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11 Historias Capitulo 06: Regresiones (parte 1)

— Hoy llamo la maestra, Grecia, Me conto lo que pasó en la hora de refrigerio. — comenta Cecilia a su hija mientras le sirve la cena.

— ¿Ah, si? — pregunta Grecia con indiferencia.

— Si, me dijo que te peleaste con una de tus compañeras… me dijo que la golpeaste con la charola… ¿Por qué hiciste eso hija? Te he dicho que si te molestan hables con la maestra.

— Mamá, no quiero hablar de eso… y es más, no regresare a la escuela. — le dice esquivando la mirada.

— Claro que regresaras, pago mucho para que estés en esa escuela. — le dice sentándose a la meza.

— Pues te ahorrare el sacrificio, no pienso regresar. — le dice decidida.

— Hija, esta situación comienza a cansarme, en estos últimos años te han corrido de 3 escuelas, esta es una particular, es la única que te aceptó… ya te falta poco para terminar la secundaria, hubieras terminado antes de no haber sido por el año que perdiste en tu anterior escuela… por favor… ¿Qué es lo que quieres?

— No quiero nada, mamá. Solo quiero que me dejes cenar tranquila. — le responde.

— No evadirás esta charla, Grecia, esta ves no.

— Mamá, por favor, no quiero discutir ahora, no me siento bien.

— Nunca te sientes bien cuando hay que discutir tu comportamiento, hija… a veces creo que ya no puedo más contigo… hago lo mejor que puedo, trabajo mucho, trato de estar siempre contigo… ser tu amiga, te doy tus gustos… pero…parece que nada es suficiente para ti… a veces pienso que debería darme por vencida y… dejar que hagas lo que quieras… así de simple— dice con una expresión de decepción y culpa.

— Si te hace sentir mejor, mamá… ella comenzó, comenzó a insultarme, yo solo respondí.

— Le rompiste la nariz… la Profesora dijo que tenemos que ir mañana para hablar con la directora y la madre de la alumna. No sabes la vergüenza que haces pasar… a veces pienso que lo haces… no lo se por llamar la atención o para… hacerme enfadar.

— Yo no regresaré mamá, ya lo dije.

— ¡Claro que irás! — golpea la meza con la palma de la mano— ¡iremos y veré como demonios evito que te expulsen esta ves…y no quiero una palabra más! ¡Termina de comer y ve a tu habitación! — le grita.

Grecia se levanta, arroja el cubierto a la meza y se va a su habitación.

— ¡Grecia…! — Cecilia se queda mirándola irse y comienza a llorar de impotencia.

Grecia va a su habitación y cierra la puerta de un golpe y se sienta en el piso de su habitación con una expresión de Enfado.

Al día siguiente muy temprano Cecilia lleva a Grecia a la escuela.

—Sra. Directora yo le aseguro que mi hija será castigada por lo que le hizo su compañera — decía Cecilia en la oficina de la directora, Grecia la esperaba afuera de la dirección sentada escuchando música con sus auriculares. —… yo le prometo que no se repetirá algo así.

— Sra. Burga, esta es la falta numero 3 de su hija, ya con anterioridad a cometido faltas, escaparse, insultar a los maestros, pelear en los pasillos… parece que su hija… es incontrolable, además es muy poco sociable, he visto casos así con anterioridad, pero nunca de esta manera en una chica de 17 años, ella casi no tiene amigos, ya hable con la otra madre de familia, aceptó que su hija fue quien comenzó, pero es claro que la reacción de su hija fue algo… exagerada.

— Lo se, Sra. Directora, yo le aseguro…

— No, Sra. Usted ya no puede asegurar nada — interrumpe — de ser la primera falta… quizás podría ayudarla, pero… lo que hizo Grecia esta ves es grabe, ¿vio usted a la muchacha? — pregunta.

— La vi al entrar.

— Dígame si lo que le hizo su hija no le va a dejar secuelas, le ha desfigurado la cara… ceo que no me queda más que… expulsar a su hija, Sra. Burga, y créame no lo lamento.

— Por favor señora directora, yo le ruego que no haga eso…— comienza a llorar —… yo le aseguro que esto no se repetirá, se lo juro.

— No, no es posible, ya la decisión esta tomada.

— Por favor…— ruega.

— no insista, Sra., no me hará cambiar de opinión; Lo único que puedo hacer con usted es recomendarle a alguien.

— ¿Cómo a alguien? — pregunta entre lagrimas.

— Un profesional, un Psicólogo, estoy segura que…

— Mi hija ya a estado en tratamiento, lo estuvo desde los 8 hasta los 12 y… no fue de mucha ayuda… solo perdí dinero… nunca la ayudaron. — interrumpe.

— pues este Psicólogo es amigo mío, y hace un excelente trabajo con chicos… problemáticos, estoy segura que podrá ayudar a su hija… y quien sabe… si el de aquí a un tiempo me da una buena impresión de su hija… quizás pueda ayudarla a terminar su secundaria.

— ¿habla en serio? — pregunta Cecilia ilusionada.

— Todo depende de lo que el me diga de aquí a un tiempo, Sra. — busca entre los cajones y encuentra una tarjeta — tome, esta es su tarjeta.

— Gracias, Sra. Directora — le dice recibiendo la tarjeta — yo… le prometo que llevare a mi hija con este Psicólogo lo antes posible.

Cecilia sale de la oficina y se dirige donde su hija.

— Nos vamos a casa —Le arranca los audífonos.

— ¿Qué? — pregunta sorprendida.

— Te expulsaron, nos vamos a casa. — le dice caminando hacia el pasillo.

— Por fin, — dice irónicamente y sigue a su madre a la salida.

Esa misma tarde Cecilia fue a ver al Psicólogo, para hablar con el acerca de su hija y comenzar un tratamiento. Al regresar a casa se dirige a la habitación de Grecia para hablar con ella.

— Hija, ¿puedo pasar? — pregunta.

— Si, adelante. — le dice. — ¿vienes a seguir regañándome? — le pregunta cuando su madre ingresa.

— No, hija — le dice sentándose a los pies de la cama donde estaba recostada Grecia leyendo una revista.

Cecilia suspira profundamente.

— ¿Qué ocurre entonces, mamá? — pregunta Grecia.

— Pues… vengo de ver a alguien…. — le dice jugando con los dedos de los pies de Grecia.

— ¿ah, si?

— Si, así es…

— ¿te pregunto a quien fuiste a ver? O me lo dirás de cualquier forma.

