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11 Historias Capitulo 09: a Los 29 Años (parte 4)

Al llegar no le es difícil divisar a su vieja amiga quien estaba sentada en una mesa al lado de la ventana, observando la plaza al frente.
Al reencontrarse se abrazan emotivamente, ambos se alagan por lo bien que se ven y comeinzan a charlar, ordenan unos cafés.
— lamento mucho de verdad que recién hasta ahora me comunicara contigo… no sabes como le grité a esa secretaria torpe. — dice Johanna.
— Ya no importa… déjalo así… lo que importa es que… estamos aquí… y pues… bueno, cuando me entere por medio de Eduardo… acerca de… Federico y… justamente su secretaria… no lo podía creer…
— yo tampoco… — agrega Johanna sonriendo. — así son las cosas… ese estúpido me engañó…
— si, y… bueno, cuando me entere que estabas aquí… quise hablarte… apoyarte quizás…
— gracias, me hubiera sido de mucha ayuda un amigo… te agradezco el gesto… lástima que recién nos vemos después de tanto… pero igual, no fue tu culpa…
— y también… en ese tiempo… estaba algo… preocupado por… por… otra cosita — le dice.
— ¿ah si? ¿de que se trataba? — pregunta Johanna.
— bueno, lo que sucede es que… cuando me entere de tu problema con ese estúpido… que por cierto coqueteó con mi esposa… — dice frunciendo el seño
— dios… no sabia eso…
— ya no importa… pero cuando me entere de eso… se me vinieron a la cabeza muchas dudas y… preocupaciones… respecto a…
— a lo que dijo la bruja… — termina la frase.
— si…
— me lo imagine…, cuando sucedió… yo inmediatamente pensé en ella en esas palabras que dijo… en mi destino a sufrir… y que solo una persona en este mundo me amó de verdad y… no lo vi… eso me atormenta, no sabes cuánto… y no te imaginas a cuantos chicos tan buenos rechace alguna vez…
— yo estaba igual… y aun hoy que… ya no me preocupo tanto por eso, pero… aun qjueda un poco de… no sé cómo decirlo…
— temor…
— no… no es temor…
— no es por asustarte, pero… a mí me dijo que sufriría por amo… pero… a ti, amigo, prácticamente te dijo que no llegabas a los 30…
Fernando se queda en silencio, pensativo unos segundos.
— perdón, no debí… — Johanna se disculpa.
— no, no te disculpes… es solo que… si atamos cavos… en nuestras vidas, de los 3… todo se va cumpliendo… poco a poco… tu, Eduardo…, yo…
— ¿aún no haz publicado nada, cierto? — pregunta Johanna.
— no, aun no… y créeme que lo e intentado muchas veces… casi hasta agotar editoriales…, he escrito mucho también… pero… parece que mis novelas no son lo suficientemente buenas, o que se yo…
— nada de eso… tus novelas son geniales… estuve revisando tu página… y lo poco que leí me enganchó…. Merecen esas historias ser publicadas… no se trata del destino, creo que es este mandito país… no le da oportunidades a los jóvenes talentos…
— como sea he estado pensando mucho… y… ¿si lo que dijo esa bruja es verdad?... ¿y si… no voy a pasar de los 29 años? ¿si nunca encuentras el verdadero amor?
— bueno… debo aceptar que he dejado de… preocuparme por eso… yo… me dedico a mi hija…, ahora esta en el colegio… — ve la hora — por cierto tengo que ir por ella en unos 20 minutos — … ella es todo para mi, ya no me interés si no encuentro el amor de verdad… el amor de verdad es mi hija ahora… todo mi amor será de ella y nada más…
— me alegra que pienses así… en parte… pero lo que es yo… aunque diga que es yo.., no me puedo dar por vencido, tengo que publicar algo, es la única forma de dem…
— ¿…de demostrarle a esa bruja que se equivocó? ¿a eso vas? — pregunta Johanna.
