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Martina

De lo que ella era,
ya no queda nada.
Todo se perdió.
Ella se perdió,
pero ya no quiso encontrarse.
Ella brillaba todo el tiempo,
era una luz.
A pesar de la adversidad ella sonreía,
con una mejilla lastimada y la otra orgullosamente alzada.
Siempre sonriendo,
bromeando,
riendo,
gritando.

Ella emanaba amor,
alegría,
y felicidad.
Y a cambio solo pedía compañía,
amistad,
un apoyo para no quebrar.

Nadie podía estar triste al lado de ella,
y ella no podía estar triste al lado de nadie.
No por que lo ocultaba,
si no por que lo olvidaba.
Ella contaba todo,
pero a la vez no contaba nada.

Y cuando estaba sola y tenía que regresar a ese lugar,
todo cambiaba.
Se apagaba.
Se perdía,
y después se volvía a encontrar.
Sonreía,
los miraba,
sus amigos,
ya nada malo pasaba.

Pero un día,
volvió la oscuridad.
De tal manera que
no pudo sonreír más.
Lloro,
grito,
sufrió,
y se alejo.
Se encerró en su mundo
y nunca más se abrió.
Nadie la entendía,
nadie la podía ayudar.

Y se dieron cuenta de que ya era tarde,
que todo había cambiado.
Quisieron amoldarse,
a ese nuevo tiempo,
a esa nueva persona,
ese nuevo ser.
Y todo fue en vano,
por que ya no había nada,
nadie.

Había muerto.
Todos sus órganos funcionaban.
Pero no era lo mismo.
Por que ella
había fallecido.
Su alma,
su ser,
todo lo que ella era,
no existía más.

El amarillo se obscureció,
y dio paso al gris.
No al negro,
si no a un gris insulso que no representaba nada.
Un gris sin vida,
que estaba,
pero que nadie lo notaba.

Cuando la vieron,
sintieron una fuerte sensación.
Ni siquiera verla llorando afligidamente
podría haber despertado más tristeza que aquella situación. Perdida.
Sola,
sin un sentido o dirección.
Ella ya no creía en nada
y no sentía nada.

Y ahí estaba,
esperando a algo
que la sacara del sufrimiento eterno,
que es no tenerse.
Ahí estaba esperando a la muerte,
pero con miedo a llamarla.
Lo que más temía,
lo que más quería,
lo que más ansiaba,
por lo único por lo que estaba,
por lo único por lo que esperaba.
Una espera que sentía eterna,
pero que tenía miedo de apresurar
su final.

De lo que ella era,
ya no queda nada
Todo se perdió.
Ella se perdió,
pero ya no quiso encontrarse.
Flow28 de junio de 2008

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