— Fui a ver a alguien que puede ayudarte…— le dice.

— ¿Qué? — pregunta sorprendida. — ¿a quien fuiste a ver? — deja la revista a un lado y se levanta de la cama.

— Fui a ver a un… Psicólogo que me recomendó la directora… el es muy amable, y me dijo que quiere conocerte.

— Pero yo no quiero conocer a nadie, mamá. — dice caminando por su habitación.

— Hija, por favor… yo solo quiero ayudarte — le dice siguiéndola con la mirada.

— Mamá, me habías prometido que no más psicólogos…

— Y tú prometiste que te comportarías en la escuela… — le dice.

— Desde ya te digo que no pienso ir a ningún consultorio, no pienso hacerlo — dice sentándose enfadada en el mueble cerca a la ventana.

— Hija, por favor, el Doctor Esteban es muy amable, el quiere conocerte, quiere… ayudarnos. — le dice acercándose a ella. — danos una oportunidad de mejorar todo esto, Hijita, por favor…

— Mamá, ¿Por qué no comprendes que no necesito ayuda? Yo estoy muy bien así…— coge una revista que estaba al lado del mueble.

— Hija, seré clara contigo. Yo ya no puedo aguantar más, me estoy cansando de llorar… quiero recuperar a mi niñita… quiero que regrese…

— Mamá, por favor…

— No me hagas sufrir más, por favor te pido yo, inténtalo aunque sea. Solo ve a hablar con el, el solo quiere hablarte, hazlo por mi… como lo ultimo que te voy a pedir, hija… por favor dime que iras…

— Mamá… yo…

— vamos, hija. No seas así, si vas y no te gusta o te incomodas… te prometo que no te obligare a ir nuevamente… te lo juro, serás libre de hacer lo que quieras…— le dice sentándose en la cama.

Grecia lo piensa y da un gran suspiro. Entonces responde.

— de acuerdo, mamá… iré a hablar con ese Psicólogo, solo a hablar… pero no voy a comenzar ningún estúpido tratamiento nuevamente.

— De acuerdo, hijita — le dice sonriéndole. Se levanta de la cama y le da un abrazo.

— Hay, mamá…— dice apartándola. — ya sabes que no me gusta que hagas eso…

— Pero a mí si me gusta abrazarte, Grecia, me gusta mucho.

— ¿Cuándo tengo que ir con ese doctor? — pregunta dejando la revista a un lado.

— mañana a las 10:00AM. — le dice dirigiéndose a la puerta.

— Ok, pero yo iré sola, solo me dices en donde es…

—…iras, ¿verdad? — le pregunta dudosa.

— Si, si iré, es solo que no quiero que me lleves tú. Ya estoy grande…— le dice.

— Ok, confiare en ti nuevamente, Grecia…, ahora voy a preparar la cena, te llamo. — le dice saliendo de la habitación.

Al día siguiente, Grecia aun malhumorada por tener que ir a hablar con un Psicólogo; asiste a la cita en el consultorio. Ella estaba decidida a solo ir en esa ocasión, hablar con el, mostrarse lo mas normal posible, contestar a sus preguntas y jamás regresar, continuar con su vida como a ella le parece bien.

A las 10:00 Am ella ya estaba ahí, sentada en un mueble fuera del consultorio, leyendo unas revistas. Cerca a ella un joven estaba sentado también, el se notaba interesado en ella.

— ¿tu… vienes a consulta o estas en tratamiento? — le pregunta a Grecia amablemente.

— Solo vine a hablar… no estoy en tratamiento, ni pienso estarlo — contesta sin si quiera molestarse en mirar al joven.

— Ya veo… mi hermanito si esta en tratamiento — le dice.

— Me parece bien — contesta secamente.

— Es un buen Psicólogo, mi hermanito a avanzado bastante, el… le tiene miedo a volar…

— Ok…

— Tuvimos un accidente en avión hace algunos meses… el quedó muy mal, ya sabes Psicológicamente.

— Claro…— seguía mirando la revista.

— ¿siempre eres así de…seria? ¿Cómo te llamas? Yo soy Edwin. — se presenta.

— A ver… primero: si. Segundo: que te importa. y tercero: no me interesa como te llames. — contesta.

— Vaya… solo trataba de ser amable… ¿Cuál es tu problema? — pregunta.

— No tengo ningún problema, es solo que me molesta que interrumpan cuando estoy leyendo. — le dice y continua mirando la revista.

— De acuerdo, pero… nada te costaba ser más amable… yo lo fui contigo…

— Nadie te lo pidió, Edwin… ahora si no te molesta, quiero seguir leyendo sin ruidos molestos… — le dice mirándolo con seriedad.

— De acuerdo… no te enojes… — le contesta algo incomodo y mirando a otro lugar.

—ok, Ronald, nos veremos en 2 días, — dice el Psicólogo saliendo de su consultorio con un niño — hasta entonces.

— Gracias, Doctor, nos vemos — dice Edwin llevándose a su hermano de la mano.

— Hasta luego, Edwin. — se despide el psicólogo. —…Tu debes ser Grecia… ¿verdad? — pregunta.

Gracia deja la revista a un lado y se levanta.

— Si, soy yo… — contesta.

— Pues mucho gusto,… vaya que eres idéntica a tu mamá… ¿quieres pasar? — le pregunta amablemente.

— Es igual — contesta y se dirige al consultorio.

— Toma asiento, Grecia — le dice dirigiéndose a su escritorio. — ayer vino tu mamá a hablarme de ti. — le dice tomando asiento.

— Ya me imagino que le habrá dicho — responde sentándose en el diván cerca a la puerta.

— ¿Qué imaginas que me ha dicho? — pregunta.

— pues… ya sabe, lo que dicen las madres que obligan a sus hijos a ir con un psicólogo.

— nadie te obliga a nada, Grecia, si no deseas estar aquí… eres libre de irte. — el dice.

— si me voy solo lograría que mi madre se enfade más, le prometí que vendría a hablar con usted…

— Entonces no te obligó, tú te comprometiste.

— Pues si, pero uso su chantaje emocional… ya sabe como son las madres.

— Si, la mía solía hacer eso… es como un sello de todas las madres…¿no? — le pregunta sonriéndole.

— Pues si, es molesto, ¿sabe? Es incomodo… odioso diría yo.

— Es que a veces cuando alguien quiere conseguir algo… suele usar ciertas cualidades que son natas, otras adquiridas, las madres saben que emocionalmente tienen un control sobre los hijos, y se aprovechan muchas veces.