— mas o menos… es que…
— a veces pienso que fue una mala idea entrar ahí esa noche… no fue buena idea saber… cosas del futuro, hoy presente… hubiera sido menos… molesto ¿no crees?
Fernando asienta.
— aunque a Eduardo le ha ido bastante bien, creo que a el el saber que… le iria genial le dio estimulos para seguir…
— yo solo me acordaba de la bruja cada vez que me sucedía algo malo en cuanto a las cosas que ella me dijo… fuera de eso… nunca tome en cuenta esas cosas, y si bien en el aspecto amoroso me ha ido horrible… en otros aspectos me ha ido bien, mírame… tengo trabajo, estoy encargada de la construcción de una carretera a las afueras de la Catalina… es un gran proyecto, estoy ahí hace un año, y estamos muy bien… tengo a mi bebé… esta grande y muy fuerte… hermosa como ella sola…
Fernando sonríe.
— es verdad que en el amor… no tuve suerte, pero… ¿y? eso es lo de menos… ya llegara el hombre perfecto para mi, y si no pues…¿Qué mas da? No me moriré por eso…
— Pero si se cumple lo que la bruja dijo el que si morirá seré yo… — dice Fernando con seriedad.
— Tonterías, amigo… tonterías, no te vas a morir solo por que una bruja dio a entender eso… además ella no dijo que morías…
— dijo que no me veía en este mundo…¿Cómo interpretas eso?
— no lo se, pero no dejes que estas cosas te atormenten, y en todo caso, escucha… — se inclina hacia el — ¿quieres joder el destino? Pues publica algo… tienes un año aun…
— no se si tenga un año… no llego a los 30, podría morir ahora mismo…
— no digas tonterías… — termina su café. — no te va a pasar nada… y ya cambia esa cara… es tu cumpleaños… dime… ¿vas a hacer una gran fiesta en tu casa? — pregunta.
— no, Mirella me está preparando algo especial… algo entre ella y yo… — sonríe.
— ah entiendo… — le guiña el ojo — eso será mas divertido, ¿no? — le bromea tratando de animarlo — … por cierto…¿Cómo te va con ella…? — pregunta.
Conversan un rato mientras terminan los cafés y salen en dirección al paradero a una cuadra.
— ser madre me ha cambiado la vida… ves todo de otra forma, el dia que seas padre te daras cuenta… — le dice Johanna a Fernando mientras caminan por la acerca.
— sí, Mirella se muere por ser mamá y la idea no me disgusta, soy bueno con los niños, pero… no tenemos mucho tiempo por ahora… — comenta Fernando.
— les cambiara la vida…
Se detienen en el paradero al lado de un poste de alumbrado y una banqueta.
— … bueno, ahora que tengo tu numero te voy a llamar para molestarte a cada rato ha… — le dice sonriendo — a ver qué día me invitar a tu apartamento a cenar… para que conozcas a mi hijita, hasta ahora solo la conoces por foto…
— es verdad yo quiero conocerla… de verdad un dia de estos te voy a pasar la voz y los 4 iremos a cenar y a pasear, eso me gustaría..
— ahí viene el autobús… — se despide con un beso y se dispone a subir cuando este se estaciona — … feliz cumpleaños y no dejes que esas ideas estúpidas te malogren la vida, se que pronto publicaras algo, yo seré la primera en comprar tus libros — le dice subiendo — ¡¡chau, amigo, me llamas ha!! — le grita desde dentro del bus.
— ¡¡chau, te voy a llamar!! ¡¡salúdame a tu nena de parte del tio Fernando…!! — le grita también.
— ¡¡ella ama leer, escríbele unos cuentos!!! — le grita.
— ¡¡te lo prometo!!
El bus parte.
Cuando Fernando se dispone a regresar pro la avenida un Toyota se pasa una luz de parada y choca fuertemente contra un taxi que estaba a solo unos metros de Fernando, quien de la sorpresa se queda paralizado, la fuerza con la que el Toyota enviste al taxi hace que este salga disparado y girando en dirección de Fernando y de algunas personas más en la acera, por suerte Fernando sale del asombro y brinca esquivando el taxi el cual se estrella contra una tienda en la calle en el camino llevándose consigo a un par de personas.
