Ella sonríe, provocativa.
Tiene el lápiz de labios corrido por la cara
y las manchas rojas alrededor de los labios de él
dejan claro cómo ha sido.
Él busca permiso de aterrizaje,
cogiendo la pista de la curva de su cuello,
viendo cómo a ella se le eriza la piel.
Se dejan caer en el sofá,
sedientos el uno del otro,
con la oscuridad de cómplice muda
y la tenue luz de las farolas de la calle
alumbrando parcialmente un rincón del sillón.
La ropa, literalmente, vuela.
Todo estorba, todo sobra
ante el terremoto de hormonas y calor
que se está desatando en ellos.
Los mordiscos afloran,
las lenguas se tientan y se sonríen,
dejándose llevar por el placer.
De pronto,
de forma natural,
él se adentra en ella con las pupilas dilatadas
y lleno ya de sudor.
Ella lo recibe con pasión,
yendo a su encuentro con cada embestida suave.
Los movimientos de uno y otra
van haciéndose más rápidos y bruscos.
Las manos de ambos arañan la piel,
como si ni siquiera así de cerca
estuvieran lo suficientemente en contacto con el otro.
Se miran a través de la maraña de pelo de ella,
sonrojados por la actividad.
"Te quiero", susurra él, sin aliento.
"Te adoro", responde ella a media voz.
¿Qué pasaría si en vez de ser tú y yo los protagonistas,
fuera otro el receptor de mis caricias,
mis orgasmos
y todo mi querer?
Más en mi blog: http://myowncarpediem.blogspot.com.es/
Que clarividencia ala hora de reflejar la intensidad del momento, sutil y para nada cansino, muy bien llevada la escritura de la pasión. Te aplaudo, te lo mereces. Un saludo FORYOU 1396.