— ¿usted cree que eso es bueno o malo? — le pregunta interesada.

— Creo que es malo, no deberían aprovecharse del sentimentalismo, o mejor dicho del amor que los hijos les tienen.

— Así es, jamás usaría eso contra mis hijos… el día que los tenga…

— ¿entonces quieres ser madre algún día? — pregunta.

— Si…no lo se… quizás…— responde indecisa.

— Bueno, aun eres muy joven, tienes muchas cosas que aprender… la decisión toma tiempo.

— Si. Actualmente no quiero saber nada de niños…

— ¿actualmente cual es tu mayor preocupación, Grecia? ¿El estudio? ¿El dinero?...¿que? — le pregunta.

— Pues… estar tranquila, esa es mi preocupación… quiero simplemente estar tranquila…

— No es muy difícil. — le dice.

— ¿ah si? Yo no diría eso.

— vamos, es tan simple como comer… ¿Por qué crees que no es simple?

— Pues… un momento…— dice —… ¿me esta tratando? — pregunta.

— ¿tratando?

— Si, ¿me esta tratando como una paciente? Eso hace…

— No, no, no… claro que no, solo estamos hablando… — contesta.

— Yo no estoy interesada en ningún tratamiento Psicológico, ¿de acuerdo? Que quede muy clarito, yo solo vine por que mamá me convenció con su chantaje emocional…

— Está claro… no quieres un tratamiento… te entiendo, pero si estas dispuesta a conversar con migo, ¿cierto? — le pregunta.

— Solo esta ves, Doctor. Después de hoy no regresaré, no tengo planeado pasar horas y horas charlando de mis problemas y mis miedos, me parece absurdo.

— No te exaltes, ya te dije, estas en la libertad de irte cuando lo desees, yo solo quiero conversar, conocerte… no se, incluso podríamos ser amigos; tu mamá me dijo que no tienes muchos.

— No tengo ninguno. — le dice.

— Vamos, debes tener al menos uno, todos tenemos amigos, algunos buenos, malos, incluso imaginarios… — sonríe.

— pues no es mi caso, doctor, yo no tengo amigos, y así estoy bien.

— Pues…¿Cuándo quieres ir a algún lugar… al cine por ejemplo, vas sola? — pregunta.

— Pues si, aunque no me gusta mucho el cine.

— Ok, entonces te diviertes solas, ¿Qué te gusta, tienes algún pasatiempo?

— Pues… me gusta escuchar música.

— A mi me encanta la música, tengo un buen equipo ahí — señala a su mueble donde estaba el equipo de sonido — a veces coloco música mientras trabajo, es relajante.

— Supongo que le gusta la música clásica y esas babosadas lentas… perdón si fi grosera.

— No, relájate, y no me gusta la música clásica, ¿Qué tan aburrido crees que soy? — le sonríe.

— ¿entonces que música escucha? — le pregunta.

— Básicamente de todo, Rock, salsa, Música folklórica, electrónica… es mi favorita ciertamente.

— vaya, no lo imaginaba… a mi me gusta el Rock alternativo, bajo las canciones de internet.

— ¿Te gusta Green Day? — pregunta Esteban. —ese es rock alternativo.

— Si, me encanta, ¿los conoce? — pregunta extrañada.

— Por dios, solo tengo 27 años, no soy un anciano.

— ¿27? — pregunta.

— ¿Cuántos me ponías? — Pregunta y se arrepiente — mejor no me lo digas…

Grecia Sonríe.

— Tienes una bonita sonrisa, Grecia, ¿Cómo dice tu mamá que jamás sonríes? — le pregunta.

— Bueno, es que…— dice algo sonrojada— es que… no sonrió mucho, eso es cierto, solo cuando… pienso en algo bonito o veo o escucho algo gracioso. Usted me hizo sonreír…

— Bueno, no quería eso pero es bueno, sacarle una sonrisa a alguien… y no me trates de usted, no eres mi paciente, recuérdalo…. Tutéame, me llamo Esteban.

— Bueno, entonces… Esteban, ¿te gusta Green Day? — le pregunta.

— SI, he escuchando algunas canciones, pero solo en la radio, no las he bajad de internet.

— Tengo algunas…— saca su reproductor de Mp3 el bolsillo —… en esta cosa, ¿podría…?

— Claro, ponlas, será entretenido, así charlaremos más a gusto…

— Ok, — contesta y enciende el Equipo de sonido, conecta su Mp3 y comienza a reproducir las canciones.

—pon la que más te gusta de Green day… — le dice Esteban.

— De acuerdo, es la numero 65, — dice y reproduce esa. — es fantástica, se llama el Boulevard de los sueños rotos.

— Sabes que como Psicólogo el hecho de que esa sea tu canción favorita me hará suponer algunas cosas — le dice.

— lo se, — regresa al Diván — pero no estoy en tratamiento.

— Es verdad, me guardare mis comentarios, pero… regresando al hecho de que no tienes amigos… te haré una pregunta, ¿realmente nunca te sientes… sola? Es decir… en cierto momento de mi adolescencia yo tampoco tenia muchos amigos o amigas… y créeme, no te estoy echando mentiritas… jamás fui popular… era el típico chico estudioso que quería ir a la universidad y… ya sabes, prefería leer que un videojuego… y tampoco salía mucho, me la pasaba en casa… y pues… algunas veces me sentía solo, deseaba tener a alguien para… no se, simplemente hablarle de mis cosas, aunque estas fueran ridículas. — le dice.

— pues… trato de divertirme a mi manera, escuchando música, leyendo también… no me siento sola.

— de acuerdo… hay personas que… saben saborear la soledad, aunque vivir con ella es diferente. No te diré que eres la primera chica que conozco gracias a este trabajo que no tiene amigos.

— Lo supongo.

— Pero… ellas si deseaban tener más amigos y amigas…

— yo no, yo estoy bien como estoy.

— Ok.

— es solo que los demás chicos y chicas me parecen tan estúpidos.

— Algunos jóvenes lo son, eso es cierto.

— ¿Cómo Betty?— pregunta mirándola fijamente.

— ¿mamá le conto de ella?

— Si, me dijo que le rompiste la nariz.

— Bueno… ella es un ejemplo de estúpida. Se la pasa molestando, no solo a mí, a otras chicas también, pero… conmigo se equivocó.

— Te sabes haces respetar… eso es bueno, de algún modo. ¿De verdad no crees que exageraste? — le pregunta.

