Ya van tres días en los cuales María se ve angustiada, casi ansiosa, no puedo apreciar la alegría
que tanto la caracteriza, su mirada se ve perdida y su sonrisa no tiene ganas de saludar, quizá
parez...
No era casualidad que siempre se encontraran allí, que sus miradas se cruzaran fugazmente, mientras
la luz del atardecer se colaba por los ventanales de aquel café hiriendo las últimas horas del día.
...