Tocó Su Piel, Tocó la Mía
Cierro los ojos y dejo que el sol me dé de pleno en la cara. Tú respiras, a mi lado, en el banco desgastado de tantas otras veces. Ella. Quién lo hubiera dicho. Es la última que habría colocado en el lugar de tu ex-pareja. Ahora puedo ponerle cara a todos esos detalles de tu pasado que me explicaste. Os imagino quedando a escondidas por el pueblo, os imagino besándoos... Trago saliva. La ves cada día. No va a nuestra clase, pero va a la de al lado. Os veo a ambos tumbados en tu cuarto, con la cortina de la pequeña ventana corrida, mientras tus dedos se pierden en aquellos rizos que van más allá del pelo capilar. Siento celos. Muchos celos. Porque esa misma mano se fundió tiempo después, allí en mi cuerpo, donde nadie se había atrevido. Tocó su piel; tocó la mía. Me estremezco. Me miras con ojos interrogadores. El sol comienza a esconderse. Por ella empezaste a escribir. Tu novela habla de ella... Aparto la vista. Me pican los ojos; juraría que los tengo rojos y húmedos. Me abrazas. Recuerdo cuando me dijiste que volviste de aquel viaje sólo para estar con ella aquí en el pueblo. Este año, otro viaje, otra chica. Tengo la certeza de que no volverías si te lo pidiera. Tengo la certeza de que ni siquiera hablaremos. Ahora sé a quién hace referencia ése "ella". Y no lo soporto. Ahora pongo cara a miles de momentos. Ahora me entran ganas de llorar al pensar que tus manos apretaron con lujuria sus pechos y besaron con ardor sus labios delgados antes de hacer todo eso conmigo. Es insoportable.