— Pues… ya me tenía harta, se la pasaba hablando cosas de mí, haciendo chistes a mis costillas, eso no me gustó.

— cuéntame como fue. Solo si…

— Pues estábamos en la hora del almuerzo, yo como siempre me senté en mi lugar y pues veía que ella miraba donde estaba yo junto con sus ridículos amigos y… reían, así varias veces.

— ¿Qué decían? ¿Lograste escuchar algo? — pregunta.

— Pues lo de siempre, me llamaba rara, hacia bromas sobe mi color de cabello, mi apariencia…

— Creo que esos mechones rosados se te ven bien…— le dice sonriéndole.

— Mmm… no serás uno de esos pervertidos que le gustan las jovencitas…¿o si? — le dice mirándolo extremadamente…

— No, claro que no, yo tengo esposa, seré papá en unos meses más o menos.. Pero de verdad me gustan tus mechones… te dan una imagen interesante.

— cuando un Psicólogo dice interesante quiere decir loca…

— no, claro que no, es moda…

— Bueno, yo llevo el cabello así desde mucho antes que estuviera de moda… recuerdo que cuando era niña siempre quise tenerlo así… creo que vi a alguien una ves… no recuerdo muy bien… pero eso es otra cosa. ¿En que estaba?... ah si…ella siempre se cree la perfecta, la intocable… además… la escuche burlarse de mi mamá.

— Ya veo, no pudiste permitir eso.

— De algún modo, pues no. Así que tome mi charola del almuerzo camine donde ella y se la estrelle en su perfecta carita.

— vaya, eso debió doler.

— gritó como la rata que es… ¿tu que hubieras hecho? — le pregunta pasando a la siguiente canción con el control remoto.

— Pues… creo que hubiera hecho algo parecido, poniéndome en el caso de que sea un muchacho.

— Lo ve, no estoy loca.

— nadie dijo eso, pero… ¿Por qué no le dijiste a tu mamá que fue por esa razón, por que se burlaron de ella?

— ¿Qué sentido tendría? Además de verdad que me moría por borrar esa estúpida sonrisa del rostro de Betty.

— Pero… gracias a ese arranque, pues te han expulsado de la escuela, y la escuela es muy importante. — le dice.

— Eso ya no importa, de todas formas… no me sentía a gusto en esa escuela.

— ¿por Betty? — pregunta Esteban.

— No solo por ella, la verdad es que siempre me sentí mal en ese lugar… me siento incomoda en donde hay muchas personas…

— te gusta tu soledad, entiendo.

— Si, ahí puedo pensar mejor…. — dice Grecia.

— ¿en que piensas? — le pregunta. — ¿en algo en especial?

— solo pienso, pienso…

— De acuerdo… he, esa canción es buena, — dice — súbele un poco.

Ambos siguieron conversando un rato más, hablaban libremente, de cosas que les sucede, Esteban hacia sentir cómoda a Grecia en todo momento, y ella se sentía cómoda conversando con Esteban, después de todo no hablaba mucho con otras personas.

— ¿entonces no tuviste novia hasta la universidad? — pregunta Grecia sonriendo.

— Si, así es… pero no te rías, se me hacia difícil relacionarme con las chicas, era algo tímido.

— es que no pareces de los chicos tímidos, es decir… eres simpático.

— Gracias… me alagas… pero siempre se me hizo difícil encontrar novia, por lo mismo que no salía mucho… casi y era un nerd. — dice Esteban Sonriendo.

— Eres Gracioso, no eres como había pensado que serias…

— ¿me imaginabas mas…como?

— Pues hace años estuve en un tratamiento con una Psicóloga…

—si, tu mamá me lo dijo también.

—… pero ella era muy seria, era molesta… no me gustaba para nada… y no me ayudó mucho.

—Entiendo, bueno… pero aun no me conoces como Psicólogo…— le dice. — también soy bastante molesto. — le dice sonriéndoles.

— No creo… — le responde sonriéndole también.

— Pues no, la verdad es que trato de ser con mis clientes lo más natural posible, no tratarlos…

— ¿como idiotas…? — agrega Grecia.

— Como idiotas…. Si, justamente, los trato como personas que tratan de… solucionar algún problema, solo eso, conozco colegas que… son unos sabelotodo, ni yo los aguanto. — sonríe.

— SI, te entiendo.

Esteban mira la hora.

— Vaya, van a ser las doce del medio día, — se levanta — se pasó el tiempo volando. — dice.

— Si… creo que ya debo irme. — Dice Grecia acercándose al equipo de sonido y sacando su Mp3. — supongo que tienes muchos pacientes. — le pregunta.

— Pues si, justamente ahora tengo cita con uno… Ya debe de estar llegando. — le dice.

Esteban se acerca a la puerta junto con Grecia y salen fuera del consultorio.

— Bueno, fue un gusto hablar contigo, Grecia. — le dice dándole la mano.

— Igualmente, fue… entretenido, pensé que seria algo… diferente, tú eres diferente. — le dice dándole la mano también.

— Bueno, espero no lo tomes a mal, pero… si tu deseas… ya sabes… seguir hablando, conociéndonos… tratan de… arreglar ciertas cosas… entender otras… ya que hay cosas de las cuales no hemos hablado…. Podrías regresar. — le dice dirigiéndose a su consultorio.

— Pues… no lo se, yo… no deseo un tratamiento, por otro lado… tendría que pensarlo, Esteban.

— Como tú quieras, Grecia. En todo caso me gustó charlar contigo, suerte y espero volverte a ver por aquí. — le dice y se regresa a su consultorio.

Grecia regresa a casa a la hora del almuerzo.

— ¿entonces, Hija? — pregunta Cecilia muy interesada.

— ¿entonces que? — pregunta Grecia sentada a la meza.

— dices que te cayó bien el Doctor Esteban… ¿regresaras nuevamente?

— Pues… no lo se, tengo que pensarlo, yo no quiero otro tratamiento, mamá, ya te lo he dicho.

— Pero me dijiste que te agradó mucho hablar con el.

— Si, pero solo hablamos… eso es lo que me agradó, no quiero… no quiero que se convierta en mi Psicólogo.

— pues debes darle una oportunidad, me dijiste que si la pasabas mal o te incomodabas no regresarías… y fue lo contrario, ¿no? — insiste.

— Lo se, pero… no más tratamientos inútiles.

— Entiendo, Hija… bueno, yo te lo había dicho… así que… ahora eres libre de hacer lo que quieras… puedes regresar con el, o no.