La gente en la calle comienza a gritar y a acercarse, algunos llamaban paramédicos.
— ¿está bien, amigo? — le pregunta un joven a Fernando ayudándolo a ponerse de pie.
— si… sí, estoy bien… — dice Fernando poniéndose de pie aun sorprendido.
Había estado a solo unos centímetros de ser atropellado.
Sin más que hacer más que ponerse de pie, se fue de ahí muy asustado.
Todo el camino de regreso a la universidad pensó en lo cerca que había estado de morir, en lo fácil que pudo haber sido, un segundo más solamente, un mal paso y estaría estampado contra la tienda, destrozado, pensaba en su mortalidad en las palabras de la bruja, Todo el camino a la universidad lo recorrió muy asustado, el más mínimo ruido de llantas patinando lo exaltaban y hacían brincar, al cruzar las avenidas miraba a ambos lados, pero con verdadera cautela. Sin duda sentir la muerte cerca de él lo había dejado con un gran miedo.
Esa tarde terminó sus clases con sus alumnos algo distraído y pensativo, no se le quitaba de la cabeza la idea de que de ser verdad lo que la bruja le había dicho y que es lo que parecía de lejos, pues significaría que desde ese día en adelante, la muerte lo estaría asechando, día a día, segundo a segundo.
Los días siguientes, las semanas siguientes, los siguientes 2 meses, Fernando entró en un estado de paranoia, el temor se apoderó de el, temía salir a la calle, tomar el autobús, un taxi, de noche difícilmente podía dormir, aseguraba las puertas, las ventanas, no podía estar tranquilo, faltaba seguidamente añl trabajo por no querer salir esa mañana, bastaba con que se despertara con algún mal presentimiento, algo que no sintiera bien, el clima, para que se quedara encerrado en el apartamento, las discusiones con Mirella eran cada vez mas seguidas, ella notaba que algo no estaba bien, sentía el miedo en Fernando, el cual ya no podía ni si quiera salir a pasear con ella sin estar asustado, no había escrito nada en todo ese tiempo, solo se había dedicado a pensar y repensar en que la muerte estaba tras el, incluso ir al baño, entrar a la cocina, ver los cuchillos, algo de agua derrapada en el piso significaba para el la idea de que tarde o temprano algo le ocurriría.
No importaba cuanto Mirella le hablara, le hiciera ver que no va a ocurrirle nada, este simplemente no podía salir de ese pánico.
Pronto ya ni quiso ir a trabajar, Mirella tuvo que pedir permiso por el alegando que estaba mal y le consiguió un permiso de 2 semanas fue lo mínimo.
— esto no puede seguir así… ¡estás loco! — le grita Mirella a Fernando el cual estaba en el mueble de la sala en pijama sin afeitarse, angustiado con una mirada perdida, ensimismado. — ¡ya reacciona, maldición! — le grita sentándose sobre la mesa de centro justo frente a él. — me da cólera verte así… no te das cuenta que estas actuando como un estúpido… — Fernando solo la escuchaba con la mirada perdida y bajando la cabeza — …desde que cumpliste 29… estas… estas tan… tan fuera de ti… no eres tu… ¿Qué te pasó? ¡Dime!
— estoy… estoy asustado, Mirella… estoy… tengo mucho miedo… — le dice con la mirada baja. — no me lo quería creer, ok… pero temo… temor por mi, por ti… — la mira — no te quiero dejar… no quiero que me pase nada… yo… me quiero quedar contigo… y si salgo… tengo miedo de que la muerte me agarre…
La forma y la mirada llena de pánico con que se lo dijo simplemente conmovió y a la ves asustó a Mirella.
— pero… cálmate… no es para tanto, estas siendo muy paranoico… creo que necesitas ayuda… — sugiere tomándolo de las manos.
