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Me Atreví a Quererte (si Les Gusta Colocaré Más Capítulos) ¡disfrútenla!

Capítulo I:
Rachel: Así era mi vida

Recuerdo todo como si fuera ayer, cuando mi vida dejó de ser la misma tras vivir algunos episodios que poco a poco se fueron entrelazando, dándome un nuevo destino. Esa historia ocurrió hace 8 años, pero recuerdo todo como si ahora lo viviera.

Para no confundirlos, iniciaré desde el principio contando un poco mi historia, de dónde vengo y detalles que quizás les gustará saber.

Mi nombre es Rachel Trells, nací en España, mis primeros años fueron ahí, poco los recuerdo porque era una niña de solo 6 años cuando mi padre logró su trabajo soñado en Argentina, de gerente de una de las tiendas más grandes del país, y fue así como nos mudamos a Buenos Aires.

Mi madre también trabajaba, era asistente de una reconocida diseñadora de moda de Argentina, un trabajo que encontró a los pocos meses de establecernos, así que éramos una familia feliz, solos los tres.

Mí día a día era siempre igual, mis padres me llevaban a la escuela y ahí pasaba todo el día, debido a que, al terminar los estudios tenía clases de baile y pintura, ambas siempre me gustaron, pero el arte me gustaba más, así que mientras pasaban los años eso era lo que hacía, estudiar y pintar.
En un parpadeo dejé de ser niña y me convertí en mujer, esos cambios me hicieron ver la vida de otra manera y me incliné por la medicina, me di cuenta lo mucho que me gustaba y le dije a mis padres que eso quería estudiar y así fue.

La universidad que quería no quedaba en la misma ciudad, pero mis padres hicieron el sacrificio y aceptaron mi mudanza; fue así como llegué a Córdoba, otra ciudad de Argentina.

Mis estudios iniciaron siendo joven, pero amaba la medicina y quería estar todo el día leyendo y aprendiendo, era un gran placer devorar todos esos libros.

Como a los 7 meses de iniciar mis estudios conocí a un chico, se llamaba Rodrigo que, antes de continuar con la historia, debo decirles que él NO es el protagonista de esta, mi historia, pero aun así lo nombraré un par de veces, porque gracias a su acción o actitud, provocó parte de mi comportamiento con el verdadero protagonista, Robert a quien conocerán un poco más adelante. ¡Tengan paciencia!

Para ser honesta, Rodrigo, me parecía un joven interesante, pero él era el típico líder de un grupo y en realidad no era mi tipo, sin embargo, accedí a sus encantos por explicar todo de alguna manera.

Rodrigo era de piel blanca, cabello castaño liso, sus ojos no me inspiraban, pero si eran hermosos, de color verde profundo.

Salimos como cuatro veces, eran agradables momentos o eso pensaba, pero no había ninguna química especial para ser honesta, pero un día todo cambió, él me marcó y no precisamente por cosas buenas, pero eso es otro tema que trataré más adelante.

Dadas las circunstancias que viví con Rodrigo, tomé la decisión de cambiarme de universidad, en la misma ciudad, pero pedí un cambio, el cual afortunadamente me aceptaron por mis buenas calificaciones e inicié de nuevo una vida.

Pasaron los años y solo me dediqué a estudiar, no socializaba con nadie, solo soñaba con ser la mejor cirujana, después ya tendría una vida. Al graduarme recibí una oferta laboral en Córdoba, es decir, que volvía a casa, ¡había logrado mis sueños! ¡Estaba tan feliz!

Mi rutina comenzó y todo era perfecto, incluso a los pocos meses decidí vivir sola, independizarme y alquilé un apartamento cerca de mis padres.

Luego de ahí comienza la historia que verdaderamente le dio sentido a mi vida, una montaña rusa que jamás esperé vivir, pero sin lugar a ninguna duda, fue lo mejor que pudo pasarme.

Mi historia comienza así:

Era una mañana normal de un día lunes en Argentina, Córdoba, la semana apenas iniciaba, pero para mí, Rachel Trells, de 28 años, era como vivir el mismo día una y otra vez; sin ninguna emoción.
Ese lunes, me desperté muy temprano y aún era muy oscuro, vi mi reloj despertador que estaba junto a mi cama a escasos centímetros de mi mano y eran las cinco de la mañana. Tenía tanto frío, que solo quería quedarme en medio de mi cobija caliente, pero debía ir a trabajar.

Como pude me levanté directo al espejo del baño, y por pocos segundos detallé mi rostro blanco y mis cabellos castaños, algo ondulados, mientras con un poco de agua fría sobre mi rostro intentaba despertarme para dejar a un lado el deseo de seguir en la cama. Luego, me peiné con rápidos movimientos, no quería salir tarde, pero ya era casi el momento de trabajar, así que, me peiné tan rápido como pude.

No tenía expectativas de vivir aventuras, sorpresas o simplemente enamorarme, esa no era yo; o eso creía.

