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Prosa Poética Sobre El Número Uno.

“…para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, “ Oración sacerdotal de Jesús de Nazaret, citada en el Evangelio de San Juan.-


Desde lo hondo de mi, deseo superar el cero, ese número a quien ustedes le dispensaron una generosa hospitalidad, leyendo mi prosa anterior. Reflexionar sobre el uno no debiera ser una labor ardua y hasta por momentos angustiante. Pero ocurre que uno nunca ha sido, quizás, uno mismo. Cansado del ropaje con el que me revestí de otro, ahora intento arrojar las máscaras y ser simplemente eso que cuesta tanto y no debiera, ser uno, ser yo.
He citado la súplica de Jesús, su clamor existencial, reclamando al Padre, que el Hijo único siga siendo único pero no en soledad, sino con todos, para que todos seamos uno, a través de él, con el Padre. Ese es mi credo, la pequeñísima fe que tengo, y que desde luego no merezco, pero cuyo regalo recibo alegre y espero fructifique.
No me parece mal ser uno en si mismo, pero me parece mejor, ser uno en Dios, con todos los hermanos.
A mis amigas y amigos no creyentes, que acaso con razón esperaban de este escrito un pasaje de la nada a la unidad perdida, quiero decirles que mi unidad se encuentra más allá de mi mismo, junto a Cristo Jesús. Para mi, Uno es Dios, y en Él, nosotros. Y en el “nosotros”, se incluyen creyentes y no creyentes, cada uno con sus razones y sinrazones, porque, a no dudarlo, creo yo, Dios se hizo humano, para que todos los humanos, siendo uno, seamos Dios.
La reflexión me alejó de lo excluyentemente humano, y me acercó a lo incluyentemente divino. Nadie ha visto al Uno genuino, al Uno verdadero, al Uno eterno, sin embargo, en cada uno de mis semejantes, aunque no me quiera dar cuenta, Dios mismo se juega por entero y me dice: “Cuídame como a la niña de tus ojos, cuídame porque estoy disfrazado de otro, pero en esencia, soy Yo, soy tu Dios”.
Siento que mi prosa acaso defraude a muchos, pero quizás, ¿quién puede saberlo?, resuene como un beso en el alma, exactamente, para quien pudiera necesitarlo. De ser así, amiga o amigo desconocido, debes saber que está dispuesto mi espíritu para amarte, porque vos, aunque no lo sepas, también eres Uno, conmigo, y en Dios.
Felices Pascuas.

Fabio20 de abril de 2011

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