Alguien tocaba la tuba (o eso le parecía) para nada normal a esas horas de la noche. No le hizo caso y siguió su camino metido en sus pensamientos. A veces la vida trae sorpresas, se decía presintiendo alguna novedad y cayendo en la cuenta de que estaba ahogado en melancolía. Quería que todo cambie, quería alguna aventura anormal. Pero esas cosas no pasaban, aunque su mente siempre creaba una pequeña aventurita en esos paseos nocturnos. Y ahí estaba la de esa noche, caminando cerca de la fuente con los ojos clavados en su nuca. La tuba resonaba fuertemente en sus pensamientos y por primera vez en sus creaciones nocturnas, tomo esa aventura como si fuera real, no fingía como otras veces, si no que el miedo y la persecución lo afligían completamente. Comenzó a correr, lo sentía aun en su nuca, lo sentía aun ahí. Su mente había maquinado una fantasía tan buena, que las sensaciones le salían con fluidez, y no imaginadas como siempre. Y seguía corriendo y felicitándose su ingenio sin darse cuenta que realmente había alguien observándolo.

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