Terminé de peinarme y salí rápidamente a escoger qué me pondría para el trabajo, soy cirujana, pero tenía una reunión importante al finalizar la jornada de ese lunes; el día que mi vida cambió.
En el desorden de mi habitación, había zapatos, cajas y ropa por todos lados que me impedían dar con facilidad los tres pasos para llegar a mi armario. Llevaba pocos días de haberme mudado a ese apartamento y no había tenido tiempo de organizar nada.

Mi mamá se había puesto a la orden para ayudarme a organizar y acepté su ayuda, pero sería el próximo sábado, por lo tanto, seguía con mi desorden unos días más.

Finalmente llegué dando brincos entre la ropa y busqué qué podía ponerme para la reunión; pensé en algo un poco formal, el pantalón de lino negro y la blusa blanca manga corta serían la perfecta combinación.

En medio de mi agitado inicio de semana, me maquillé un poco mientras encendía el televisor para no sentir tanto el silencio de la mañana. El frío afuera de mi habitación era más fuerte, y mientras escuchaba algunas noticias, me hice un poco de café para calentarme un poco.

Al terminar de arreglarme, tomé mi cartera, las llaves del auto y salí de mi apartamento directo al trabajo.

En el camino, encendí la radio como siempre y escuché algunas canciones. Normalmente me tomaba quince minutos llegar y como esa mañana no conseguí tráfico, el trayecto fue sin ningún inconveniente y solo disfruté del camino.

Al llegar, como aún era temprano, aproveché de tomarme un jugo de naranja y me comí un delicioso sándwich en la cafetería de la clínica antes de comenzar con mi jornada; con tanto apuro y desorden no me dio tiempo de desayunar nada en casa, solo el café.

Mientras desayunaba, mi mente no se detenía y pensaba:

Amo mi trabajo, lo disfruto mucho, pero& siempre hay un pero, sé que algo más falta en mi vida. Estoy acostumbrada a estar sola, así que por la soledad me va bien&.

Me distraje con mis pensamientos, pero al ver el reloj colgado en el fondo de la pared, me di cuenta que mi turno estaba por comenzar, se me estaba haciendo súper tarde.

Salí rápidamente de la cafetería, subí por las escaleras corriendo al segundo piso para llegar más rápido, y tenía a dos pacientes en espera para ser atendidos. Así, comenzó mi día de trabajo.

Capítulo 2
La reunión que cambió mi destino

Al final de la tarde casi había olvidado la reunión, estaba agotada, pero tenía que ir, era un compromiso, una reunión que se había anunciado semanas atrás; quizás era algo importante.

La reunión estaba pautada para llevarse a cabo en la sala de conferencias de la clínica, y al llegar estaban casi todos mis colegas esperando al Dr. Andrés Portgram, el gerente, para iniciar.
Todo comenzó muy normal, como cualquier otra reunión, recuerdo que hasta pensé: ¿qué tiene de especial?, es lo mismo de siempre, pero sin saber que desde ese día lunes, el destino estaba planeando mi gran aventura.

La reunión inició sin retrasos, pero casi al final tomó otro rumbo, el Dr. Portgram anunció un congreso para médicos en Viena, una ciudad bastante lejana a Argentina, con una duración de 3 días, además, incluía 10 días más para disfrutar de la ciudad, serían unas pequeñas vacaciones.

Sin embargo, para ser el merecedor de ese viaje, se haría un sorteo para que uno de los médicos de la clínica pudiera asistir con todos los gastos pagos.

Cuando el Dr. Portgram hizo el inesperado anuncio, mi corazón se aceleró sin motivo aparente, sentí miedo, emoción y a la vez decepción, porque las probabilidades de ser la ganadora eran muy pocas entre más de 150 médicos.

En medio de la sala de conferencia, tras conocerse el congreso, todos se alegraron y manifestaban el deseo de ser elegidos, pero, yo solo sonreía y no opinaba ni una palabra, como siempre era muy solitaria y enfocada en mi trabajo, nada más.

Mi vida era un rutina constante, nunca había nada emocionante y mucho menos un viaje, no tenía tiempo para eso, pero sentir una oportunidad así tan cerca, me hizo despertar el deseo de aventurar, pero el miedo no se alejaba de mí.

La reunión finalizó con el anuncio del congreso y se pautó para el viernes siguiente llevar a cabo el sorteo. Iba a ser una semana muy lenta para mí y para todos. Ahora el destino tenía el poder de decidir quién sería el afortunado o afortunada de ganar el viaje.

Pasaron los días y todos en la clínica hablaban del congreso en Viena y de la oportunidad de ganarse el privilegio de asistir, era evidente que todos querían ganar.

El día del sorteo:

Llegó el día y estando todos en el salón de conferencia repartieron un número a cada uno al azar. Claramente, recuerdo mi número, el 17, un número que soñaba fuera el ganador, pero a la vez prefería que todo siguiera igual y que mi vida no viviera ningún tipo de emoción.

El momento del sorteo llegó y en medio de la incertidumbre, el silencio se volvió el rey del lugar y con voz fuerte se escuchó: ¡el ganador es el número&. 38. ¡Felicidades!.

La ganadora fue Andrea Vistuc, una joven dermatóloga recién graduada y al escuchar su número saltó de la emoción de su silla y fue corriendo a recibir su premio.