— no, nadie me puede ayudar… yo… solo quiero quedarme aquí… seguro en mi casa, contigo… no salgas, quédate aquí… por favor… la abraza…
— hay dios… — Mirella solo lo abraza y piensa que lo que le está sucediendo es mucho más grabe de lo que piensa.
Unos días más tarde Mirella contesta el celular de Fernando, era Johanna.
— Hola… — contesta Mirella.
— Hola… ¿Mirella eres tú? — contesta.
— Si, hola…
— soy yo, Johanna, amiga de Fernando, llamaba para saludarlo, me dijo que me llamaría pero el muy ingrato no llama nunca…
— si supieras como está… — camina por el pasillo.
— Dios… no me digas que le pasó algo…
— no, pero el cree que le pasará… está… esta como loco… piensa… piensa que se va a morir…
— que idiota… sigue con esas ideas… perdón… no sé qué tan al tanto…
— sí, él me contó lo de la bruja y esa noche en la feria… eso lo tiene mal… — se asoma a la habitación donde dormía Fernando. —… no sé qué hacer… no quiere salir, no quiere hablar con nadie… ya hasta me da miedo dejarlo solo…
— pobre de mi amigo… nunca debimos ir donde esa bruja…fue un error, nunca pensé que le afectaría así…
— se lo ha tomado en serio, a eso hay que sumarle lo de sus historias… estoy pensando en hablar con un psicólogo, quizá pueda ayudarlo…
— no sería mala idea.
— ya no sé qué más hacer, Johanna.
— solo ten paciencia… ya pasará… de algún modo… no se, cuando… cumpla 30… todo abra terminado, ¿no?
— no sé si pueda esperar tanto, está a punto de perder el trabajo… no ha escrito, solo duerme todo el vendito día…
— Tranquilízate, todo estará bien, iré a visitarlos un día de estos… para hablar con el…
7 – Creer.
— buenos días, amor… — Mirella despierta a Fernando con un amoroso beso.
— Buenos días… — despierta este no de muy buenos ánimos.
— te voy a preparar un delicioso desayuno, amor… ¿Por qué no te bañas mientras voy a la tienda de la esquina por algo de chorizo, unos huevos y leche? — le dice animándolo.
— quisiera dormir un poco más, amor… — responde girándose.
— Vamos, no seas así… — se monta sobre el y lo mueve y mueve despertándolo. — vamos, pon de tu parte… no me gusta verte así…
— amor…
— vamos, levántate son las… — ve el reloj de pared —…las 8 de la mañana… arriba.
— ok, ok… iré a darme un baño… — le dice.
— yo iré a comprar, antes de bañarte ¿puedes poner agua a hervir? — le dice colocándose la bata.
— si… yo me encargo… — dice acomodándose en la cama y encendiendo la televisión.
— ya regreso, no olvides poner el agua … — dice unos minutos después saliendo del apartamento.
Fernando ve las noticias matutinas unos segundos y luego apaga el televisor y se dispone a levantarse, no con muchas ganas abre las cortinas y se dirige a la cocina.
Enciende la hornilla y coloca una tetera.
Se regresa entonces a la alcoba y se dirige al baño, se ve al espejo, estaba algo más delgado, con la barba crecida, abrió la llave de la ducha y comienza a llenar la tina para ingresar.
Mientras Mirella llega a la tienda de la esquina donde se entretiene con una de las vecinas del edificio con quien conversa unos instantes.
Mientras algo sucede en la cocina mientras Fernando se estaba dando un baño después de varios días. El gas comienza a fugarse lentamente por la perilla del balón bajo la cocina, poco a poco el gas comenzó a salir, en segundos alcanzaría las llamas de la hornilla lo que sería un problema.
Mirella en la tienda.
— Entonces sigue mal Fernando… — le comenta la vecina. — con razón no lo he visto en algún tiempo, siempre lo veía temprano al salir…
— sí, ha estado teniendo problemas con… la gripe y pues… creo que tiene una infección, pero ya está mejorando… si — le responde y se acerca a la caja para pagar lo que había tomado — …buenos días — saluda.