— ¿es en serio, no me obligaras o chantajearas más? — pregunta confundida.

— Así es, ya no te insistiré más.

— vaya… esto es nuevo.

— Creo que debo comenzar a tratarte… más como una persona adulta, y pues… respetare tu decisión…— se levanta de la meza y se va.

Esto deja confundida a Grecia quien estaba preparada para darle a su madre toda una preparada escusa, discutir y mantener su posición a toda costa, esto la había dejado perpleja.

Esa noche Dafne se queda dormida en el sofá luego de ver unas películas y tiene un extraño sueño.

Soñó que estaba jugando con un niño, un niño que de algún modo le parecía familiar, soñaba que estaba corriendo por un parque y jugando el los columpios, aquel niño la llamaba — ¡gracias, vamos, persígueme! — le gritaba el niño y ella iba tras el, ella era aun una niña en su sueño, a un lado del parque podía ver a su madre quien observaba desde una banca. De pronto cuando va a alcanzar al niño que jugaba con ella este desaparece al igual que los niños del parque dejándola sola, — ¡¿mamá?! — Gritaba — ¡¿Fran?! — gritaba llamando al niño que jugaba con ella, pronto entre sus pies comenzó a ver que había agua, agua que comenzaba a subir rápidamente y la asustaba, de pronto ya no estaba más en el parque, estaba en una especie de mar en donde se comenzaba a hundir sin nada que poder hacer. Una silueta ingresa al agua y la toma de la mano, pero antes que logre ver el rostro de la silueta despierta rápidamente.

— ¿Qué fue eso? — pregunta despertando confundida y sorprendida.

Grecia se dirige a la cocina por un vaso con agua.

— Que sueño tan extraño… algo debe de haberme hecho daño — bebe de su vaso y lo deja en la meza de la cocina y se va a su habitación.

Durante los días siguientes Grecia no dejo de pensar en ese extraño sueño, por alguna razón el niño del sueño le parecía familiar, pero no sabia por que o quien era aquel niño al que llamó franco.

A la semana siguiente decide entonces ir a visitar a Esteban, para preguntarle el significado de ese raro sueño que no podía sacarse de la cabeza.

— ok, Sra. Pérez, nos veremos en una semana — le dice Esteban a su paciente saliendo del consultorio.

— Ok, Doctor, muchas gracias, hasta entonces… — se retira.

Grecia se levanta del mueble fuera del consultorio y se acerca a esteban.

— Grecia, no esperaba verte por aquí… ¿Cómo has estado?— le da la mano

— Bien, gracias, esteban…— saluda.

— ¿Qué te trae por aquí? — le pregunta.

— Pues… quería consultarte algo… ¿puedo? — pregunta.

— Si, pasa… — le dice dirigiéndose a su consultorio.

— Pues veras… hace una semana exactamente tuve un raro sueño… — comenta ingresando al consultorio.

— ¿Qué tan extraño? — Pregunta Esteban sentándose en una esquina de su escritorio. — toma asiento si quieres. — Sugiere — ¿es recurrente?

— Si, gracias — se sienta —… pues no, solo lo he tenido una ves… hasta ahora… pro no me lo he sacado de la cabeza, es como… si estuviera grabado…

— ¿y que sueñas? Trata de ser muy precisa.

— Pues… estoy en un parque… no recuerdo el parque, pero estoy yo, se que soy una niña… y estoy jugando con un amiguito, el corre a los columpios… yo voy tras el y desaparece, junto a todos los demás niños del lugar, e incluso mi madre que estaba en una banca…

— también estaba tu madre…. Ok. Continua.

— si, ella también estaba… me estaba vigilando, pero desaparece también, yo la llamo y llamo al niño, se que se llama franco, pero no hay nadie, de pronto el suelo a mi alrededor se convierte en agua… y comienzo a hundirme en ella, me ahogo…

— ¿y que más? —pregunta interesado.

— Pues… aparece una extraña silueta, una sombra en el agua que viene por mi… cuando me saca del agua y la luz ilumina no logro verle el rostro… solo… desperté en ese momento.

— Parece una pesadilla bastante común, agua… gente que desaparece…

— Lo extraño es que de algún modo creo que recuerdo a ese niño, es decir, me parece muy familiar… como si lo conociera, además dije su nombre.

— Bueno, quizás solo fue eso, un recuerdo de tu infancia… quizás era un amiguito que tuviste… ¿le preguntaste a tu madre si tuviste un amiguito con ese nombre?

— No, no le he dicho nada…

— Pues deberías preguntarle, quizás solo recordaste a ese amiguito… ahora el agua… pues muchos relacionan el agua con la presencia maternal… pero… en este caso lo relaciono más con un miedo. Es obvio. ¿Sabes nadar? — pregunta.

— SI, mamá me inscribió cuando tenía… 7 años, creo. Dijo que era importante saber nadar… aunque no nado mucho.

— De acuerdo, no noto nada extraño en ese sueño… a demás dices que te ayudan… así que solo fue… eso, un mal sueño, de ser recurrente tendría otro significado…¿Cuándo lo tuviste exactamente? — pregunta.

— Hace una semana, el día que vine a verte. — le dice.

— Debes recordar que ese día estuvimos hablando de los amigos… de la importancia de ellos, quizás eso se te quedó en la mente y te hizo recordar a uno que a lo mejor significó mucho para ti, ese Franco que mencionas. ¿No crees? — le pregunta.

— No lo se, pero… a lo mejor tiene razón.

— ¿de verdad no recuerdas a ningún amiguito de cuando eras niña? — pregunta nuevamente.

— Pues… la verdad es que no recuerdo nada de los 6 años para abajo, es extraño.

— No me habías dicho eso.

— Bueno, hay cosas de las cuales no hablamos las otras ves. — menciona.

— Es cierto, — sonríe. — ¿de verdad no recuerdas absolutamente nada de cuando eras más pequeña? ¿Qué es lo más viejo que recuerdas? — pregunta.

— Pues… a mamá, solo la recuerdo a ella, mi recuerdo mas viejo es verla dándome una muñeca… estamos en una especie de… parque… yo estoy en un columpio y ella viene con esa muñeca… se que me dijo algo… aunque no recuerdo que fue… tengo esa muñeca por algún lado... es una muñeca, una muñeca rubia muy linda, no se si fue para un cumpleaños… pero me la dio, antes de eso no recuerdo nada… e incluso ese recuerdo es bastante borroso… pero veo a mamá… ¿no es raro?

