¿Quién sabe como se te ocurren estas cosas? ¿Quién sabe si tenes o no razón? ¿Y a quien le importa? Sos tierna de todas maneras, aunque escupas las más tristes verdades. Nos duele un poco, lo veo en tu cara, y lo estoy sintiendo. Pero esa pequeña esperanza que olemos en indeterminado nos hace sonreír. ¡Por supuesto que hubiese sido lindo que sea distinto! No entiendo por que lo cuestionas tanto.
Te pones colorada, aumentas tu ternura, y ensanchas mi sonrisa. Nos metes en esta extraña competencia, y ahora empiezo a entenderte un poco más. Sos lo suficientemente inteligente como para meterme en un juego sin ganadores, y lo suficientemente inocente para hacer que no me importe eso. Sos lo suficientemente vos, para que me compenetre total y completamente en nuestra partida. Ahora reviso de a poco todos nuestros pasos, y supongo que mi cara debe transfigurarse un poco, por que pareces asustada. ¿Qué hubiese pasado si nunca hubiese ido al ese club en vez del otro? ¿Qué hubiese pasado si vos no hubieras aceptado ir esa noche al patio con migo? ¿Qué hubiese pasado si no te hubiese besado? ¿Qué hubiese pasado si nunca hubiésemos coincidido? Y la que más venía a mi mente ¿Qué hubiese pasado si hubiésemos coincidido más?
Sos tan sensitiva que quisiera poder estrecharte entre mis brazos con la fuerza necesaria para que no escapes jamás, por que la gente libre como vos es muy apta a ser atrapada, y más que nada a ser herida. Ahora si tengo miedo, ¿Qué pasaría si yo llegara a lastimarte? ¿Si pusiera mal una ficha y arruinara todo? No podría vivir con eso. Entonces me decido a acariciarte delicadamente. Vos me frenas con una de tus sonrisas más cálidas, con preguntas retóricas que retan a mi mente. Pero ahora dices cosas que me tranquilizan, a pesar de que ahora se que te sentís expuesta. Y que el miedo no es solo mío, si no que es de los dos.
Y en ese mismo instante vos pronuncias las palabras mágicas, y yo acorto instantáneamente y sin pensar el espacio entre nosotros.

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