— ¿Dónde está ahora? — pregunta la vecina
— está en el apartamento, le dije que vaya calentando agua, le voy a preparar un súper desayuno para animarlo un poco…. — sonríe.
Entonces un fuerte sonido de una explosión hace remecer la calle y hace salir rápidamente a todos los que estaban en la tienda y algunos que estaban por la calle.
—¡¡una explosión!! — gritaban algunas personas que veían hacia el cielo observando el humo que provenía del edificio donde vivía Mirella y su vecina. — ¡¡viene del edificio de la otra cuadra!!
— ¡¡es nuestro edificio!! — grita la vecina y corre.
Rápidamente Mirella va tras ella — ¡¡Fernando!! — grita y sale a toda velocidad tirando las bolsas que traía.
La cocina del apartamento de Fernando y Mirella había estallado por completo, el lugar estaba en llamas, la fuerte explosión había dejado inconsciente a Fernando quien se había desmayado en la ducha quedando acostado en la tina, mientras esta se iba llenando poco a poco al romperse unas tuberías. Era cuestión de minutos para que se ahogara o por el agua o por el humo que invadía rápidamente todo el lugar.
Desesperada Mirella corrió al edificio e intentó subir al tercer piso, donde estaba su apartamento, pero la gente salía del edificio, el humo salía por las ventanas el tercer piso y las alarmas de incendio sonaban.
Los vecinos del tercer piso rápidamente corrieron en ayuda, con extinguidor en mano partiendo las puertas y tratando de apagar el incendio del apartamento de Mirella y Fernando.
Unos segundos después de que Fernando se hunde en la tina, es rescatado por un vecino que lo saca del agua y le asiste primeros auxilios.
Más tarde ese día Fernando despierta en el Hospital Mirella estaba dormida en un mueble al lado de la cama.
— Mirella…, Mirella… — la despierta intentando acomodarse un poco en la cama, pero estaba remecido, y con un dolor de cabeza — Mirella…. Que…
Mirella despierta y se acerca a el rápidamente muy preocupada.
— No te esfuerces… todo está bien, todo… todo está bien… cálmate… — le dice acostándolo.
— el apartamento… yo… no se qué..
— Tranquilo… pudimos salvar muchas cosas… tu computadora entre ellas… nos recuperaremos… aunque no podremos regresar al edificio en un buen rato….
— no entiendo… ¿Qué paso? Yo ¿hoce algo mal? La cocina…
— no es tu culpa… los bomberos… dijeron que al parecer la perilla del balón de gas estaba mal colocada… quizás el chico que lo instalo nos dio una defectuosa, ya están revisando eso… recuerda que anoche trajeron el balón nuevo…
— pero el chico siempre lo instala bien…
— quizás… se le pasó esta vez… lo bueno es que no pasó de un horrible susto…
— Si… — la abraza —... me alegra que no estuvieras en casa cuando sucedió… no sé qué haría sin ti…
— Ni yo sin ti, Fernando… no sabes cuánto me asusté…— lo besa.
Mirella recordó entonces algo de la noche anterior, recordó que el chico que colocó el gas, lo dejó bien ajustado, como siempre, “listo señora, está bien asegurado” recordó le dijo, por lo que no entendía como pudo haberse fugado el gas, aunque trató de ya no pensar en eso en ese instante, solo se alegraba de que Fernando estuviera bien.
Mirella una hora después regresó al edificio para recoger algunas cosas, tendría que pasar unos días en un Hotel, ya que no podían regresar al apartamento hasta que se hicieran reparaciones, aprovechó entonces para hablar con uno de los bomberos que estaban ahí aun, este le dijo que efectivamente la perilla del balón se había abierto, que seguramente se había ajustado mal a la hora de colocarlo, lo que era imposible de creer.