Por supuesto, entre los demás presentes reinó el disgusto y la desilusión, todos querían ir, pero solo había un lugar, y se lo ganó ella, no era el destino de nadie más o por lo menos eso pensé. Sin embargo, a los pocos minutos el destino me sorprendió.

Traté de seguir mi día normal y saliendo de la sala de conferencias rumbo a mi consultorio, sentí una mano fuerte sobre mi hombro, al voltear era el Dr. Portgram:

 Hola Rachel, ¿cómo estás?
 Muy bien Dr. ¿y usted?  pronuncié sorprendida
Bien gracias, ¿estas disponible para que me acompañes a la oficina?
Recuerdo que sentí un poco de miedo, incluso, pensé que había hecho algo malo.
 Si claro, vamos dije rápidamente

Al llegar a su oficina, conversamos un poco:
 ¿Qué te pareció lo del congreso?  dijo mirándome por el reojo de sus lentes transparentes
 Muy bueno, me alegro mucho por Andrea, estaba muy emocionada por ganarlo enfaticé con una sonrisa tímida.
 Si, de verdad que se emocionó bastante, y dime algo, ¿hubieras querido ganarlo?  me miró de nuevo a través de sus lentes. Quedé sorprendida por su pregunta y tras un breve segundo dije:
 Si claro, pero las probabilidades eran muy pocas y no lo gané, así que mi vida sigue normal  bajé la mirada con un poco de decepción.

El Dr. Portgram me miró de nuevo y con una leve sonrisa realizó una llamada e invitó a su oficina a dos gerentes más y al director de la clínica.

Estando todos ahí no entendía qué estaba pasando, pero el Dr. Portgram no me hizo sufrir tanto:
 Rachel te citamos a solas, porque estuvimos revisando tus registros, tus estudios, experiencias y llegamos a una conclusión unánime que tú también mereces ir a ese congreso.
 ¿Cómo?, ¿hablan en serio? dije mientras observaba a todos los presentes y sin decir una palabra más el Dr. Portgram extendió sobre mis manos el boleto y todo lo relacionado con el viaje a Viena.
 Disfrútalo, Rachel dijo con una gran sonrisa

No recuerdo qué más sucedió en ese instante, pero por mi mente pasaron muchas cosas, no podía creer que eso me estaba pasando a mí, a Rachel Trells. Además, todo había sido tan rápido que aún no creía que tenía en mis manos el boleto que cambiaría mi vida totalmente y ese día estaba más cerca de lo que yo pensaba.

Sábado, día de ordenar el apartamento:

Como había comentado antes, me puse de acuerdo con mi madre y el sábado fue a casa para ayudarme a limpiar, obvio criticó mi desorden, pero entendió que estaba recién mudada y sabía lo agitado de mi trabajo.

Intenté mantener su ritmo e ir recogiendo, pero no dejaba de pensar en ese viaje a Viena y aún ella ni mi padre sabían, así que le comenté.
 Rachel, dónde te coloco la vajilla de porcelana  gritó mi madre desde la cocina. Me acerqué para indicarle y era el momento de contarle. Tomé la vajilla y mientras la colocaba en su lugar le dije:

 Esta semana hubo una reunión importante en la clínica.
 ¿De qué se trataba?  preguntó curiosa.
 Bueno, al principio no tuvo nada relevante, pero al final anunciaron un congreso para médicos en Viena.
 ¿En Viena? ¡Qué bien! y ¿qué pasó? ¡Cuéntame!  dijo mi madre algo emocionada.
 Hicieron un sorteo y no gané  y tras un breve silencio le dije sin embargo, el equipo líder de médicos de la clínica me dio un boleto. Me dijeron que también merecía ese viaje.
 ¿Qué, en serio hija, es fabuloso! me abrazó eufórica.
 Sí, es fabuloso.
 Pero no te veo emocionada en absoluto, ¿no quieres ir?
 No es eso, es que no sé, siento como algo extraño.
 ¡Ay hija!, deja de darle tantas vueltas a tu cabeza, ya te tocaba viajar, aprender y conocer. ¡Seguro será un viaje maravilloso e inolvidable!
 Si, tienes razón& mientras lavaba algunos vasos
 Al volver a casa le contaré a tu padre, se podrá muy contento, él siempre ha querido que viajes y conozcas el mundo. ¿Cuándo es el viaje? preguntó muy atenta
 Si, cuéntale, igual mañana espero pasar por allá. El viaje es en un mes aproximadamente añadí

Mi madre tomó la noticia muy bien, como ven, se alegró grandemente por ese viaje. Al volver a casa le contó a papá quien se alegró aún más que ella. Yo estaba feliz, claro que sí, pero no sabría explicar qué sentía.

Capítulo 3
El día del viaje se acercaba

Faltaban aproximadamente 25 días para el viaje y una vez que caí en cuenta de lo que estaba a punto de hacer, me emocioné tanto que comencé a hacer todo lo necesario y que no me faltara nada para disfrutar mis días en Viena; y por supuesto del congreso.

Andrea, quien había sido la ganadora, se enteró que yo también viajaría y eso logró que nos hiciéramos amigas en poco tiempo y planificáramos juntas el emocionante viaje.

