El desdén de la vida a veces nos lleva a rincones oscuros.
A momentos opacos y borrosos.
Somos personas que andamos buscando lo nítido de las cosas. Los motivos de nuestra existencia.
Queremos a toda costa hallar la perfección en aquello que no tiene un borrador a seguir.
No poseemos ese manual tan deseado de la vida para saber que hacemos mal o bien.
Escogemos elecciones las cuales agradecemos haber optado por ellas y otras muchas veces nos odiamos por haber hecho las cosas así.
¿Por qué habré hecho yo aquello? ¿Por qué no me habré dando cuenta en aquel momento?
¿Por qué no nos dejamos de hacernos todas esas preguntas? Que nos asfixian, que nos retrasan la vida, los momentos...
Porque no simplemente dejamos de ser retorcidos con nosotros mismos y agradecemos estar donde estamos.
Lo complicado de la vida no es vivirla, es aprender a lidiar con ella.