— Pues… tampoco recuerdo mucho de cuando era niño… algunas cosas borrosas solamente…

— Pero yo no recuerdo nada… ni la escuela inicial, ni el jardín de niños… y mamá no tiene fotografías, me dijo que se perdieron todas al mudarnos.

— Bueno, quizás… quizás ahí este el problema…

— ¿Qué problema? — pregunta Grecia.

— pues... quizás haya algo en tu infancia que… de algún modo tu mente se encargó de bloquear… y eso haya afectado tu…

— eso mismo decía mi psicóloga, ella creía que por esa razón yo era tan… ya sabe… solitaria, creía que algo me había pasado que borré sin querer esos recuerdos. ¿Usted cree eso también? — le pregunta.

— No creo nada, Grecia. Pero… es bastante común que las personas al sufrir algún trauma… pues… eliminen o bloqueen ciertas etapas de su vida, se provocan una especie de auto amnesia parcial y eso a veces modifica su comportamiento futuro... a veces para bien, otras veces para mal…

— no creo que sea mi caso.

— ¿Cómo lo sabes? No recuerdas nada de tu infancia. ¿Quisieras recordar? — le pregunta.

— No estoy segura.

— ¿Por qué? — pregunta esteban.

— Pues… si lo que dicen es verdad a lo mejor me pasó algo muy feo… para que mi mente bloquee 6 años de mi vida…

— Bueno… hay formas de hacer recordar.

— ¿tratamiento? — pregunta Grecia.

— Pues si… es la única manera, claro, asumiendo que haya sido eso… pero también está la opción de que hayas sufrido un golpe en la cabeza, no lo se. Algo que te haya hecho perder la memoria a los 6 años.

— le preguntaré a mamá.

— Seria lo mejor, y en tanto a tu sueño pues… los recuerdos se quedan grabados en la mente, siempre, por mas que no los recuerdes en el momento que desees no quiere decir que desaparecen, solo que… a veces es difícil conectar con ellos, pero siempre están ahí, recuerda eso. A veces se presentan como imágenes borrosas, otras veces en sueños. Solo relájate. — se pone de pie y mira su reloj.

— ¿es mal momento? — pregunta Grecia aun sentada en el mueble.

— Pues… veras… tengo un paciente, no tarde en llegar… y tengo que hacer unas cosas antes…

— Entiendo, no te preocupes —se levanta del diván — ya me voy… gracias por… hablar conmigo, tratare de preguntarle a mamá… me siento mas tranquila… aunque aun me da curiosidad ese sueño…

— La curiosidad es buena, es señal de inteligencia — le dice guiñándole el ojo.

Se dirigen juntos a la puerta

— Bueno, nos veremos… — le da la mano despidiéndose.

— espera, Grecia — dice y va a su escritorio coge una de sus tarjetas y escribe algo tras ella.

Se dirige donde Grecia y le da la tarjeta.

— ¿Qué es? — pregunta ella.

— Pues esos son los días en los que estoy libre de pacientes, como los jueves entre las 10 y 11, o los martes de 3 a 5, si en algún momento quieres venir a… ya sabes conversar un rato… en esas horas podemos hablar sin problemas, solo por si quieres regresar.

— de acuerdo…gracias Esteban. — Guarda la tarjeta y se retira.

Esa noche Esteban decide llamar a Cecilia, la madre de Grecia a su casa.

— ¿hola? — contesta Cecilia.

— Hola, Sra. Soy yo… el Doctor esteban… no diga mi nombre en vos alta si Grecia esta cerca. — dice.

— No, no esta cerca, esta dándose un baño arriba… — contesta.

— de acuerdo… llamaba para hacerla algunas preguntas…

— ¿acerca de que? — pregunta confundida.

— Pues, su hija fue a verme esta mañana… ¿lo sabia? —pregunta.

— No, no me dijo nada, hoy tuve trabajo todo el día… ¿fue a verlo entonces?

— Si, estuvimos hablando un rato.

— vaya, no pensé que regresaría donde usted. ¿Eso es bueno?

— Pues de alguna manera, vera… ella estaba muy curiosa acerca de… un sueño que tubo, y fue a verme para saber que significaba ese extraño sueño.

— Entiendo…

— Y salió a relucir algo que usted no me había dicho el día que hablamos.

— que…

— Pues ella me dijo que no tiene recuerdos de los 6 años hacia atrás… lo que es bastante extraño.

— Es cierto, no le mencione eso… me disculpo.

— Debió mencionarlo, Sra. Pero ya no importa, lo que me interesa saber es si ella sufrió algún accidente en su infancia que le pudiera haber hecho olvidar; Una caída, un mal golpe quizás… un susto traumático…

— Pues… no, ella nunca ha sufrido nada de eso.

— pues es extraño, ya que ella menciona no recordar nada, acepto a usted… en su recuerdo mas viejo. Lo que me preocupa ya que… quizás la razón de su comportamiento y aislamiento sea por causa de algo en su infancia… ¿hay algo que usted deba decirme, Sra.? — pregunta.

— No,…yo no se… no se que decirle…

—usted me dijo que se divorció de su esposo… pero no me dijo que edad tenia ella en ese momento. Seria una buena oportunidad ahora…

— Pues ella tenía 5 años… —responde.

— entonces no recuerda eso tampoco, podría estar ahí la causa de todo esto… su carácter y sus miedos… ¿ella ve a su padre? No mencionó nada de el.

— Pues no lo ve desde entonces… si lo recuerda, pero no lo ha visto en 12 años… cuando el se fue… no lo volvimos a ver…

— Bueno, eso era todo… ah no, necesitare que me de el numero de la anterior terapeuta de Grecia, necesito hablar con ella…

— Por su puesto… y yo le agradezco que… este tratando de ayudar a mi hija… doctor…

— Pues ella aun no esta en tratamiento, solo la he visto 2 veces, pero… creo que regresará a mi consultorio… y quiero estar preparado si eso llega a suceder.

— Ok, espere un segundo, voy por el numero, debe estar en mi agenda aun.

Al día siguiente Esteban llama y acuerda una cita con la Psicóloga que trató a Grecia a los 8 años

— ¿entonces usted esta tratando a Grecia ahora? — le pregunta a esteban mientras caminaban por los jardines del hospital Psiquiátrico donde trabajaba Sara de la Cruz, psicóloga Infantil.

— No, no precisamente. — contesta.