Aún conservo su amistad intacta, una amistad que se formó desde ese viaje a Viena, el viaje que literalmente cambió mi vida.

Mi amiga Andrea, es una joven divertida, podría decir que lo opuesto a mí, siempre estaba hablando o conversando de algo, pronunciaba más de 1000 palabras por minuto y yo solo 3 o 4, bueno estoy exagerando un poco, pero más o menos así era.

Ella fue la ganadora de ese fabuloso viaje a Viena por el sorteo, pero como también lo gané, eso nos unió a tal punto de convertirnos en buenas amigas.

Para que la conozcan mejor, Andrea es de piel blanca, como si nunca llevara sol, es dermatóloga, así que podría decir que se cuidaba en extremo del sol, su cabello era largo y liso negro, o por lo menos lo era en aquel momento. Tenía unos ojos grandes de color marrón y su rostro bastante delgado. En cuanto a su estatura, es pequeña, unos pocos centímetros menos que yo.

Andrea estaba súper contenta por el viaje, además, su prometido Jorge también iba a ir y habían planificado que sería su pre luna de miel, debido a que, dos meses después de ese viaje, sería su boda.

Mi vida había dado un giro, me sentía viva, feliz, pero había algo que no me dejaba avanzar, no sabía qué era y era imposible ocultarlo, traté de actuar lo más naturalmente posible y me fui con Andrea conversando, pero ella notó que algo no estaba bien y preocupada me preguntó:

 ¿Amiga te pasa algo?
 No te preocupes estoy bien, pero por dentro tenía un nudo en mi corazón aún sin entender por qué, o no lo quería entender, pero ese viaje a Viena me emocionaba, pero a la vez me quiera alejar de todo y seguir mi vida.
Al mismo tiempo me cuestionaba una y otra vez, ¿por qué yo? ¿Por qué me escogieron a mí? sin tener respuesta.

Al terminar el día, llegué a mi apartamento y emocionada encendí la computadora, estaba dispuesta a investigar sobre ese lugar, Viena, quería conocer a qué me enfrentaría antes de llegar. No podía alejarme de mi destino, así que, era momento de aceptarlo y disfrutarlo.

Resultó ser una ciudad bellísima, con lugares hermosos que visitar, muchos habitantes, hermosos paisajes, museos y muchas cosas más que no terminaría de enumerar. Viendo el lugar la emoción nació y deseaba que llegara el día para ir y conocer cada memorable rincón, recorrer sus calles, probar su exquisita gastronomía y muchas cosas más. Estaba contando los días para partir.

A pesar de esa emoción que me invadió, apenas empezaba mi aventura a lo desconocido con una mezcla de ansiedad y emoción a la vez; era algo difícil de explicar.

Se acercaba el momento, faltaban quince días para la salida con destino a Viena, los nervios me atacaban, pero ya tenía todo organizado, era solo cuestión de que el día llegara.

Me daba terror, ya había dejado de trabajar en la clínica formalmente por ese periodo de tiempo. Sentía que no tenía el control de mi vida. ¿Qué había en Viena para mí?

Antes de que llegara el día y como ya no estaba trabajando, visité a mis padres para cenar con ellos, esa noche llevé pollo asado y ensalada, mi madre había preparado un jugo delicioso, era de piña con su toque especial, que aún desconozco, pero es el mejor jugo del mundo. Esa noche compartimos los tres, reímos mucho y disfrutamos.

 Me alegro mucho por ese viaje a Viena  mencionó mi padre alegre mientras servía otra ronda de jugo
 Si papá, será especial, me emociona mucho el congreso, será algo más que aprender.
 Claro  dijo contento y agregó también vas a conocer ese hermoso lugar& Viena  suspiró emocionado
 Si es hermoso, espero poder conocerlo mucho al finalizar el congreso, tendré 10 días para lograrlo  y los tres reímos
La noche fue larga, y la pasamos muy bien, se hizo tarde y no quise volver a casa así que dormí en mi antigua habitación, bueno en ese momento tenía 2 meses aproximadamente de haberme mudado, pero fue bonito volver a mi cama.

Como no tenía trabajo y el viaje se acercaba, me quedé con mis padres en casa, ellos tampoco trabajaban, mi madre se dedicaba a sus plantas y a la lectura de libros de misterio aunque a veces la veía leyendo un poco de romance.

En el caso de mi padre, pasaba su tiempo viendo documentales en la televisión, todo con el fin de aprender y culturizarse, ambos eran felices en sus mundos y se hacían compañía. Por lo tanto, me quedé en casa con ellos mientras llegaba el gran día.

Capítulo 4
Llegó el gran día: ¡Viena!

Al llegar vi esa bella ciudad, era un sueño, mucha gente, calles, colores, era simplemente hermosa, tanto que superó mis expectativas.

Andrea, Jorge y yo, buscamos un taxi y como pudimos ayudándonos de un traductor en el teléfono del español al alemán le pedimos que nos llevara a la posada que nos correspondía como parte del premio que quedaba cerca del lugar del congreso.

Llegamos a la posada y estaba una señora muy amable que sabía un poco de español, ¡fue un gran alivio! La posada era sencilla e incluía el desayuno, era perfecta para pasar unos días.