La cocina había quedado destruida, se había quemado y el fuego había alcanzado la sala y algunas otras estancias, las pérdidas materiales eran mínimas y las estructuras habían sufrido algunos daños por la explosión, pero nada que en unas semanas de reparaciones no se solucionaran, esto animó a Mirella, aunque no podía sacarse de la mente la idea de que algo no estaba bien, antes de irse del apartamento con unas maletas no pudo evitar observar a la cocina pensativa.
Se hospedaron en un hotel a unas cuadras de su apartamento, estarían ahí el tiempo que duraran las reparaciones en su apartamento.
Esa tarde en el almuerzo, en el restaurante del hotel.
— Que mañana para loca… — dice Mirella.
— Si, es… una locura... no te lo había dicho, pero… esta es la… segunda vez que… veo a la muerte a la cara en estos 2 meses… — le dice Fernando a Mirella.
— no te entiendo — le dice confundida.
— el día de mi cumpleaños… ese día… yo… cuando caminaba por una avenida… un par de autos chocaron, muy fuerte, uno de ellos salió girando en mi dirección… por solo centímetros,. Segundo de mi reacción no me destrozó contra la pared… no sabes lo que fue…
— por eso estabas tan raro ese día… estabas como asustado…
— lo sigo estando… siento… no lo se, — mira a su alrededor , al restaurante— siento como si la muerte… estuviera a mi alrededor, esperando el momento… para…. Atacarme… es horrible.
— Vamos, no seas…
— ¿paranoico? Si, pero… mira… no ha pasado mucho y… hoy casi muero nuevamente… y lo peor, es que… imagínate si tu hubieras estado en el apartamento… — baja la mirada. — eso si hubiera sido horrible…
— Pero míralo así, no te ocurrió nada, ni a mi…
— por que el vecino me sacó del agua… unos segundos más y… me hubiera ahogado… y eso que a ese vecino yo no le caía para nada bien…. A hora le debo la vida…
— No pienses esas cosas… ya te dije que… fue un accidente, seguramente se movió la perilla, en fin, ya no pienses eso, nada te va a pasar…la muerte no te esta asechado… — como de su almuerzo — esas son ideas tontas.
Lo que le había contado Fernando a Mirella la había dejado pensativa, muy pensativa.
Los días siguiente Mirella cuidaba más de Fernando, lo que era contradictorio ya que le quitaba confianza, pero ella de algún modo había sentido por un instante el terror de perderlo, le decía que se alejara de las ventanas, al bajar las escaleras, lo que comían y cenaban en el restaurante, cuando este dormía, lo movía para saber si estaba bien, ahora quien pasaba por una etapa de paranoia parecía ser ella. La idea de que la muerte rodeaba a su pareja no se iba de su cabeza, aunque pensar eso rayaba en la estupidez.
Pero unos días después, algo le daría a Mirella y a Fernando una clara señal de que algo no anda para nada bien. Una razón más clara para preocuparse.
Una mañana luego de que Mirella se fue a trabajar.
Fernando como siempre se quedó en el hotel, le llevaron el desayuno y esta vez en ves de ir a la cama como todos los días, se detuvo en la sala del cuarto, donde Mirella había dejado su laptop, sobre la meza de centro.
Fernando extrañaba de algún modo escribir, su pasión, quería escribir aunque el miedo y los recuerdos de su fracaso en publicar lo alejaban de sus páginas; se quedó parado ahí entre la habitación y la pequeña sala, sonrió y se acercó dejando su desayuno a un lado de la mesita, abrió la laptop y ahí estaba abierta su última novela, la cual dejó inconclusa, la cual Mirella había estado corrigendo y leyendo. Eso le sacó una sonrisa a Fernando quien luego de leer los últimos párrafos colocó los dedos sobre el teclado, las ideas fluían una tras una tras esa última frase, como si se las dictaran una a una… pero no era capaz de escribirlas, tenía miedo, se recuesta en el mueble y respira profundamente — ¿Qué sentido tiene? — pensó, escribir algo que no será publicado… se dispuso a levantarse y regresar a la alcoba cuando se detiene y piensa, recuerda algo que le había dicho Mirella muchos años atrás “Me encantan tus historias, no sabes cuánto me gusta leerlas, considérame tu fan número uno” recordar eso lo hizo sonreír e imaginó a Mirella leyendo esas historias inconclusas, como debe sentirse, y entonces decide darle una sorpresa, se lanza al sofá y con una fluidez envidiable comienza a escribir, como un loco, con la vista fija en el monitor, letra tras letra, párrafo tras párrafo, poco a poco comenzó a escribir capitulo tras capitulo.
