Estas deseando verle, encontrarte con esa persona, saludarle, sentirte nervioso, escuchar sus tonterias, estar cerca de él, y sobre todo, volver a sonreir.
Y es entonces cuando pequeños detalles se convierten en una prueba de que estabas equivocada, de que él está feliz y tu no eres la causa, de que el mundo, para él, ha seguido mientras tú has estado pensando en él cada segundo, de que nada vale la pena, de que todas tus ilusiones se deshacen, de que no le importas.
Y es ahí cuando se desvanece todo, cuando nada tiene sentido, cuando ya no sientes ilusión por nada.
Pero, en el fondo sabes, que cuando pase un tiempo, volverá. Aparecerá y te hará reir, te hará revivir las mariposas en el estomago... y como siempre, otra vez, volverás a caer y la ilusión, de nuevo, estará ahí.

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