La posada tenía 10 cuartos y me asignaron el último. Sentí que en ese lugar estaría bien, lo sentí como en casa, era muy familiar; también tenía estacionamiento para poder rentar un auto. Todo iniciaba muy bien.

La habitación era muy bonita, cálida y con una gran ventana que daba a una calle muy hermosa y colorida de Viena. Comencé a sacar todo de mi maleta y a los pocos minutos debajo de la puerta apareció un sobre que decía:

Bienvenidos a Viena. Para Guías Turísticos no dude en comunicarse& (Escrito en inglés, español y alemán).

Había una lista inmensa de Agencias de Viaje, me pareció súper interesante visitar alguna y dar un buen Tour, pero pensé que mejor otro día, así que, terminé de recoger, tomé mi cartera y salí de la posada para conocer por lo menos a mi alrededor; no quería perder ni un segundo de esos días.

Salí de la posada, caminé a un pequeño local llamado Kaffee (Café en alemán) a tres calles de la posada, me tomé un café y solo observaba a mí alrededor; no podía creer que estaba en otro país.

Al terminar el café, me provocó un rico pan que estaba en exhibición, lo pedí para llevar y seguí con mi recorrido. Al dar la vuelta a la calle, vi una Agencia de Viajes y en la entrada decía:

Si desea conocer el lugar, no deje de anotarse para disfrutar lo mejor de la ciudad
Enseguida recordé el sobre en mi habitación y me dije a mi misma: ¡Bueno, voy a conocer el lugar! y entré a la Agencia.

Era bastante grande, muy lujosa, pensé que sería muy costosa, pero igual entré. Había varias personas en una pequeña sala de color lila, unos viendo folletos y otras en escritorios conversando con encargados, cada quien estaba en su mundo.

Al final, había un gran mostrador plateado con el nombre de la agencia en letras muy grandes y brillantes Agencia Viena, también habían varias oficinas al fondo en un largo pasillo donde entraba y salía gente.

Fui directo al mostrador, vi una señorita bastante joven y le pedí información de los Guías Turísticos, ella muy amable me informó los precios, horarios, lugares entre otros; ella también hablaba español.

Mi intención era planificar un tour después de finalizar el congreso, el cual empezaba pronto. Llegamos un día viernes a Viena y el congreso iniciaba el siguiente lunes, hasta el miércoles, 3 días.

La señorita, me dio varios folletos con la información y me indicó que me sentara tranquila a escoger el que más me gustara, y así hice, me fui a sentar a un sillón que estaba solo, casi al final del lugar junto a una linda ventana.

Coloqué mi bolso en el piso y moví un poco el sillón, era bastante pesado, pero el sol no me dejaría leer ningún folleto, así que debía moverlo obligatoriamente.

Al moverlo, el sillón hizo un ruido fuerte, muy escandaloso; me dio mucha vergüenza, me senté y traté de olvidar el momento y mientras leía solo me reía; sentía que la gente me observaba.
A los pocos minutos terminé de leer los folletos, era difícil escoger, pero un paseo de una semana por la ciudad, para poder conocerla a fondo era la mejor opción, e iniciaría el siguiente jueves, justo finalizando el congreso.

Sin embargo, aunque tenía todo planeado, cuando me iba a levantar no me di cuenta que mi bolso quedó bajo el sillón cuando lo moví y mi pie se había enredado con las cintas, intenté sacarlo, pero debía levantarme para hacerlo, pero en un intento fallido, perdí el equilibrio y resbalé doblándome el tobillo.

Debo acotar que, el sillón estaba sobre un escalón, algo así como una pequeña tarima y perdí el equilibrio al pisar y mi tobillo sufrió las consecuencias.

La agencia ya estaba sola, varias jóvenes que trabajan ahí corrieron a auxiliarme, yo solo pedía disculpas y me sentía realmente avergonzada. Las jóvenes de la agencia me llevaron a una oficina más atrás, me sentaron y trajeron hielo para mi tobillo.

Una mujer muy amable comenzó a preguntarme en español mi nombre y dónde vivía
Estoy de vacaciones respondí y al mismo tiempo tocaba mi tobillo sin evitar hacer caras de dolor la joven con una expresión alegre en su rostro dijo:  ¡Qué bueno!, bienvenida a Viena. Ya regreso y se fue dando pasos que sonaban a lo lejos por sus tacones altos.

En ese momento, intenté levantarme, pero no pude, me sentí muy frustrada, acababa de llegar y no podía caminar, ¡no podía ser tan grave!

Mientras aún esperaba ahí sentada, se me acercó un hombre, y sonriendo me dijo:

 Hola, ¿Estas bien? me avergoncé un poco 
 Si estoy bien gracias Y se sentó en el escritorio que estaba frente a mi 
Tuve la oportunidad de detallarlo un poco en medio del ruido de gavetas y papeles. Al parecer; algo buscaba.

En mi observación, vi a un hombre alto, bien parecido, cabello negro liso, sus ojos al momento no los pude ver bien, pero en el primer contacto fue inevitable darme cuenta de ese color verde suave, en realidad no pude detallarlo, pero si vi que tenía un botón en su camisa que decía Robert White / Presidente.

