Una vez hubo un jardín
violenta mi mano sacó las espinas de las rosas
y las condenó al color
y las condenó al aroma
y las condenó a no ser más
hirientes y fuertes, hembras viriles, que dañan a quien las toca.


Y el jardín se quedó con rosas
castradas en su defensa, pobladas de imágenes de mi cobardía

¡pobre la rosa sin espinas!
pobre como las mujeres que cuando besan,
ni mueren ni matan
y renuncian para siempre a ser lo que son, de la violencia, asesinas.

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2 Comentarios

• 

  Serge

  Fabio:
  Las mujeres cargan en su inconsciente tantos recuerdos que arrastran de siglos de opresión y discriminación y tratan de defenderse de sus victimarios.
  Lo único en que no estoy de acuerdo es que hayan imitado a la perfección las posturas de su opresor.
  
  Un gusto leerte.
  
  Sergio.
  

  30/03/11 05:03

• 

  Folicega

  Las palabras seguramente son bellas, lo que expresan es más bien polémico. En lo personal prefiero los girasoles... sin espinas.... siempre sin espinas.
  Abrazo,

  02/04/11 10:04