— ¿entonces, Doctor? — pregunta nuevamente.

— pues… estoy interesado en su caso, aun ella no a aceptado ser mi paciente, no es tan fácil con una adolescente que con una niña… a ella no se le convence tan fácilmente, no la quiero obligar.

— Entiendo.

— pero pues estoy seguro que pronto podría lograr que ella aceptara un tratamiento. Y necesito saber algunas cosas que usted haya encontrado mientras la trataba. Me preguntaba si podría facilitarme una copia de su expediente.

— Pues no hay problema, se los daré, los tengo en mi oficina, doctor. Sígame — le dice y se dirigen dentro con el.

En la oficina la Doctora busca los expedientes en su computadora.

—Los tengo adjuntados por aquí… — dice mientras busca entre las carpetas de su computadora — los guardé aquí, es más fácil encontrarlos pensaba… pero… hay muchos… — sonríe.

—No hay problema, no tengo ningún paciente el día de hoy… pero dígame… ¿a que cree que se debiera su amnesia? — pregunta parado cerca a la ventana.

— Pues mas que amnesia creo que era un bloqueo voluntario de sus recuerdos, debido a algún trauma sufrido.

— ¿y averiguó a que se debía ese bloqueo? — pregunta esteban.

— Pues la traté 5 años y nunca encontré la razón, su madre me dijo que no tuvo ningún susto, o accidente, pero… la única conclusión a la que llegué fue que ella misma bloqueaba esos recuerdos, los daba por perdidos, tanto que su mente los olvidó por completo.

— Si, conozco de casos así… pero aun se pueden recuperar, quizás así pueda ayudarla en su… comportamiento, hacerla mas sociable, menos… cerrada y violenta. — dice mirándola.

— Pues suerte, en 5 años no pude lograr ayudarla, y créame, doctor, me esforcé, pero cuando llegó a los 12 ya no pude controlarla, simplemente se volvió ofensiva, cerrada, ya no quería hablarme, entonces… ya no regresaron más, ni ella ni su madre, y por cierto a su padre jamás lo conocí, hubiera sido bueno conocerlo, pero su madre dijo que estaba fuera del país y que no sabia nada de el.

— ¿cree que su padre tenga algo que ver? — pregunta esteban.

— No lo se, ella nunca hablaba de el, es más, era como si no tuviera papá, salvo por lo que su madre le había dicho, esa era la imagen que ella tenia en ese tiempo… lo que me llevo a la…

— a la conclusión de que lo había bloqueado a el también. — termina la frase.

— Si, pero su madre dijo que el jamás fue violento con ella, que siempre fue bueno, pero… solo lo sabría hablando con el, cuando me entrevistaba con la Señora Cecilia la notaba algo extraña a la hora de hablar de su esposo… era algunas veces esquiva, pero… no aseguraría nada,… ese fue un obstáculo también.

— ¿cree que quizás oculte algo acerca de su esposo y Grecia? — pregunta Esteban interesado.

— No puedo asegurarlo… pero de haber podido hubiera trabajado más con la Madre de Grecia también, ella era algo… extraña… a mi parecer… aunque lo que si me quedó claro fue que Grecia no sufría amnesia, solo un bloqueo bastante severo.

— debe haber sido algo horrible para que su mente bloquee esos recuerdos de su infancia. — dice esteban sentándose en el diván.

— Si, eso es claro, desearía haber podido descubrir que fue, eso hubiera ayudado mucho… lastima que ella nunca se abrió completamente con migo…¡aquí están! — dice. — encontré sus archivos, te imprimiré las copias. Por cierto también te servirían los archivos de audio que grabe de algunas de las sesiones que tuve con ella, te podrías servir.

— Claro, se lo agradecería, Doctora. — le dice.

El Doctor Esteban se lleva las copias del expediente junto con un disco con las grabaciones y esa noche los estudia para así poder darse una idea de cómo podría ayudar a Grecia si esta regresaba y aceptaba someterse a un debido tratamiento.

Los expedientes calificaban a Grecia como una niña asustadiza, desconfiada y con explosiones algo violentas en ocasiones, también mencionaba que tenía cierto miedo a su madre, aunque ella misma no sabía explicar por que.

Esteban entonces reproduce algunos de los archivos de audio que grabó la doctora Sara.

El archivo era de hace 10 años atrás, aparentemente una de las primeras sesiones con la doctora.

— a ver, Grecia. Háblame acerca de mamá. ¿Cómo es ella contigo? — pregunta la doctora.

— Es buena — contesta Grecia de 10 años.

— ¿algunas veces se enfada? ¿Se enfada contigo? — pregunta.

— A veces…

— ¿te grita?

— A veces…

— Pero sabes que ella te ama, ¿no es así?

— Eso dice…

—Me dijo tu mamá que algunas veces te escondes de ella… y que eso la asusta… ¿Por qué lo haces? — pregunta.

En el fondo la grabación se escuchaba como si Grecia estuviera Dibujando o escribiendo algo.

— Es que a veces ella me asusta. — responde.

— ¿Qué te hace? — pregunta nuevamente.

— Nada…

— ¿pero por que te asusta? ¿Te golpea?

— No…

—por que si eso hace debes decírmelo, para así yo evitar que lo siga haciendo.

— No me golpea… ella me trata bien.

—pero dices que te asusta.

— Solo a veces…cuando la veo… me da miedo. Su cara… por eso me escondo, para que no me de miedo.

— Ok.

Se oye un corto en la grabación y seguido por la voz de la doctora.

—Aparentemente la niña muestra un miedo a su madre, pero no se identifica la causa, quizás la madre la maltrata, y esta asustada, pero no tiene los rasgos característicos de una niña maltratada, es bastante extraño, debo profundizar en ese tema.

Esteban adelante la grabación.

—...dijo que le pegaste a una compañera. Ya habíamos hablado de eso, por hacer eso en tu anterior colegio te enviaron conmigo… ¿Por qué lo hiciste esta vez? ¿Qué te enfadó, Grecia? — pregunta la Psicóloga.

— Ella me mojó con un chisguete de agua… en la cara.

— ¿y solo por eso la golpeaste así de fuerte? Ella solo jugaba contigo.

— No me Gustó que me mojara…

— ¿Eres consiente de que le rompiste la cabeza a tu amiguita y que ahora esta en el hospital? — pregunta.

— Si.

— ¿Te arrepientes? — le pregunta.

— No, ella me mojó la cara. — contesta, se oía enfadada.