Al percatarme que era el Presidente de la agencia, quise salir corriendo, quería irme pronto de ahí, pero él me detuvo:
 ¿A dónde vas?, así no puedes caminar, espera tranquila, con toda la confianza, el doctor viene en camino.
 ¿El doctor? ¡Pero!,  tranquila, él trabaja en la agencia, a veces se necesita. Ya lo llamaron, llegará en unos minutos  y me dejó sola 

Enseguida llegó el Doctor, un hombre muy agradable bastante mayor y hablaba mucho. Mientras revisaba mi pie hablaba solo y decía:  ¡Qué muchacho tan bueno es Robert!, muy atento, de gran corazón, muy humilde para ser el dueño de este lugar. Pensé: ¿qué, el dueño? ¿De la agencia? Nuevamente quise irme de allí, sentía mucha vergüenza.

Pasaron pocos segundos y el doctor me colocó un vendaje alrededor de mi tobillo:

 Es algo pasajero, tenga el pie en alto hasta mañana y tome esta pastilla, mañana temprano trate de caminar y si aún siente dolor me llama,  Me entregó su tarjeta Muchas gracias Doctor por su atención le dije muy apenada por todo

En ese momento, llegó una joven y me preguntó a dónde iba, le expliqué que estaba muy cerca, en una posada y siendo tan amables, me llamaron y pagaron un taxi.

Llegué a la posada y la dueña fue muy atenta, me llevó comida a la habitación e iba de vez en cuando a ver cómo seguía. En cuanto a mi amiga Andrea, no podía creer lo que me había pasado y a la vez no paraba de reírse.

Al día siguiente:

Era el momento de la verdad, esperaba poder levantarme, no podía haberme lastimado tan fuerte el tobillo. Lo intenté y di algunos pasos, pero aún con dolor, decidí no intentarlo de nuevo para reposar un día más y estar mejor rápidamente, el congreso iniciaba al día siguiente y era todo el día. Debía estar bien.

Recuerdo que pasé la tarde en la habitación, leyendo y viendo un poco televisión, la tarde pasó tranquila y mi amiga Andrea junto a su prometido Jorge si salieron a recorrer la ciudad.

A eso de las 6 pm, la señora de la posada nuevamente llegó a saludarme y me dijo: Un caballero vino a visitarla quedé pensativa sin saber quién podría ser, no conocía a nadie  y me entregó un sobre que me habían dejado, lo tomé y al abrirlo decía:

Buenas tardes, espero esté mejor de su tobillo. Atentamente Robert. Junto a su nombre tenía su número telefónico. Quedé en silencio y dije en voz alta: ¿Robert? ¿El de la agencia?

Me sorprendió ver una nota de él, pero a los pocos minutos sentí curiosidad y le envié un mensaje, sería la primera vez que usaba el chip que había comprado en el aeropuerto:

 Buenos días, estoy un poco mejor, gracias por preguntar, soy la del tobillo  prácticamente no había terminado de mandar el mensaje cuando me llamó
 Buenas tardes ¿señorita...?, ¿cómo sigue del tobillo?
Buenas tardes& Rachel, me llamo Rachel, está bastante mejor, gracias por preguntar  tras un breve silencio dije:  Me siento muy apenada por lo ocurrido en su agencia.
 No te preocupes, no fue tu culpa  y ambos coincidimos en medio de risas que el culpable había sido el gran sillón
Yo si me siento culpable, porque es el sillón de mi agencia. Por ello, deseo compensarla.
 ¿Compensarme? exclamé en tono incrédulo y con sorpresa.
Si por favor, ven a la agencia cuando te sientas mejor para que hablemos Quise negarme pero, él insistió.  ¿Crees que necesitas ver de nuevo al Doctor? observé mi pie, aún sentía un poco de dolor, pero las ganas de empezar mi aventura en ese lugar rápidamente, me motivaron a decirle que sí. Además, iniciaba el congreso al siguiente día.

Voy a buscarte en pocos minutos, llamaré al doctor para que venga, ¿te parece?
Su rápida acción me sorprendió, pero accedí con confianza. Me vestí como pude y salí dando algunos pasos y brincos; la señora de la posada me ayudó a llegar a la salida.

Enseguida, llegó Robert en un auto grande de color negro, tenía los vidrios oscuros y dude si era él, pero como todo un caballero se bajó:  Hola, ven, déjame ayudarte y dándome su mano me senté en el auto. El doctor va en camino  dijo mientras encendía de nuevo el vehículo Gracias, muy amable de tu parte.

El trayecto fue un poco incómodo, debido a que él solo habló por teléfono hasta que llegamos: En tono preocupado expresó  Discúlpame por haber estado hablando por teléfono. Tranquilo es tu trabajo  añadí .Sí, pero pude esperar a otro momento  y me observó tan fijamente que logró que desviara mi mirada.

Pasaron los minutos y el doctor vio mi pie nuevamente:
 La hinchazón bajó considerablemente, mañana deberías volver a tu vida normal. Sus palabras alegraron mi rostro.