En unas cuantas horas había terminado unos cuantos capítulos, y las ideas seguían fluyendo, incluso había olvidado su desayuno, así que cogió la taza de café ya bastante fría y caminó al balcón que daba a la avenida frente al hotel, se quedó ahí observando la vista, se sentía satisfecho, había hecho algo que para un escritor es un verdadero desfogue, había escrito y sacado de su cabeza todas esas ideas que saltaban y no lo dejaban en paz.
Por un instante todo parecía bien, se había relajado, había escrito, parecía un lindo día, hasta que algo sucede.
—¡¡¡cuidado abajo!!! — escucha Fernando que alguien grita, inmediatamente levanta la mirada y al ver caer una enorme maceta desde el borde de la azotea justo hacia él se mueve a un lado, La maseta se destroza en el piso del balcón fuertemente.
— ¡oiga, casi me mata! ¡Tenga más cuidado! — grita Fernando algo espantado y soltando la taza de café que traía.
— ¡Perdóneme, amigo… se me fue sin querer!— le explica el aparentemente jardinero desde la azotea muy avergonzado.
— ¡pues tenga más cuidado… mire que macetota… yo…!
Entonces y antes que pudiera terminar la frase, el balcón en donde estaba cede, de alguna forma se separa de la pared y cae con todo y Fernando quien logra sujetarse de uno de los fierros que sobresalen de la pared, — ¡¡Ayuda!! — grita Fernando. Igualmente el Jardinero corre en busca de ayuda mientras Fernando colgado aun y con más de 5 pisos hacia abajo lucha por no caerse, aunque sujetarse de ese oxidado fierro no era de mucha ayuda, intentaba subir pero no tenía mucho de donde sujetarse, el balcón se había partido quizás por el fuerte golpe de la maceta y una parte de este había quedado colgando y sobre este trozo estaba Fernando, quien no podía encontrar con los pies un punto de apoyo y subir, era solo cuestión de tiempo para que el pedazo restante del balcón cediera o que Fernando no pudiera sujetarse del fierro.
Debajo de el estaba la acera, donde habían caído los enormes trozos de cemento destrozándose, Fernando trataba de subir como pudiera y no ver abajo, solo intentaba jalar del fierro e intentar subir, pero sus manos se estaban lastimando.
La gente de la calle comenzaba a gritar asustada y sorprendida por lo que estaban observando.
Unos segundos después un botones y el jardinero abren la puerta del cuarto de Fernando y lo ayudan a subir, segundo antes que el resto del balcón callera en la calle.
— Gracias… Muchas gracias… — dice muy asustado, nuevamente había visto a la muerte a la cara y no había sido agradable.
El hotel se disculpó con el y le dijeron que no le cobrarían los 7 días que ya llevaban ahí que desde ese instante en adelante solamente correría su estadía, y que si se quieren ir, no habría problema alguno.
Fernando aceptó y les dijo al encargado del hotel que no mencionara nada de lo ocurrido a su esposa, que solo la asustaría y que el ya inventaría algo, aseguraron la puerta del balcón y como si no hubiera sucedido nada.
Aunque en la mente de Fernando nuevamente el temor y el miedo había renacido, era la tercera vez en la que la muerte le había dado la cara, no sabía cuándo nuevamente esta se le presentaría, y eso era lo que le angustiaba más, revisó todo el lugar y se regresó a su cama.

Continuara...
Franckpalaciosgrimaldo19 de enero de 2012

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