— Pues debes de controlar esos impulsos, te he dicho que cuando te enfades debes… dibujar lo que sientes en ese momento. Para eso es el cuaderno que te di… ¿de acuerdo?

— Si…

— ok, tráeme el cuaderno y muéstrame tus dibujos.

Esteban busca entre los archivos impresos los dibujos que había hecho Grecia en esas fechas.

En ellos se podía apreciar casi siempre a una niña sola, sentada en el piso, a su alrededor plantas, y palomas en el cielo, pero la niña dibujada estaba triste, se repetía ese patrón en casi todas, ya que en algunas estaba enfadada también.

— ¿Entonces esto es lo que sientes cuando te enfadas…? — pregunta la Psicóloga.

— Si, solo quiero estar sola…

— Ya veo… — contesta la doctora.

— así puedo pensar…

Esteban siguió leyendo y escuchando los archivos.

Una semana más tarde.

Grecia se encontraba en casa, durmiendo cuando de pronto se levanta de golpe muy asustada luego de una pesadilla.

—Nuevamente esa pesadilla… Ese niño… ¿Por qué me parece tan familiar…? — se pregunta agitada y sudando.

Se recuesta nuevamente mirando al techo de su alcoba.

— ¿Quién es ese niño…? — se pregunta.

Al siguiente muy temprano va al consultorio de Esteban, Necesitaba que contarle lo que había soñado.

— Adelante — dice el Doctor. — que sorpresa. ¿Qué te trae por aquí en esta ocasión? — pregunta.

—Pues…, — dice ingresando y sentándose en el diván —…volví a soñar con Franco.

— ¿el sueño en el que te ahogas? — pregunta tomando asiento en un mueble cerca a Grecia.

— No, es decir si, pero… esta ves… fue diferente, esta ves pude verlo de cerca… no claramente, pero lo tuve cerca, corríamos por el mismo parque… estábamos jugando con una pelota.

— ¿solo eso? — pregunta.

— no, escuche su vos, el me llamaba, decía mi nombre, yo iba tras el… trataba de quitarle la pelota, luego… cuando me la avienta y la atrapo… nuevamente me hundo en el agua…y esa sombra me saca… tenia que venir a contártelo… quiero saber que significa. ¿Por qué sueño eso?— pregunta angustiada.

— Parece que… te afecta ese sueño, te ves… extraña.

— Es que… insisto en que ese niño, franco… lo conozco, estoy segura que si… pero… no lo recuerdo.

— eso es una contradicción. Creo que más que un sueño, eso es una especie de recuerdo que se torna en una pesadilla. Me dijiste que te mudaste, quizás… ese niño era un vecinito tuyo de tu antiguo lugar de residencia.

— Podría ser…

— Supongo que no recuerdas donde vivías antes… ¿no es así?

— Pues no, no lo recuerdo.

— Bueno, no te atormentes, ya es algo el hecho de que tu mente… intente hacerte recordar cosas que olvidaste… o trataste de olvidar.

— ¿Qué quieres decir? — pregunta.

— Pues… creo que puede que tu misma te niegues a recordar esas cosas de tu pasado por alguna razón, Grecia. Creo que puede que… te haya pasado algo realmente malo en tu niñez.

— No es verdad, yo…

— No puedes decir lo contrario, tu sistema lo tiene bloqueado.

— No soy una Jodida maquina. — dice algo enfadada.

— Relájate, Grecia… no te enojes, es solo que… si no recuerdas nada es por alguna razón.

—Quizás… quizás solo lo olvidé…

— Es probable, pero…— Abre un cajón de su escritorio y saca los archivos de la doctora Sara — la doctora De la Cruz… ¿la recuerdas? — pregunta.

— Si… ¿Qué hay con ella?

— Me dio esto…

— ¿Qué es?

— Son tus expedientes clínicos… del tiempo que pasaste con ella.

— ¿Por qué los tienes? — pregunta con seriedad.

— Pues… pensé que me ayudarían a… entenderte mejor… y tratar de ayudarte.

— ¡ya te dije que no necesito ayuda! — se levanta enfadada. — ¡pensé que había quedado claro!

— Tranquila,… ya lo se, pero… de verdad me gustaría saber el por que…

— ¡¿de que?! — pregunta exaltada.

— El por que de… el hecho de que hayas olvidado 6 años de tu vida… ¿no te gustaría saber que pasó? — pregunta.

— No, no me gustaría…— dice bajando la mirada.

— No te siento tan convencida… ¿esta segura de lo que dices? ¿De verdad no te gustaría saber…?

— No, no quiero… — responde.

Esteban se acerca a ella.

— ¿Por qué? Mírame — le dice levantándole la cara con las manos. — ¿Por qué? —pregunta nuevamente.

— Por que… si como tú dices… mi mente se encargó de eliminar esos 6 años… quizás fue por que pasaron cosas… cosas horribles en ese tiempo…

— ¿Cómo que? ¿Qué crees que pudo haber pasado? — pregunta esteban.

— No lo se…

— Y hasta no saberlo no podre ayudarte, Grecia…

— No necesito ayuda — se aparta de el — yo estoy bien… además… mamá dice que… que tuve una infancia muy buena… así que…

— No lo tomes a mal, pero a veces las personas mienten, y les mienten incluso a sus hijos.

— ¿llamas mentirosa a mi mamá? — Le pregunta.

— Pues… si no recuerdas nada de tu infancia… te pudo haber dicho muchas cosas… incluso algo que no fuera precisamente correcto…— hace una pausa — ¿Recuerdas a tu padre?

— Si, lo recuerdo… aunque no lo he visto en años. Se fue después de divorciarse de mamá. ¿A que viene esa pregunta?

— pues es que al leer los Archivos que me dio la Doctora note que jamás mencionas a tu padre…

— ¡Por que no tengo recuerdos de el, se que era mi padre, solo lo se, pero… no tengo recuerdos de el… solo lo vi en fotos, mamá me dijo que se fue luego del divorció. Y jamás regresó para verme nuevamente!

— ¿Cómo te hace sentir eso? — pregunta esteban con mucho interés…

— Ahí vamos nuevamente….

— Por favor, no te enojes, solo es una pregunta…

— No me afectó… ¿de acuerdo? Es todo. Eso es todo… fue un erro venir a verte… adiós, Doctor esteban.

Grecia sale del consultorio muy enfadada. Esteban solo se queda sentado pensando.



Continuara...
Franckpalaciosgrimaldo01 de marzo de 2011

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