El doctor se retiró y quise hacer lo mismo, pero Robert me pidió quedarme unos minutos para conversar. Ya estaba ahí, no tenía otra salida:

 Me siento muy mal por lo que te pasó con mi sillón, pero ¡qué bueno estás mejor!  y observó mi tobillo en medio de una sonrisa divertida .

 Tranquilo, quizás debería ser culpa de la ventana o del sol, fue el motivo que hizo que moviera el gran y pesado sillón  ambos reímos
 Si, a alguien o algo hay que echarle la culpa  y agregó:  Como te dije ahora, quisiera compensarte y de ante mano te pido que aceptes. Con mirada extrañada lo observé y ante su insistencia, esperé impaciente conocer cuál sería su forma de compensarme.

En eso, abrió una de sus gavetas y alcanzó un folleto del tour semanal, el que antes de lo de mi tobillo quería hacer y dijo:  Toma  extendió su mano hacia mí y colocó sobre el escritorio el folleto.

 El tour inicia el lunes, disfrútalo al máximo  pero, ¿cómo puedo aceptar esto?, no por favor, no es necesario.
 Por favor, acéptalo  apuntó con firmeza .y agregó sutilmente:  es lo mínimo que puedo hacer, así que insisto. ¡Espero lo disfrutes!

No fue fácil aceptar el tour, pero su insistencia y ganas de compensar lo sucedido fueron más fuertes. Por lo tanto, tuve que aceptarlo sin imaginar lo que vendría después.

Capítulo 5
Donde todo realmente inició

Pensé que este encuentro con Robert había sido algo casual, debido a la situación del tobillo, pero Dios me lo volvía a cruzar cuando menos lo esperaba.

Al día siguiente, empecé a caminar, me dolía un poco el tobillo, pero igual caminé; no podía desperdiciar mi tiempo en "reposo". Además, iniciaba el congreso. Ese era el gran motivo de mi estadía en Viena.

Estando en el congreso, lo disfruté al máximo, pero en medio de todo, me invadían recuerdos de la breve conversación con Robert, eran como fotografías que aparecían en mi mente y me impedían concentrarme. Incluso, era imposible no sonreír recordando todo, pero así como esos pensamientos llegaban, así mismo los alejaba de mi mente.

También pensaba a cada momento en el tour que me había regalado, pero no sabía si debía asistir o no, y para no desviarme de mi propósito, que era el congreso, sentí que era mejor no ir o pagar el tour, es decir, no aceptarlo como un regalo.

Todo esto se había convertido en un dilema para mí. Mis pensamientos estaban en el congreso, pero se desviaban entre Robert y el Tour, eran casi imposibles de controlar, aun así, los alejaba de nuevo o eso intentaba.

El congreso terminó como a las 3 pm, no quería encerrarme en la habitación, mi tobillo estaba bien, así que, decidí ir sola a dar un paseo un rato.

Andrea, al salir del congreso, se fue a la habitación a ver a su prometido. Él llevaba todo el día esperándola. Aún no le había contado lo del tour, quería evitar sus bromas respecto a Robert y no le dije nada.

Pasé la tarde paseando por la ciudad, hasta que llegué a un hermoso mirador con una bonita vista, eran como las 7 de la noche. Estaba terminando de oscurecer y el cielo tenía un color muy cálido, oscuro y estaba empezando a hacer mucho frío, pero me quedé allí unos minutos contemplando la hermosa vista.

De regreso a la posada, pasé cerca de la agencia de viajes de Robert, me sentí un poco mal, había decidido no aceptar el tour, pero la agencia estaba cerrada y seguí mi camino hacia la posada.

Llegué y no había comido nada, era muy tarde, como había estado entretenida con los paisajes y mis pensamientos, no me detuve a comprar nada. Sin embargo, para mi sorpresa, a los pocos minutos llegó la señora de la posada:

Hola buenas noches, acá le dejaron esto y me entregó una bolsa oscura algo pesada tenía un jugo de limón bien frio, y un envase con unos sándwiches con jamón y queso.

Me sorprendí mucho al ver la comida, pero no fue todo, sino que adentro había una nota: Espero lo disfrutes, Robert.

No recuerdo qué pasó por mi mente en ese momento con exactitud, pero si recuerdo sentirme muy confundida y a la vez bloqueada, quería aceptar su detalle, pero a la vez no, yo no estaba allá para conocer a nadie y ahora ocurría esto, o quizás estaba malinterpretando todo y él solo quería ser amable, no sabía qué pensar.

Los minutos pasaron y no le había escrito nada, no sabía qué decirle, estaba confundida con su amabilidad. Al final, tomé mi celular y le escribí: Hola, nuevamente gracias por tu amabilidad, pero por favor no malinterpretemos las cosas. Gracias por la comida.

Pensé mucho para mandar ese mensaje, no estaba muy segura, pero tenía que hacerlo. Pasaron como 10 minutos y recibí su respuesta:

A la orden, disculpa, no quería que malinterpretaras nada, solo quería ser amable contigo; eso es todo.

Me sentí un poco mal, él quiso ser cortés, quizás sin esperar nada a cambio, y yo le respondí así, sin analizar nada y a la defensiva, pero el daño estaba hecho, en realidad no sabía qué pensar al respecto, pero todo quedó hasta ahí; no había más nada que decir. Solo me quedaba ir a la agencia a devolver el tour o pagarlo.

