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De Lo que Pienso Sobre Dios y Sobre El Escepticismo

De todo el conjunto posible de las ideas que emanan ordenadamente del abismo, Dios es la idea más compleja e inconcebible que ha construido la inteligencia en su continuo acceso y alejamiento de lo desconocido. Cualquier idea de Dios es, sin embargo, hay que decirlo, una construcción racional históricamente definida.

Cuando pienso en Dios, por lo tanto, pienso principalmente, aunque no exclusivamente, en la idea monoteísta de Dios que el cristianismo se ha encargado de implantar en mi memoria desde niño. Esta idea histórica de Dios lo concibe, en un sentido general, como un ser absoluto, omnisciente, omnipresente, creador de todo lo que existe, incluido nuestro pensamiento humano que ahora se esfuerza, absurdamente, por concebirlo. Esta idea de Dios, concebido además como un ser masculino, también está presente en el Islamismo y el Judaísmo. Esta idea de Dios, como cualquier otra idea de Dios, es ciertamente de comprensión imposible.

Pero si Dios es una idea infinitamente inconcebible, entonces, ¿la fe en Dios no es otra cosa que la fe en una quimera incomprensible? Pienso, en realidad, que en muchos casos se trata de una fe genuina dirigida hacia una idea racionalmente construida, siempre distinta dependiendo de quien o quienes la construyan y dirijan hacia esa construcción histórica su fe divina.

Desde luego que todo esto no significa que la fe en construcciones racionales no tenga efectos reales en la mente de quienes la practican, sino al contrario. Lo cual, en mi opinión, convierte a la fe, por sí misma, en uno de los fenómenos religiosos más enigmáticos y apasionantes para la filosofía y la existencia misma.

Pero insisto, lector, lectora, pensativo(a). ¿Cómo afirmar o negar tan categóricamente una idea de comprensión prohibida? Dios existe, Dios no existe. La filosofía, precisamente, nos enseña que el camino del escepticismo es quizás el más apropiado contra nuestra vieja enfermedad mental de creer que sabemos lo que en realidad no sabemos. A diferencia de las dos posturas extremas: teísta y ateísta, el escepticismo moderado invita a una actitud prudente ante los infinitos enigmas y paradojas que nos rodean en todo lugar y momento, aquí y ahora. El escepticismo es una filosofía incluso más humilde y hasta compatible con el sistema de existencia de quienes practicamos la fe en la influencia de lo trascendental o divino en los sueños y la vigilia, pero preferimos no afirmar ni negar la existencia de Dios, la máxima creación de la literatura fantástica (como decía Jorge Luis Borges con genial ironía).
Fantasticum01 de agosto de 2021

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