Hasta que Pase la Puta
Tormenta
Esta carta es para una de mis recientemente descubiertas mejores amigas. Pero espero poder aplicármela a mí también y convertirme en mi propia mejor amiga cuando toda esta tormenta pase. He estado viendo por segunda vez un vídeo de hace muchísimo (este, concretamente) y me he acordado de todo lo que decidí olvidar el día que me enamoré.
Supongo que todos y todas hacemos la decisión inconsciente de no creer en lo malo de la persona de la que nos enamoramos. Pero eso no quiere decir que esa persona no cometa errores o que no nos pueda hacer daño. Querer a alguien no le da impunidad para destrozarte y decirte luego que lo hace por amor. Es muy fácil excusar a quienes amamos por miedo a perderlos, por miedo a reconocer que igual no son aquellos que creímos conocer al principio. Es una doble traición; por un lado nos dañan, y por el otro nos recuerdan lo fácil que se nos puede engañar. Eso, cariño, sólo quiere decir que todavía estamos dispuestas a creer en la bondad del ser humano, y es algo que nadie tiene el derecho a arrebatarnos. Que no nos impidan volver a creer. Ni en el amor, que cuando eligen herirte nada tiene que ver. No quiere decir que sean mejores o peores personas, simplemente tomaron decisiones erróneas que les llevarán a crecer y mejorar. Todos/as somos humanos/as tratando de hacer lo mejor posible con las cartas que nos tocan. El rencor no lleva a ninguna parte, nosotras también hemos metido y meteremos la pata muchas veces y no por ello somos dictadores en potencia. Ten amor hacia él como lo tengo yo, acuérdate de lo bueno y no te cebes con lo malo de la relación.
A veces nos pasamos tanto tiempo oyendo de esos labios todo lo bueno de nosotros/as mismos/as, que cuando ese alguien se va y no nos lo sigue diciendo (o peor aún, nos dice todo lo contrario), olvidamos todo aquello que ya éramos antes de conocerlos. Pero lo éramos. Y lo seguimos siendo aunque nos engañemos y pasemos una temporada a la sombra, en cama, llorando lo que hay que llorar hasta que no quede más pena dentro. En toda herida se hace necesaria una desinfección, una purga, para poder sanar correctamente. Por eso no temas llorar, no creas que dejas de ser fuerte por ello. Estás sanando. Estás avanzando. Como dijo un amigo mío, no nos han roto el corazón, lo han amasado para que nos sea más fácil moldearlo y hacer de él lo que queramos. Y tanto, pequeña. Nos queda tanto por recorrer.
¿Por qué empeñarnos en esperar a que alguien recapacite, cambie de idea? ¿Por qué soñar con que un rayo le caiga encima y comprenda que lo mejor ya lo tenía con él? Nadie en este mundo se merece ser una mera opción de la que dudar, un instrumento que usar, un medio para un fin. Aunque nos duela, aunque el ego se retuerza, eso es lo que han hecho con nosotras. ¿Cómo lo hemos podido consentir? ¿Cómo vamos a embarrar nuestros nombres por el suelo de sus decadencias, por el polvo de sus fallos, por toda la extensión de su ignorancia? Merecemos algo mejor, completo, sano y sin dudas. Nadie nunca se ha tenido que pensar si quiere a alguien, sólo ha tenido que meditar si le conviene. Eso es justo lo que haremos también. ¿Les queremos? Por supuesto. Durante mucho tiempo aún, seguramente; pero ¿nos convienen? ¿Nos valoran? ¿O nos tratan como una posibilidad de entre cien? ¿Nos quieren por lo que somos como personas o sólo por lo que aparentamos ser? Si se rinden a la primera de cambio es que no nos ven como algo digno de ganar.
Recordemos lo que merecemos y dejemos de hacernos daño. Somos fuertes y seremos independientes. Y algún día, cuando todo nos vaya perfecto al cien por cien, nos mirarán de lejos y desearán haberse quedado a ver, haber sido parte de nuestra pequeña metamorfosis. Será decisión nuestra si les dejamos volver a herirnos o si de verdad nos quieren con el corazón.
Ten presente que todo pasa por algo, que lo que nos sucede es para enseñarnos algo que no habíamos aprendido y hacernos crecer, dejar los capullos y florecer en la flor que queramos.
De mientras, lloremos juntas hasta que pase la puta tormenta.
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