Al rato me quedé dormida y al despertar empezó mi día normal, el congreso era en la tarde, y en la mañana salí a despejar mi mente para seguir conociendo Viena, pero no debía olvidar ir a la agencia para resolver el dilema con el tour.

Luego de conocer un poco la ciudad, decidí que era momento de ir a la agencia, no podía seguir postergándolo. Me fui caminando hasta allá e iba pensando muchas cosas, honestamente me sentía avergonzada con Robert, quería disculparme, pero&. No le di muchas vueltas al asunto y entré, pero con la intención de pagarlo.

Al entrar, había muchas personas y también niños corriendo. Al fondo, se escuchaba una música instrumental suave. Al entrar, no pude evitar voltear mi mirada al sillón culpable de mi tobillo lastimado, que estaba junto a la ventana y se me escapó una sonrisa recordando todo.

Observé de lejos a los trabajadores, mi idea era escoger a alguien que no me conociera para no tener problema en pagar el tour. Detallé un poco y me acerqué a un señor mayor de cabello bastante blanco, pero muy conservado, de estatura un poco más alto que yo:

Buenos días Sr, disculpe, quiero pagar un tour. Buenos días Señorita, claro a su orden dijo muy amable y sonriente Tiene 3 maravillosos paquetes para escoger. Sí, gracias, estuve hace unos días acá y deseo el tour de una semana.

Me explicó con detalle cómo era el tour y cuando fui a la caja a cancelar, la joven encargada de la caja detuvo mis papeles, llamó al señor que me atendió y caminaron a la parte de atrás, me pareció extraño, pero como no conocía a ninguno desde el incidente con el sillón y mi tobillo, no le tomé importancia.

Ya estaba lista para sacar el dinero de mi cartera, cuando apareció frente a mí Robert. No sé qué pasó, pero sentí que me ponía de todos los colores, él solo me sonrió y me dijo: Te dije que esto era un regalo. Así que toma, es tuyo, el lunes comienza tu paseo, disfrútalo.

No dijo más nada y se fue, me sentí un poco molesta por su actitud, pero no podía esperar más después de cómo lo había tratado cuando me regaló la cena. Solo me quedé paralizada unos segundos, pensé en salir corriendo, pero el señor de cabello blanco me detuvo.

 Hola Señorita, disculpe a mi hijo por su trato, él quiere compensarla por lo que sucedió con su tobillo, solo eso. Yo no sabía eras tú esa joven.
Señor, discúlpeme, no sabía que era su padre y entiendo que quiera compensarme, pero regalarme un tour es demasiado.
 No te preocupes, disfruta tu paseo y así todos nos sentiremos bien contigo por el daño a tu tobillo. El señor parecía muy agradable, me habló suave y educadamente, tanto que no pude negarme al tour.

En la Posada:

Estaba tranquila en la posada y comencé a acomodar lo que iba a necesitar para mi primer día de tour, al día siguiente finalizaba el congreso y empezaría la verdadera aventura por Viena.

Acomodé algunas cosas para no olvidar mi cámara, ropa cómoda, entre otros detalles. Teniendo todo listo, me acosté y abrí las ventanas para contemplar la vista que tenia de la ciudad. Era hermosa.
Luego, me puse a ver un rato el celular y vi los mensajes que me había mandado Robert y quise escribirle para darle las gracias por el tour, era lo correcto, debía agradecerle a pesar de haber querido pagarlo y evitar el regalo.

Lo pensé mucho. Me armé de valor y le escribí:

Hola, buenas noches, quería darte las gracias por el paseo y a la vez disculparme por querer pagarlo. Pasaron como 15 minutos y respondió:
Hola, ¡buenas noches! ¿Cómo sigues del tobillo? No te preocupes, no tienes que agradecerme nada. Fue un placer. Espero lo disfrutes. El paseo que escogiste es muy bueno, y el guía es muy divertido, la vas a pasar muy bien. No te preocupes por lo demás, es un regalo.

Leí el mensaje, sonreí y contesté: Ya estoy perfecta del tobillo, gracias por preguntar. Si, espero conocer bastante de Viena. Si claro, conocerás bastante, este es el tour más completo que tenemos en la agencia añadió.

Pensé en seguir contestando, pero ya estaría creando una conversación que simplemente no debía ocurrir y para no ser tan grosera le puse: Si es muy completo, gracias de nuevo. Buenas noches.
 Espero de verdad lo disfrutes. Buenas noches y disculpa si me pasé en algún momento, solo quería ser amable contigo luego de lo de tu tobillo. Feliz noche.

Su mensaje me hizo sentir de nuevo un poco mal, pero en realidad no había razón para sentirme así, apenas lo conocía, no tenía que rendirle explicaciones.

Fernanda27 de noviembre de 2018

1 Recomendaciones

1 Comentarios

  • Fernanda

    Holaa Regina, muy agradecida y feliz por tu comentario, me motiva a seguir compartiendo mi novela. ¡Gracias!

    30/11/18 11:11

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