intenso se apoderó de mi, una sensación de terror y angustia me acosaba, hasta que de pronto desperté de un espasmo. Miré a mi alrededor, oscuridad, y el destino quiso que, de un impulso, mirara a los pies de mi cama. Allí, de pie, junto a mi perro, aprecié la silueta de un hombre, no se apreciaba ningún atisbo de bondad en él, y su mirada se encontraba fija en mi con una perturbadora sonrisa ante lo que mi terror le causaba. No soy capaz de describir lo que sentí en ese momento, mi corazón galopaba, mi mente se bloqueaba, y mis manos rígidas como la cima de una montaña. He de admitir que ni tiempo tuve de pensar nada, solo un grito escapó de mis entrañas, un grito del mayor pánico que en mi vida había experimentado. ¿Después de eso? Silencio, oscuridad, noche estrellada.
Aparté la vista de los pies de mi cama, y allí me quedé, con los ojos abiertos y rogando que aquello no me hiciera daño. ¿Al día siguiente? nada.
